En días en que el Círculo Rojo transitaba la cuarentena como resignado, la UIA primereó en la arena del lobby empresarial con un listado de sugerencias de economía política para el gobierno nacional a las que definió como indicadas para la recuperación de la producción tras el paso de la pandemia del coronavirus.

La propuesta, bautizada «Hacia la nueva normalidad: propuestas para la reactivación productiva», irrumpió en un momento en el que nadie se anima a pronosticar el final de la crisis sanitaria.

Por la misma razón fue leída por las entidades representativas de las pymes industriales como una movida política de la gremial centenaria que fue clave en el apoyo del sector privado a la campaña de Alberto Fernández y el Frente de Todos en las elecciones de 2019.

El argumento, palabras más, palabras menos, es que la UIA leyó los guiños recientes del titular del Ejecutivo a jugadores clave del gran empresariado más vinculado a la Asociación Empresaria Argentina (AEA) y salió a jugar fuerte con un proyecto que militó intensamente a lo largo de la semana que pasó.

El documento motivó el respaldo de las grandes industrias del interior del país, como reconoció a Tiempo Marcelo Uribarren, presidente de la  Unión Industrial de Córdoba (UIC), pero causó revuelo en las entidades representativas de la pequeña y mediana industria, que ven en el texto las ventajas para la industria concentrada pero poco y nada para la mayoría de las empresas que capean el temporal en condiciones desiguales.

Agenda

En rigor, las propuestas de la UIA no difieren demasiado de las que la entidad tuvo en agenda en los últimos años, con una diferencia de intensidad que justificó por el impacto de la pandemia en la economía. Todo ello bajo la consigna del consenso.

La lista incluye la reducción de impuestos, el subsidio estatal al financiamiento, el regreso de los reintegros a las exportaciones y la inversión pública que abarate los costos productivos, todo ello bajo el paraguas de las » políticas para el fomento de las inversiones y el empleo».

El director Ejecutivo de la  UIA, Diego Coatz, le bajó el tono a la propuesta (ver nota aparte) al afirmar que solo se trata de un aporte a la mesa de diálogo conjunta que el gobierno abriría en el corto plazo para discutir la política pospandemia.

Uribarren, titular de la UIC, que cobija a una parte importante de la industria del país, incluyendo a un porcentaje considerable de las automotrices y del complejo autopartista, además de una fracción de la agroindustria, aseguró a este medio que «son todos puntos obviamente necesarios para que el país encuentre un camino de desarrollo».

Como puntos fundamentales señaló primero «el financiamiento, porque el deterioro de la industria es fuerte y falta dinero para ponerla en marcha» y el acuerdo con los acreedores de la deuda. En una segunda línea, el empresario reclamó estabilizar la macroeconomía y bajar la presión fiscal en el mediano plazo «a través de una reforma».

«No es lineal que bajan los impuestos y aparece el empleo pero una reforma impositiva es clave para empezar el camino», evaluó. «Y la reforma laboral también, por medio de la modernización de los convenios colectivos, que es un objetivo de largo plazo que hay que empezar a abordar», consideró.

Malestar

Las pymes de capital nacional son la contracara del entusiasmo de la UIA y de la expectativa de sus socios.

El empresario Norberto Fermani, titular de la Cámara de la Industria Optica (Cadioa) y dueño de la marca de lentes Unión Pacific, asoció el proyecto de la UIA al interés de las grandes empresas locales y de las multinacionales y dejó entrever que en un sector que apoyó desde cero al proyecto del Frente de Todos se empieza a sentir malestar por el rumbo de la política.

«Cada vez que el gobierno habla de ‘empresarios’ habla de las mega empresa pero nada que ver con las pymes. Y después terminamos armando diagramas de industrialización que no coinciden con la realidad argentina», denunció el también dirigente de la Confederación Empresaria Argentina (CGERA).

«Hasta acá, lo único que vimos son los títulos, ahora queremos ver la letra chica pero siempre terminamos igual. Llegó la hora de que se pongan los pantalones largos y empiecen a operar para la mayoría y no para las 50 empresas más fuertes», remató.

La CGT tiene agenda

La conducción de la CGT también busca involucrarse en la etapa pospandemia que se visualiza cada vez con más certeza. Mañana, la mesa chica de la central obrera mantendrá un encuentro con los empresarios que conforman el G6, compuesto por seis cámaras con peso propio: construcción, industria, ruralistas, banqueros, comercios y servicios, y la Bolsa.

La intención de los cegetistas es tantear el terreno de cara a una posible convocatoria del gobierno del Consejo Económico y Social, una propuesta oficial que aún no caminó pero que cuenta con el aval sindical y empresario bajo el paraguas del consenso.

El reclamo de las pymes

El empresario pyme Norberto Fermani lamentó que en las condiciones actuales «no hay competencia sino sectores oligopólicos». Una definición similar tuvo consenso el miércoles en la reunión por teleconferencia de los Industriales Pymes Argentinos (IPA), asociación que encabeza el empresario Daniel Rosato.

Las dos voces resumen el ambiente que se respira en las empresas que apoyaron al actual gobierno en la campaña 2019 tras cuatro años de destrucción constante de las industrias locales bajo el gobierno de Cambiemos.

La CGERA dice que también tiene propuestas para la reactivación pero que, a diferencia de la UIA, no tiene acceso a las autoridades ni fue convocada a ninguna mesa de negociación.

Motivados por una queja similar, los empresarios del IPA convocaron el jueves a gremios a conformar un espacio de diálogo para diseñar su propuesta de políticas y acordaron volver a reunirse en agosto próximo.