Los precios minoristas siguen a contramano de la expectativa inflacionaria del gobierno nacional con subas en abril que, junto con los indicadores negativos que graficaron el arranque del año, siguen siendo eje de preocupación para el gabinete económico en plena carrera electoral.
En las últimas horas se conocieron números para la polémica. Por un lado el Centro de Estudios Scalabrini Ortiz alertó que los precios subieron en abril un 1,8% en sentido general a la par de un incremento del 2,3% en la Canasta Básica.
A la par, la consultora Ecolatina informó que los aumentos de precios fueron del 2% en abril, por debajo del 2,5% que marcó la inflación oficial en marzo, pero aún en niveles molestos para las aspiraciones gubernamentales.
El Ceso, que focalizó su mirada en los precios de los supermercados (IPS-Ceso) apuntó que los mayores incrementos se registraron en Heladeras y Freezers, con precios que subieron en promedio el 5,7%; Azúcar, con una suba del 4,1%; Panificados, con aumentos del 4%; y Lácteos, que subieron un 2,4% solo en el cuarto mes del año.
En cuanto a la canasta básica, el CESO concluyó que en abril un adulto necesitó $2.219,62 para no ser considerado pobre, mientras que una familia tipo debió contar con 6.858,62 pesos para evitar esa condición. Con esos números, los costos subieron un 3,4% en un mes y un 29% en un año.
A la par, se afirmó la problemática del consumo. La Federación de Comercio e Industria de la Ciudad de Buenos Aires (Fecoba) encendió una alerta en relación con el consumo: las ventas cayeron un 2,8% en el cuarto mes del año, con 13 rubros recesivos de un total de 17 contabilizados.
Ese estudio reveló que hubo importantes caídas en los rubros Electrodomésticos y Electrónicos (-7,6%), Calzados (-6,7%), Mueblerías (-6,6%), Bijouterie (-6,0%) y Bazares y regalos (-5,5%) y subrayó que, aun con el regreso de las cuotas sin interés el poder adquisitivo de las familias se mantuvo resentido y frenó la demanda.
Pero el consumo de los asalariados no es el único en crisis, de acuerdo a la observación del Fecoba, porque las ventas a los sectores medio y medio alto sufrieron el impacto de las excursiones masivas de compradores argentinos a los países limítrofes.
También se refirió al tema el presidente de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Fabián Tarrío, quien señaló que las provincias lindantes con Chile y Paraguay otra vez se vieron perjudicadas por las compras en el exterior. En un mercado con precios en alza y con problemas de financiamiento, las ventas cayeron en el cuatrimestre inicial un 3,7%.
En abril, la caída de ventas en cantidades fue del 3,8% comparada con el número del año pasado, informó la CAME. En ese marco, cayeron todos los rubros de la canasta minorista sin excepción con joyerías y relojerías y marroquinería al tope de los sectores más perjudicados.
Un punto de coincidencia entre lo que midieron CAME y Fecoba se produjo en el rubro alimentos y bebidas, que en el primer caso, en el país, cayó sólo 0,5% y en el segundo, en Capital Federal, repuntó un 1%.
Miedo a perder el empleo
Mientras el gobierno desanda el camino hacia las urnas recostado sobre temas políticos y culturales, la economía no para de sumar datos negativos que detrás de la frialdad de los números esconde situaciones sociales que se vuelven cada día más dramáticas.
Un estudio del Centro de Estudios Metropolitanos (CEM) que elaboran la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET) y las universidades Arturo Jauretche y Nacional de Hurlingham aseguró que los indicadores de inseguridad laboral, alimentaria y económica empeoran o se mantienen igual respecto del informe presentado en octubre de 2016.
El estudio, una encuesta a la que respondieron 1700 residentes de la zona metropolitana, indica que en abril creció un 8% la cantidad de vecinos que experimenta inseguridad económica alcanzado el 80% del total. A la par, subió un 11% la inseguridad laboral, mientras que la inseguridad alimentaria se mantuvo estable respecto de la medición anterior, que se realizó en diciembre.
Coincidentemente con la situación del país, y en comparación al año pasado, el 51 por ciento considera que su situación económica personal es peor o mucho peor. En abril de 2017, mientras que el 22 por ciento manifiesta que su situación es buena o muy buena, el 34 por ciento asegura que es mala o muy mala. En diciembre de 2016 ese porcentaje rondaba el 25%, comparó el estudio universitario.
El malestar, agregó, se manifiesta en pautas de consumo: el 70% limitó la cantidad de productos en sus compras; el 74% cambió de marcas y el 35% dejó de comprar carnes con frecuencia con un pico del 50% en el segundo cordón del conurbano bonaerense.
En sintonía con el combo que presenta la encuesta, el miedo a perder el empleo alcanzó el 38 por ciento de la muestra, indicó el trabajo estadístico. Durante la presentación de los datos, el director Ejecutivo del CEM, Matías Barroetaveña, manifestó que desde diciembre a la fecha la mayoría de los indicadores empeoraron en alrededor de 10%. El referente subrayó que llama la atención la situación de la CABA donde la mitad de la población afirma que su salario no le alcanza, siete de cada diez redujeron sus consumos, la mitad dejaron de comprar medicamentos o compran de menor calidad y uno de cada tres tuvo que reducir las porciones de comida en su hogar por problemas económicos», concluyó.