El Ministerio de Economía planea echar mano al convenio de intercambio de monedas con el Banco Popular de China para mejorar la crítica situación de las reservas internacionales y normalizar, en parte, la importación de insumos productivos. Los correspondientes anuncios serán formulados la semana que viene, durante el viaje a ese país del presidente Alberto Fernández.
El primer tramo de ese swap (así se lo llama en la jerga financiera) ya fue habilitado a comienzos de año, luego de que se consiguiera el visto bueno del banco asiático para utilizar ese dinero que debía permanecer indisponible en el Banco Central, ya que en teoría había sido girado para fortalecer las reservas de la entidad. En la ocasión se autorizó el libre acceso a una fracción equivalente a U$S 5.000 millones, poco menos de un tercio de los U$S 18.000 millones del total.
Ahora, ante el virtual agotamiento de esa partida, el gobierno quiere reiterar el recurso. Para ello se inició el proceso administrativo que incluye la aceptación de que, a partir de su conversión a libre disponibilidad, el swap empezará a devengar intereses. Si bien las cifras se mantienen en reserva, se especula que la tasa a aplicar ronda el 8% anual.
La urgencia por contar con esos recursos está vinculada con la impotencia del Banco Central para frenar la corrida cambiaria, luego de que la brecha entre las cotizaciones bursátiles (la más típica, el CCL) y el dólar oficial llegara el último martes a 170%. La escasez de divisas también dificulta las importaciones: en septiembre la Unión Industrial Argentina denunció “la gravedad de la situación por la falta de acceso a divisas para el pago de insumosnecesarios para la producción” y estimó que la deuda comercial del sector privado por ese concepto es de U$S 38.000 millones, por lo que cada vez se torna más complicado lograr acceso a créditos con esa finalidad.
El acercamiento del gobierno hacia China para paliar la escasez de divisas se contrapone a la tirante relación con el Fondo Monetario Internacional, que fue virtualmente desplazado en su rol de prestamista de última instancia. Quizás por esa razón el staff técnico del FMI le dedicó un buen párrafo de su último informe al uso que Argentina hizo de los yuanes chinos en los últimos meses.
“La línea de swap se ha activado en varias ocasiones para proporcionar apoyo de liquidez a corto plazo, incluso para respaldar la financiación de las importaciones. En enero de 2023 se activó el equivalente a unos 5.000 millones de dólares. A mediados de agosto, aproximadamente 3.800 millones de dólares de este primer tramo se habían utilizado para ayudar a financiar importaciones (1.800 millones de dólares), así como para cumplir con las obligaciones del servicio de la deuda con los tenedores de bonos (EE.UU. 900 millones de dólares) y una parte de las recompras del Fondo en junio (1.000 millones de dólares)”, señaló el informe del FMI.