El Indec publicará el miércoles el índice de pobreza del primer semestre de este año. En los últimos días el organismo dio a conocer una serie de datos relativos al segundo trimestre de este año que, a priori, lucen positivos. El informe de avance de actividad económica dio como resultado una crecimiento interanual del 6,9% para ese período. Días después, publicó los primeros informes de la Encuesta Permanente de Hogares que mostraron una contracción del desempleo y un aumento de la tasa de empleo. La desocupación cayó hasta el 6,9% de la población económicamente activa (la cifra más baja desde mayo de 1992), y la tasa de empleo escaló hasta el 44,6% de la población. Son mejoras sensibles en relación a lo que ocurría un año atrás.
El Indec también dio a conocer el informe de distribución del ingreso, que dio como resultado una mejora muy sensible del índice Gini, que mide la desigualdad, que se ubicó en un piso del 0,414. Según ese resultado, el 10% de la población que mejores ingresos tiene acapara 16 veces los del 10% más relegado cuando, un año atrás, esa relación escalaba hasta 20 veces.
Sin embargo, y paradójicamente, a pesar del crecimiento económico, la creación de empleo y la mejor distribución del ingreso, estimaciones privadas anticipan que el índice que se conocerá el miércoles dará como resultado una pobreza superior al 37%, equivalente a 17,2 millones de personas, y con una tendencia en franco crecimiento.
En ese pronóstico coinciden las proyecciones, realizadas sobre la base de datos oficiales, del director de la Maestría en Econometría de la Universidad Di Tella, Martín Rozada, y las del director del Instituto de Pensamiento y Política Públicas y presidente de Unidad Popular en el FdT, Claudio Lozano.
Rozada calculó que el dato de pobreza será de 37,1%, casi el mismo que el del segundo semestre de 2021 (de 37,3%), aunque en una dinámica muy distinta puesto que, en aquel momento, la curva resultaba descendente mientras que ahora la tendencia es creciente. El punto de inflexión se verificó en el promedio del semestre que va de noviembre de 2021 a abril de 2022, cuando llegó a un piso del 35,1% para retomar un ciclo ascendente. De hecho, para el especialista, entre marzo y agosto de este año, el promedio ya se ubica en un 39,9%.
En diálogo con Tiempo, Claudio Lozano explicó que «teníamos calculado el dato del primer trimestre de 2022 que, con los microdatos de la EPH, nos daba un 34,1% incluyendo el aguinaldo. Sacando el efecto del aguinaldo nos daba 36%. Tomando en cuenta la evolución de la canasta básica total y la de los ingresos familiares, surge un deterioro real de los ingresos de los sectores más bajos, que subieron un 29% mientras la canasta lo hizo en un 35%, con una caída en términos reales del 4%. Aplicando la relación entre caída real de los ingresos y la pobreza, tenemos que en el segundo trimestre estamos en torno al 38,4% y el semestre nos da 36,3 por ciento».
Lozano subrayó que «lo central es que el segundo trimestre ya marca un cambio de tendencia. La pobreza comienza a subir por dos razones. La primera es la aceleración en materia de precios y la segunda es la evidencia de una composición del empleo dominantemente atravesada por la informalidad y el trabajo no registrado. Sobre los 440 mil asalariados nuevos sumados entre el primer y el segundo trimestre, 425 mil no están registrados».
Más allá de la caída del índice de Gini, Rozada interpretó el informe de distribución del ingreso en forma crítica. En su cuenta de Twitter dijo: «Malos los datos de distribución del ingreso del segundo trimestre. El aumento interanual de los ingresos totales familiares (ITF) fue del 51%, casi quince puntos menos que el crecimiento de la canasta básica total. El ITF de los cuatro deciles más bajos creció casi siete puntos menos que la canasta básica total». Para Rozada, «esto sugiere que la tasa de pobreza del segundo trimestre ya corre al 40% (o más) y la tasa de pobreza del primer semestre de 2022 que informará el Indec la semana que viene seguramente será mayor a la del segundo semestre del año pasado».
En la misma línea, Lozano señaló que «siempre los datos parecen contradictorios si uno mide la distribución del ingreso por deciles. En la EPH no aparecen las grandes fortunas de la Argentina ni están presentes los factores del poder económico. Discutir la distribución por deciles es siempre subestimar. Hay que esperar la distribución funcional del ingreso».
Dicho de otra forma, la mejora en la distribución del ingreso se produjo sobre la base de una contracción general de los ingresos de los asalariados. De hecho, según el mismo informe, el ingreso individual necesario para estar dentro del 10% de la población con mayores ingresos en el segundo trimestre del año fueron necesarios apenas $ 130 mil muy cercanos al valor que establece la línea de pobreza.
Para Lozano, además, «en el segundo semestre del 2021 y el primer trimestre de este año aflojaron con el ajuste y se desaceleraron los precios. Ahora vivimos exactamente lo contrario. Volvieron con el ajuste y se aceleraron los precios. La distribución del ingreso funcional se va a agravar y vamos a un proceso de desaceleración de la actividad con un descenso de precios mucho más lento».
Según las proyecciones privadas, en la actualidad, ya son 18,5 millones los habitantes que viven en hogares que no logran reunir los $ 119.757 necesarios para que una familia integrada por dos adultos y dos menores eluda una situación de pobreza. «
Ocho de cada diez nuevos puestos no se registraron
Una de las claves para explicar el ascenso de la pobreza en el marco del crecimiento económico surge de analizar el carácter de la creación de empleo. El 6,9% de desempleo resulta la cifra más baja desde mayo de 1992 si se omiten los datos oficiales del período donde las estadísticas se encuentran cuestionadas.
En apenas un año el desempleo cayó 2,7 puntos y la tasas de actividad subió 1,8 puntos. De este modo se crearon 1,5 millones de puestos de trabajo. Sin embargo, 1,2 millones corresponden a asalariados sin registrar que equivalen al 80% de los nuevos puestos. Por eso, el porcentaje de asalariados no registrados escaló en un año desde 31,5% hasta 37,8%.
El mismo informe muestra una mejora sensible del empleo entre los jóvenes. El desempleo entre las mujeres de 14 a 29 años cayó del 22,4% al 13,9% y, entre los varones, del 16,1% al 12,6%. Es ese segmento el que sufre los niveles más graves de informalidad laboral. A la vez, los salarios no registrados son los que más poder adquisitivo resignaron. Entre junio de 2022 y 2021 subieron un 58% mientras la inflación acumuló un 64%.