El déficit fiscal es un tema recurrente de la economía argentina. En particular, el ritmo con que se procurará reducirlo para llegar al equilibrio ha estado en la vidriera de las discusiones en los últimos días, luego de que el ministro de Economía, Martín Guzmán, revelara que ese es el motivo principal por el que aún no se llegó a cerrar un nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional.

Los datos oficiales de la Secretaría de Hacienda arrojan que entre enero y noviembre de 2021, el déficit primario del sector público fue de $ 911.298 millones. Teniendo en cuenta los mayores gastos estacionales de diciembre (por ejemplo, aguinaldos a trabajadores y jubilados), la proyección arroja un saldo negativo cercano al 3% del PBI. Aunque abultada, la cifra es bastante menor al 4,5% del PBI que estimaba el Presupuesto 2021. Para el año recién comenzado, el gobierno había estimado un rojo del 3,3%, mientras que el Relevamiento de Expectativas de Mercado realizado por el Banco Central lo fijó en un 2,7%, según los encuestados.

El nivel de déficit es importante porque impacta en la tasa de interés que el Tesoro deberá convalidar para obtener financiamiento en el mercado y también la ayuda monetaria a requerir al Banco Central, con el riesgo de exacerbar la inflación. En particular, el FMI quiere apurar el regreso al superávit para garantizarse el cobro de sus acreencias.

Menos alharaca

Sin embargo, en medio de las dudas del Fondo y los economistas ortodoxos por la voluntad del gobierno para ajustarse el cinturón, un estudio del Iaraf (Instituto Argentino de Análisis Fiscal) pone en valor la fuerte reducción del gasto público operada en los últimos años. La tendencia fue abierta por el macrismo, que hizo del déficit cero una bandera, y con menos alharaca fue continuada por el Frente de Todos.

El estudio realizado por los economistas Nadín Argañaraz y Ariel Barraud se enfoca en la comparación con 2017, el año en el que el gasto medido a valores actuales fue más elevado. De allí se desprende que en los últimos cuatro años, el gasto primario se redujo un 6,7% en términos reales y el total (que incorpora los intereses de la deuda) bajó un 7,9%. Las reducciones más importantes fueron en la obra pública, salarios, jubilaciones y pensiones no contributivas. A plata de hoy, fue un ajuste de $ 903 mil millones.

Según el informe, el actual gobierno continuó con ese achicamiento en varios rubros. El balance hecho por el Iaraf marca una fuerte suba del 15,7% en términos reales en 2020, en gran parte atribuible a los esfuerzos para paliar la pandemia, seguida por una baja del 2,3% el año pasado. Pero si se compara 2021 con 2019, se observan caídas del 6,1% en jubilaciones y pensiones, 10,2% en pensiones no contributivas, 6,7% en salarios de trabajadores estatales y 1% en gastos de funcionamiento.

En cambio, los que más subieron en los últimos dos años fueron los gastos de capital (16%) y los subsidios económicos (87%), principalmente por el virtual congelamiento de las tarifas. «Aparece improbable que el gasto real muestre nuevas caídas en los próximos años. El desafío es que al crecer la economía, el gasto pierda peso relativo», concluye el Iaraf, dejando flotar la sensación de que ya no hay margen para seguir ajustando por las vías tradicionales.

¿Mucho o poco?

Otro enfoque lo aporta la consultora PxQ, que se pregunta si Argentina podría llegar al equilibrio fiscal en 2027. «Esto implicaría un recorte del déficit de 0,7% del PBI por año. ¿Es esto mucho, poco, nada? En principio, no parece un número irrazonable… El problema es si el país puede financiar esa convergencia fiscal dado el escaso tamaño de su sistema financiero y la debilidad de su moneda», apuntan desde el centro que dirige Emmanuel Álvarez Agis.

En su exposición ante los gobernadores del último miércoles, Guzmán defendió lo hecho en el plano fiscal y argumentó que la baja del déficit no tuvo tanto que ver con la contención del gasto sino con un mejor uso de los recursos, priorizando los que habiliten una recuperación económica más veloz.

Todo ello fue apuntalado por una mejora en la recaudación facilitada por la mayor actividad. Según las planillas oficiales de la Afip, en materia tributaria se cobró un 65,9% más que en 2020, unos 14 puntos por encima de la inflación.

«En 2021 hubo una reducción de manera virtuosa, con mayores ingresos que permitieron una política contracíclica, enfocada en gastos de capital, que permitió crecer un 10%. Nosotros proponemos ir ordenando esto gradualmente para que el Estado pueda seguir jugando este rol», manifestó el ministro. «