Un estudio realizado por investigadores del Conicet, de Flacso y de varias universidades públicas determinó que la destrucción masiva de puestos de trabajo ha derivado en un significativo deterioro de los indicadores de salud física y mental (más elevado incluso que el esperable de la literatura especializada), principalmente entre mujeres mayores de 45 años, jefas de hogar y que están a cargo de familias numerosas.
El informe lleva la firma de Cecilia Ros y Miriam Wlosko, de la Universidad de La Plata, de Demian Panigo, del Citra-Conicet, de Hernán Letcher, de la Universidad de Avellaneda, de Julia Strada, de Flacso, y Patricia Rivero y Julio César Neffa, del Ceil-Conicet.
Los investigadores llegaron a determinar una cifra alarmante de despidos desde fines de 2015 a noviembre de 2016: 232.286 personas perdieron sus puestos de trabajo oi fueron suspendidos.
Esto generó un intenso proceso recesivo y regresivo sólo comparable a lo acontecido en 1976 (en términos distributivos) y a lo observado entre 1998 y 2002 (en materia de destrucción masiva de puestos de trabajo), señalaron los autores.
De los 232.286 trabajadores despedidos o suspendidos en Argentina en los últimos 12 meses, el 70% corresponde al sector privado, provenientes principalmente de la construcción y la industria (y en ella, mayoritariamente de firmas metalmecánicas y textiles), agregaron.
En cuanto a los efectos de estos despidos masivos sobre la salud de los trabajadores y trabajadoras, 451 personas que perdieron su trabajo fueron encuestadas para el estudio.
En el caso específico del indicador de problemas de salud mental (que aumenta 181% con los despidos), llama la atención el notable incremento de ítems asociados a cuadros depresivos, particularmente, el vinculado a la ideación suicida (1 de cada 6 encuestados luego del despido), describieron.
Los índices son más preocupantes entre mujeres mayores de 45 años, jefas de hogar y que están a cargo de familias numerosas. En estos sub-grupos poblacionales se observa, entre otros resultados, una caída de hasta el 46% de la autopercepción relativa al estado de salud física, un aumento de hasta el 436% de los problemas de salud mental, y la triplicación de personas que tienen fantasías de suicidio. La magnitud de estos efectos y la masividad del fenómeno examinado dan lugar a la emergencia de un severo problema epidemiológico con daños potencialmente irreversibles,
Por último, concluyeron que por la severidad de los resultados de no mediar políticas macroeconómicas, laborales, sociales y de salud que reviertan la dinámica del empleo y combatan los efectos económicos y sanitarios ya generados, sobrevendrá un notable incremento tanto de la morbilidad como de la mortalidad por causas violentas (hetero y autoinflingidas) y evitables, de exclusiva responsabilidad de la política pública.