La industria autopartista nacional arrancó el año con buenos números y perspectivas interesantes, pero a pocos días de difundir sus indicadores del primer trimestre, recibió una noticia que postergó el brindis para más adelante.
El 25 de mayo, cuando de este lado de la frontera se disfrutaba del feriado nacional, el gobierno de Brasil, el principal socio comercial de la región, anunciaba el lanzamiento de un programa de descuentos de impuestos en la producción y venta de vehículos 0 km, con la mira puesta en sacar al mercado del estancamiento de los últimos meses.
Según se anunció después de una reunión entre el presidente vecino, Luis Inácio Lula Da Silva, y empresarios de la cadena de valor automotriz, las reducciones serán del 10,79% en los precios de los autos más baratos y del 1,5% sobre los precios de los más caros.
Además, se destacó que pagarán menos impuestos los coches que produzcan niveles más bajos de contaminación ambiental.
Pero la novedad qué rebotó con más fuerza entre los proveedores de autopartes argentinas es que el paquete de recortes de impuestos alcanzaría especialmente a los coches que tengan mayor proporción de autopartes brasileñas.
La difusión de los detalles todavía está pendiente. Lula Da Silva y su vice, Geraldo Alckmin, informaron los lineamientos generales después de la entrevista con las terminales y proveedores de componentes, pero la letra chica todavía se está redactando en las mesas que comparten los equipos técnicos de las partes involucradas.
En Argentina, desde el minuto cero estallaron las preguntas. Si se confirman los incentivos a la producción brasileña, ¿cómo le pueden pegar a la industria argentina, fuertemente exportadora al mercado vecino? ¿Cuál sería el mejor y peor escenario para las empresas locales en el corto y mediano plazo? ¿Se puede cortar a partir de esto el ciclo de crecimiento que se vio en el primer trimestre del año?
Las empresas, representadas en la Asociación de Fábricas Argentinas de Componentes (AFAC), evitan definiciones formales, pero en el off cuentan que están estudiando esos interrogantes con los pocos datos que tienen, a la espera de que Lula y su gobierno suelten precisiones que permitan ir aclarando el panorama.
Algunos enviarán emisarios en los próximos días para entrevistarse con funcionarios y empresarios brasileños. También se sigue atentamente la actuación de la asociación empresarial y su presidente, Norberto Taranto, como flamantes titulares del consejo autopartista del Mercosur (Mercoparts).
Después de un 2022 con crecimiento bajo, la industria autopartista nacional cerró el primer trimestre de 2023 con un salto acumulado del 6,8% interanual. En marzo, la producción creció 36% respecto a febrero y el 9,8% en la comparación contra igual mes de 2022.
Según AFAC, los tres segmentos más importantes del negocio dan señales positivas. La producción de vehículos aumentó 28,1% respecto a igual periodo 2022; en tanto, las exportaciones cayeron el 1,8% pero con recuperación mes a mes; por último, el mercado de reposición observó un incremento del 5,3% interanual.
Pero, como se dice habitualmente, si Brasil se resfría Argentina se engripa, y la llegada de señales desde las entrañas del socio comercial gana espacio en la expectativa general del sector.
Régimen
A las pocas horas de conocerse las novedades de Lula, el gobierno argentino publicó la reglamentación de la Ley 27.686 de Promoción de Inversiones en la Industria Automotriz-Autopartista, con la que se busca alentar las inversiones en esa cadena de valor a través de incentivos fiscales sobre los desembolsos de capitales.
El decreto reglamentario 281/23, publicado el lunes pasado en el Boletín Oficial, dispuso que podrán ingresar al régimen los nuevos proyectos de empresas proveedoras de bienes para la industria automotriz.
Según el texto, resultarán beneficiados, presentación mediante de una evaluación técnica de la necesidad, los «nuevos proyectos de inversión destinados a la fabricación de los bienes y/o al desarrollo de procesos industriales». Eso incluye a los productores de maquinarias, equipos, moldes, matrices y otros instrumentos; e instalaciones fijas de procesos, prueba y ensayos y obras de infraestructura. «