La escena es cosa repetida en cualquier barrio: las grandes fábricas de alimentos y otros productos de consumo masivo entregan cotidianamente a los comercios nuevas listas con aumentos de precios en algunos casos de hasta el 10 por ciento. Los productos que llegan con aumentos más importantes son el azúcar, la leche, la harina, el aceite y la yerba mate.
La llegada de esas listas produce cruces con los comerciantes. Los grandes supermercados dicen que se niegan a recibirlas para no romper el programa Precios Cuidados al que suscribieron hace dos meses en diálogo con el gobierno. Pero también aseguran que las fábricas no sólo ratifican sus valores sino que además amenazan con desabastecer.
Los que no pueden resistir la presión son los comercios de proximidad, como los autoservicios de barrio y los almacenes, que por razones de menor envergadura reciben las listas y previsiblemente trasladan los aumentos a sus precios de góndola.
Esta dinámica no es nueva, se repitió permanentemente en los últimos años, sobre todo después del estallido financiero de mediados de agosto de 2018. Los supermercados de las grandes cadenas que describen la actual presión de las fábricas aumentaron sus precios durante la negociación de Precios Cuidados. Incluso lo siguieron haciendo después de que firmaron el acuerdo mediante subas a los productos que están por fuera de la lista de consenso.
Pero el gobierno del Frente de Todos tiene expectativas de que las empresas le pongan voluntad al consenso y respeten los pactos que sostienen verbalmente. En lo formal, las empresas dialogan ampliamente, por caso las alimenticias participaron del programa Hambre Cero, pero a la hora de los bifes la balanza siempre se inclina a favor de la rentabilidad privada.
Implacable e indescifrable
El gabinete económico se reunió el último viernes y, entre otros temas, trató un pedido del presidente Alberto Fernández para que se estudie «sector por sector» las distintas instancias de la formación de precios. «El presidente pidió una batería de medidas que se están evaluando para el tema precios», le dijo a Tiempo una fuente del gobierno con conocimiento del tema.
Fernández ya lo había advertido en la apertura de las sesiones legislativas el domingo pasado y lo repitió el miércoles, en el mensaje que dio en el almuerzo que le organizó el Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp).
Ese día, frente a buena parte de lo que el expresidente Mauricio Macri bautizó como el Círculo Rojo, el presidente insistió con el reclamo de «industriales comprometidos con la Argentina, no solo con los resultados de sus empresas» y pasó factura por las subas de los precios: «Desde el gobierno ayudamos a la producción a recuperarse frenando las tarifas de luz y gas, con el aumento de combustibles, abriendo el crédito de los bancos Nación y Provincia, y no es posible que con todo eso los precios sigan subiendo. Esto no tiene lógica y tiene que parar».
En el mismo discurso adelantó que será «implacable» y pronunció la advertencia de un rastreo «sector por sector», pero de igual manera que sus voceros, sin informar cómo.
Ante la consulta periodística en una de las mesas del hotel Alvear Palace, sede del encuentro, una voz cercana al presidente consignó que esta semana «habría» algún anuncio vinculado al precio de la leche pero no precisó qué se anunciará. Hasta donde se pudo averiguar con el sector lechero al cierre de esta nota no hubo convocatorias oficiales.
Preocupación y acción
Actores del ambiente económico que están en contacto estrecho con las autoridades políticas confiaron a este medio que el gobierno está muy preocupado por la dinámica de los precios que imprimen las empresas. En especial con la tensión que genera la actitud de Molinos Río de la Plata, Ledesma, Mastellone Hermanos, las aceiteras y las procesadoras de yerba mate y derivados, entre otras empresas muy importantes del medio local.
La mayor preocupación tiene que ver con Ledesma, líder del mercado del azúcar, que además de proveer al segmento minoristas abastece a otras industrias, por ejemplo, la alimenticia y la de las bebidas, dos de las más importantes del consumo minorista. Pero en segundo lugar viene Molinos.
Se trata de mercados fuertemente concentrados con alto poder de fuego para actuar y mucha decisión para hacerlo. La incógnita está del lado del oficialismo, que podría desandar caminos legales para relativizar esas estructuras en el mediano plazo.
En ese sentido, el gobierno impulsa dos herramientas concretas -además de las presiones vía reuniones sectoriales- para aplacar los precios: de un lado, la Ley de Góndolas avanzará con la definición de la Secretaría de Comercio Interior como autoridad de aplicación, con lo que comenzará su puesta en marcha. Del otro, la conformación del Tribunal de Defensa de la Competencia para indagar en los comportamientos monopólicos, que son muchos y muy extensos.