El Banco Central podría disponer en las próximas horas una nueva suba en las tasas de interés. El objetivo es evitar que queden rezagadas con relación a la inflación y asegurar que las colocaciones en pesos sigan siendo atractivas para los inversores. El directorio de la entidad rubricaría esa decisión una vez que se conozca el índice de precios del Indec, que se difundirá este miércoles.
Actualmente la tasa de referencia (la que fija el BCRA para las Leliq con las que regula la liquidez en el mercado) es de 69,5% nominal anual. Pero la tasa efectiva, que surge de renovar esa colocación capitalizando los intereses todos los meses, es de 96,5% anual, apenas por encima del pronóstico que surge del último Relevamiento de Expectativas de Mercado que realizó la entidad (95%). Por eso el titular del organismo, Miguel Angel Pesce, quiere cubrirse y podría decidir un incremento. El último que aplicó, a comienzos de agosto, fue bastante fuerte: 950 puntos básicos (9,5% anual).
Si bien el gobierno viene hablando hace bastante de la necesidad de mantener una tasa real positiva (que supere la inflación), desde la llegada de Sergio Massa al Palacio de Hacienda se implementó esa estrategia con mucha mayor energía. El ministro entiende que ese aspecto es clave no sólo para asegurar el financiamiento del Tesoro, que coloca títulos en pesos para cubrir el déficit primario, sino para reducir la brecha entre el dólar oficial y las colocaciones alternativas, que se disparan con mayor facilidad cuando hay un excedente de dinero en el mercado. En las últimas semanas, ese diferencial se redujo del 120% a poco menos de 100%.
Los efectos negativos de la suba de tasas
La contracara del mayor costo del dinero es el parate que eso puede significar para los proyectos de inversión, que se vuelven más difíciles de financiar, y también para el consumo de bienes masivos por parte de los individuos, a quienes por ejemplo se les encarecen los cargos por dejar saldos impagos de las tarjetas de crédito. Esto redunda en un menor nivel de actividad económica.
Para el Banco Central también hay un efecto negativo porque se incrementa su déficit cuasifiscal, generado por las letras que coloca entre los bancos (pases y Leliq) para regular la liquidez en plaza. De acuerdo a sus registros, esos pasivos suman $ 7,6 billones. Por cada punto porcentual en que se modifique la tasa, los intereses crecerán unos $ 6.400 millones por mes.
La adopción de un nuevo piso podría impactar en la licitación de títulos que la Secretaría de Finanzas tiene pautada para este viernes, con un menú que se está definiendo por estas horas. El Tesoro necesita conseguir fondos para afrontar vencimientos por unos $ 120 mil millones (el Boncer 2022, que vence el martes 20). Una tasa más alta aseguraría el éxito de esa emisión.
En ese sentido, el rollover (proporción entre lo que se recauda en cada licitación y los compromisos que se deben cubrir) parece ser bastante sensible a la suba de tasas. Las adecuaciones hicieron que después de un trimestre complicado, ese índice trepara a 195% en julio y 182% en agosto, lo que significa que después de cancelar las obligaciones quedó un buen colchón para cubrir el funcionamiento del Estado.