El verano es una anomalía dentro del sistema del fútbol local. En las canchas, sucede lo que pasa a cuentagotas en el resto del año: los hinchas, los de ambos equipos, habitan las dos tribunas. Gritan en el José María Minella. Festejan en el Martearena de Salta. Pueblan el Estadio Ciudad de La Plata para la Supercopa Argentina. Y, de cuerpo entero en el lugar de los hechos, deliran los de Lanús en una cabecera y sufren los de River, en la otra. Ocupan su espacio.
Desnaturalizan lo que hoy parece normal. Al menos en una estación, por unos pocos días, los hinchas están adentro. Es un privilegio de clase solo apto para los clubes de Primera. El resto, el Ascenso, ni siquiera transita su veranito. Sigue mirando todo desde afuera.
La disposición es vieja. En Primera, se reflotó el 10 de junio de 2013, cuando la Bonaerense asesinó a Javier Gerez de un balazo de goma mientras jugaban Lanús, su club, y Estudiantes, en el Ciudad de La Plata. La vuelta de los visitantes se volvió un pedido que, salvo algún caso aislado, solo convoca a los hinchas. Escasean los dirigentes dispuestos a poner el tema sobre la mesa. La crisis de la AFA tampoco despertó el debate. Es un punto silenciado: los hinchas están afuera de las canchas y también de la toma de decisiones.
El borrador de estatuto que la FIFA le bajó a la AFA le recortó poder al Ascenso, pero incluyó nuevos actores en la Asamblea. En el texto llegado desde Zurich y negociado el último lunes en el Hotel Emperador aparecen el fútbol femenino, el Futsal, el fútbol playa, los árbitros, los jugadores y los entrenadores. Nada dice acerca de los hinchas. Su ausencia es una declaración: para la FIFA no son prioridad. No se los considera actores. Tampoco lo son para la AFA que hace rato descartó, por caso, la pelea por sostener la gratuidad de la televisación.
Al texto que envió la FIFA y que se aprobaría el 24 de febrero, algunos clubes del Ascenso sugirieron agregar una comisión del hincha, un espacio que actúe como un sindicato de los intereses del sector. La Coordinadora de Hinchas (CdH) apuntó más alto: reclamó un lugar en la recortada Asamblea. Pidió voz y voto en la aceptación del nuevo estatuto. No lo lograron. La discusión del reglamento podría ofrecer otra ventana para instalar el tema. De poco, la CdH crece más allá de los límites de Buenos Aires y se nacionaliza en base a sus consignas, que no integran la agenda diaria de la lucha de poder en Viamonte 1366. Ayer, por caso, llevaron adelante el primer plenario nacional en la Universidad de Avellaneda. «¿Hinchas o clientes?», «La función social de los clubes» y «Demandas y derechos de los hinchas» fueron algunos de los talleres.
El verano es una anomalía dentro del sistema. Acaso sea el escenario para que los hinchas, los caídos del mapa, terminen con su exclusión.