Para frenar la corrida cambiaria el gobierno nacional debió apelar a mecanismos que no son los del mercado. No fue el resultado de la coordinación gubernamental ni de la aplicación simultánea de las herramientas que propone el manual liberal. La salida, precaria aún, se logró por medio de tensas negociaciones y acuerdos en los que el equipo de Cambiemos puso en juego el poder del Estado.
El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, lo puso expuso en una entrevista con La Nación: «El gradualismo es hijo de algo superior, que es el pragmatismo».
Las autoridades del gobierno mantuvieron reuniones con los representantes de los bancos que actúan en el ámbito local durante el fin de semana anterior. Ya el viernes 11, el presidente Mauricio Macri había convocado a Olivos a directivos de Techint, Coto, IRSA y AA2000 entre otras de las principales empresas del país.
Allí el presidente aseguró que las medidas que se estaban tomando apuntaban a darle estabilidad al peso y aseguró que a ello apuntaba el inicio de las negociaciones con el Fondo Monetario.
Más específicos fueron Luis Caputo, ministro de Finanzas, y Federico Sturzenegger, presidente del Banco Central, quienes negociaron con los banqueros en el fin de semana para que estos adquirieran las Lebac en venta. Los bancos aceptaron a condición de que para ello usaran dinero inmovilizado en el BCRA, los encajes, por los cuales no reciben intereses. El BCRA emitió el lunes la resolución A 6508 sobre la adecuación del efectivo mínimo. El martes, los bancos incrementaron su tenencia de Lebac en un 15% para lo cual emplearon $ 74.717 millones, que antes recibían un 0% de interés y ahora percibirán un 40% anual.
La segunda pata de los acuerdos para salir de la emergencia fue el paquete armado con Templeton y Blackrock, dos enormes fondos especulativos (ante la Argentina se ubicaron en la misma línea que los buitre) por el cual ellos ingresaban U$S 3000 millones, lo que aseguraba la tranquilidad cambiaria, a cambio de una emisión de bonos que luego podrán ubicar en el mercado antes de su vencimiento o, en su defecto, serán reabsorbidos por el gobierno.
La tercera pata de este armado es la más importante: el acuerdo con el FMI ya que si este fracasa, se derrumba el tinglado económico y financiero de Cambiemos. Las negociaciones pecan de desequilibradas. «