Aunque el macrismo no pierde oportunidad para negarlo, las importaciones son un problema que cada vez complica más a la industria nacional.
El caso del mercado automotriz y el peso de Brasil es paradigmático: entre diciembre de 2015 y abril de 2016 la producción de ese país, sin mercado local, llegó masivamente a la Argentina que abría sus puertas al compás del cambio político.
Como resultado, hoy las concesionarias están en pleno «festival de ventas» de autos que los fabricantes locales denuncian como «indiscriminados y a precios imposibles de competir». Y una vez más, la peor arista tiene que ver con el empleo, porque las terminales llevan más de un año suspendiendo personal, pero en 2016 la novedad es que hay autos que van a dejar de fabricarse.
El presidente de la Cámara de Importadores y Distribuidores de Automotores (CIDOA), Guillermo Artagaveytia, advirtió que desde Brasil «está entrando más de lo que debiera». Con esa problemática en carpeta, el gobierno está desarrollando una agenda de reuniones con las terminales locales, que en este contexto están excediendo largamente la relación comercial que pautaron Brasil y Argentina, y que establece que por cada dólar que el país exporta al socio sudamericano las fábricas brasileñas pueden venderle al país U$S 1,5.
El gobierno y las empresas «están viendo los números de importaciones y exportaciones que presenta cada empresa, salvo en los casos de Toyota y de Honda, que son las únicas dos que están en orden», detalló Artagaveytia.
Según el también referente de Hyundai, «todas las terminales están pasadas en importaciones. En teoría, si los brasileños se pasan el tope del acuerdo tienen que pagar un 22,5% de derechos pero el gobierno por ahora no está cobrando», a la espera de que las firmas se acomoden.
La presencia de Brasil es intimidante. Artagaveytia explicó a Tiempo la envergadura de la crisis. «Brasil tiene una capacidad ociosa impresionante y mandan autos a precios irrisorios, que son muy difíciles de igualar. Eso explica el boom de ventas que está habiendo en el país», reconoció, especialmente en los casos del lote de autos más vendidos en el país, que son los de precios más bajos, como el Volkswagen Gol y el Chevrolet Corsa, apuntó el empresario.
El futuro pinta muy beneficioso para los que tienen ahorros que piensan destinar al 0 km, pero resulta una amenaza real para la producción y el empleo de los argentinos: «Las promociones extraordinarias pueden seguir tranquilamente por un año más, porque Brasil tiene una capacidad ociosa muy grande todavía, de unos 2 millones de autos», lanzó.
Los números oficiales confirman la tendencia. Según el dato del Intercambio Comercial Argentino (ICA) que elabora el Indec, las importaciones de vehículos automotores de pasajeros subieron en agosto un 22,4% en cantidades y cayeron 1,9% en precios. En el acumulado enero-agosto, las importaciones cayeron 6,3% en precios y subieron 37,2% en cantidades.
En cuanto al lugar de procedencia, la mayor parte de las importaciones de los primeros ocho meses del año llegó desde el Mercosur (26,2 por ciento). Desde Brasil llegaron en agosto importaciones de vehículos por U$S 309 millones, un aumento del 16,6% comparado con el mismo mes del año pasado. Entre enero y agosto las compras de automotores al país vecino fueron por U$S 2171 millones, un 22,7% más que en el mismo acumulado de 2015. Todo este proceso coincide con la fuerte caída de la producción local, que sacude la estabilidad de los puestos de trabajo y el poder adquisitivo de los salarios del sector.
Pese a la contundente advertencia de Cidoa, el titular de la Asociación de Concesionarios (Acara), Dante Álvarez, destacó la «fiesta de descuentos y beneficios» del mercado y le bajó el tono a la incidencia de los autos brasileños en el país: «El más vendido es la Toyota Hilux, que se fabrica acá, y después siguen algunos autos brasileños y otros locales», relativizó. No obstante, reconoció a la vez que los autos argentinos son «los más caros de la región junto con los uruguayos», mientras que los de Brasil «son de los más baratos».