Los organizadores del Consejo de las Américas lustraron los finos pasillos del hotel Alvear de tanto llevar y traer frases y comentarios, un poco sobre lo que pasaba en el salón elegido para las exposiciones, donde tallaban las declaraciones pensadas estratégicamente, y otro poco sobre las noticias que llegaban desde afuera, con un dólar descontrolado y un gobierno ensayando medidas financieras que sonaban a desesperación.
Los rumores atravesaban el salón en el que confluían periodistas y empresarios en un hervidero de conversaciones que en las que se destacaban piscas de información diluida en grandes flujos de operaciones políticas y especulaciones en el aire.
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La jornada comenzó con la presencia de la titular del Council of the Americas, Susan Segal, y con el dólar a $34 pero bastó que el jefe de Gabinete Marcos Peña terminara con su discurso con un nuevo y estruendoso llamado a la colaboración de las empresas para que la divisa saltara en pocos minutos a $40 pesos por unidad.
Algunos empresarios entendieron que tenían que dar un mensaje de paz y tranquilidad y enfrentaron a las cámaras de televisión con discursos acordes, llamados a atender el mediano plazo y a salir de la coyuntura, en obvia alusión a la corrida del dólar.
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Otros, hacha en mano, aprovecharon para devolver gentilezas a una administración que desde el vamos se apoyó en sectores determinados del empresariado y los condenó a lugares relativamente marginales de la toma de decisiones. Esos desplegaron fuego a discreción y en algunos casos en el off the record fueron especialmente duros con el gobierno de Cambiemos.
Entre estos se destacaron algunos industriales pero uno de los más prominentes del sector privado local, como el presidente de la Corporación América Eduardo Eurnekian ni siquiera se molestó en pedir reserva para graficar que la administración nacional “está con el culo al aire y ahora no tiene más remedio que pedir ayuda”.
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Pero en general, el llamado de la apertura a soportar el proyecto oficial con inversiones bajo pretexto para evitar la vuelta del populismo y otros fantasmas especialmente planchados para la ocasión fue repelido por el grueso de la concurrencia, que una y otra vez afirmó y re afirmó que la solución a los problemas son políticos y no económicos, en una elegante devolución de la pelota que lanzó Peña a primera hora justo antes de que el dólar diera el tremendo salto en trampolín que dominó las horas posteriores.
