La inflación de abril saltó hasta el 8,4% dejando muy atrás las proyecciones iniciales del gobierno que auguraban una estabilización en torno al 3% para los meses de marzo y abril. Es por ese motivo que arrecian las revisiones de las paritarias salariales que, por la persistente suba de precios, se realizan por períodos cada vez más cortos.
Especialistas del Centro de Estudios de Economía Política y Desarrollo (CEEPYD) dependiente de la Universidad Nacional de Moreno presentaron su informe de coyuntura con el título de “inflación en tiempos de candidaturas”.
Costos macro y disputa por el excedente
El equipo conducido por el economista y vicerrector de esa Universidad, Alejandro Robba, identifican una serie de causas que ayudan a explicar la raíz de la escalada de precios. En primer lugar aseguran que “el tipo de cambio, los precios internacionales de bienes básicos y las tarifas, explican los persistentes niveles de inflación”. Es que, aseguran, “el movimiento de estas variables desata conflictos distributivos entre los trabajadores y empresarios por la riqueza generada”.
Para Robba y equipo el contexto de alta inflación torna “incierto” el resultado de esa apropiación “redoblando los reclamos sectoriales”, elevando “el piso del incremento de precios” y haciéndolo “persistente”.
Sequía y FMI
Con todo, a la hora de buscar la punta del ovillo , el informe asegura que debe ser explorado en la escasez de divisas que se ha visto “agravada por la sequía y el ritmo de devaluación impuesto por el programa acordado con el FMI”.
Entre varios puntos el entendimiento con el organismo exige al BCRA ofrecer tasas de interés positivas con el propósito de restar presión en el mercado de cambios. Por eso la entidad monetaria elevó las tasas de interés nuevamente para llevarla hasta el 97% que, en términos efectivos anuales implica un rendimiento del 140%.
El informe indaga sobre las dificultades que enfrenta la gestión económica para encaminarse hacia una trayectoria decreciente en la dinámica de los precios. Para eso, explican, es necesario observar “las variables consideradas costos macroeconómicos”. Resulta que, a pesar de la dinámica decreciente de los precios de las commodities y las tarifas internacionales que deberían “ayudar a calmar el conflicto distributivo”, el país enfrenta una sequía histórica que agrava el acceso a las divisas (se estima una merma de exportaciones por entre U$S 20 mil millones y U$S 23 mil millones).
Por eso, señalan, “hay una reducción de precios de los alimentos a nivel internacional (que es bueno para bajar precios internos, pero es malo por los menores ingresos en un país necesitados de divisas) y una caída en las cantidades producidas (que implica mayores presiones alcistas sobre precios para el mercado interno de alimentos)”.
Devaluación y salarios
A la vez señalan que si bien la evolución del tipo de cambio nominal oficial corre por detrás del IPC, “con un 7% mensual, está en su pico máximo de los últimos dos años”. Por eso, aseguran, “se torna difícil reducir la inflación principalmente porque el tipo de cambio es un costo y su alta devaluación opera modificando la distribución del ingreso de manera regresiva para los trabajadores (efecto ingreso) mediante la modificación de los precios relativos”.
Esta situación, explican, “hace caer el poder de compra de los trabajadores, que podrían (o no) posteriormente recuperar su ingreso por medio de paritarias o su poder de negociación, acelerando lo que llamamos la puja/disputa distributiva intersectorial”.
Resulta que, si bien destacan como “principal objetivo” lograr una “desaceleración de la inflación” esto debe ir acompañado de un “incremento del salario nominal por encima de la inflación” que, recuerdan, fue “uno de los principales compromisos asumidos por el gobierno actual”. Sin embargo, destacan que, desde enero de 2017, los salarios retrocedieron un 16,1% en el sector privado registrado, un 16,7% en el sector público y un 36,6% en el sector informal.
En definitiva, concluyen, “el tipo de cambio y el precio de los alimentos explican hoy el proceso inflacionario a través de la puja distributiva entre empresarios y trabajadores con resultados desfavorables en los ingresos de estos últimos”.
Política económica
Por eso proponen, que “para recomponer el salario real”, es necesario “discutir mecanismos de incremento de ingresos que complementen a las paritarias”.
A la vez, destacan que “la decisión por parte de la cartera de economía de intervenir sobre los mercados de dólares paralelos junto a la administración del Crawling Peg, son medidas necesarias para reducir los niveles inflacionarios”. Del mismo modo destacan que “el alza de la tasa de interés aumentando el costo de oportunidad de dolarizarse» también apunta a «aportar calma sobre las presiones devaluatorias”.
Sin embargo muestran “dudas respecto a la posibilidad de realizarse y a su efecto sobre los precios” en lo que se refiere a “la decisión de impulsar la importación de alimentos por parte del Mercado Central” porque “para importar se necesitan dólares, un bien escaso en nuestra economía nacional”. Además porque “el precio de los alimentos a importar está mediado por el tipo de cambio” y con un “dólar siempre en alza” podrían resultar «más caros que los nacionales».
En definitiva, aseguran “las medidas de política económica para solucionar la problemática van en sentido correcto -salvo la incertidumbre sobre la importación de alimentos- pero no alcanzan para frenar el régimen de alta inflación”. Además, sostienen que “es tarde para lanzar un plan de estabilización” y, “sin otras medidas que marquen un sendero decreciente de los actuales niveles de inflación y sin una política de ingresos que conlleve un aumento de los ingresos reales de la población, las chances electorales del gobierno serán menores”.