Al barrio lo hicieron los inmigrantes españoles. Al club lo fundaron los vecinos, entre ellos exiliados del franquismo. Un barrio proletario, un club a su servicio. Estaba el matadero, la fábrica de neumáticos y faltaba el club. Primero fue boxeo, después el fútbol. De Villa Española Boxing Club al Club Social y Deportivo Villa Española. “Barrio del alma cubierto por las flores / de mil colores refugio de amistad”, dice el himno. En Villa Española vivió Obdulio Varela, el Negro Jefe, capitán del Maracanazo, el Uruguay campeón en Brasil 50. El estadio del Villa, que está en Parque Guaraní, se llama Obdulio Varela. Sigue el himno: “Este es mi barrio que lindo que lo veo / flor de Montevideo orgullo nacional».
«Cultura de barrio” es el lema de Villa Española, club de la segunda división. Es lo que se lee en la camiseta roja y amarilla con tonos morados, homenaje a la Segunda República española. Lo impulsaron Agustín Lucas, ex jugador, poeta y actual coordinador del plantel, y Santiago “Bigote” López, el ídolo y referente de la comisión de cultura. Bigote acaba de anunciar su retiro del fútbol en un marco de violencia y amenazas que lleva unos meses en el club pero se agudizaron en los últimos días. La situación es tan delicada que la Mutual de Futbolistas decretó un paro en Uruguay. Un fiscal investiga de oficio estos episodios que, incluso, llevaron a la renuncia de la comisión directiva de Villa Española.
Días atrás, ante una denuncia de dirigentes opositores, el Ministerio de Educación y Cultura de Uruguay intervino Villa Española por supuestas irregularidades y violaciones estatutarias, entre ellas la de “politizar” al club. Además de llamar a elecciones, la medida incluye regular el uso de las redes sociales. La directiva de Villa Española estaba dispuesta a apelar la medida, pero los hechos de violencia se agravaron y decidieron apartarse.
“En el club -escribió la directiva en el comunicado de renuncia- intervinieron el MEC y la violencia. Al primero respondimos con voluntad democrática y autocrítica, a la segunda respondemos condenándola y apartándonos de esas lógicas”. El presidente de la Mutual, Diego Scotti, agregó otro ángulo: la renovación de los derechos televisivos que busca Tenfield, la empresa de Paco Casal. Ahí vale mucho el voto de cada club, también el de Villa Española. Tenfield rechazó el señalamiento y amenazó con acciones legales.
Durante mayo, en el partido con La Luz, Villa Española salió con una camiseta con los nombres de desaparecidos uruguayos. En la tribuna del Obdulio Varela estaban los familiares invitados por el club. Bigote casi cae preso antes del partido por defenderlos de los policías que no dejaban que entraran con carteles. Solucionó el asunto y se metió a la cancha a jugar. El año pasado, también en mayo, mes de la memoria, la verdad y la justicia, ocurrió algo similar. Camisetas en homenaje a los desaparecidos. “Nunca más”, se leyó en el alambrado. El árbitro informó a la Asociación una posible «manifestación política o religiosa”. La AUF respondió que “la defensa de los derechos humanos es un valor universal”.
En el último partido con Racing, cuando ya se había dispuesto la intervención, los jugadores salieron con carteles. «Solo el amor alumbra lo que perdura», decía uno. «La primera independencia es leer», se leía en otro. «Nunca más», insistían. Tenfield no los mostró. Los jugadores también acusaron agresiones. El más apuntado es Bigote, el referente, el que en su contrato tenía la cláusula para viajar a los recitales del Indio, Los Fundamentalistas o Skay, el que es respetado por las figuras de la selección uruguaya, el que reivindica al barrio y el que se reivinca como artista y trabajador; el que construyó un sentido de pertenencia con el Villa. Bigote ahora dice que no va más.
“Me molesta el silencio”, le respondió hace unos años Bigote López al periodista Mario Bardanca en una hermosa charla. “Yo levanto la voz y al que le venga bien, bien, y al que no…”. Al gobierno de Luis Lacalle Pou le molestó que Bigote también se pronunciara contra la Ley Urgente de Consideración (LUC). Pero Bigote hizo más que eso. Armó una biblioteca en el vestuario y en la sede, para los pibes del barrio, y ayudó al barrio en la pandemia. Villa se pronuncia contra la homofobia y tiene talleres de género. Y tiene la Cantina Sócrates, guiño a la Democracia Corinthiana. “Un barrio vive y respira esos colores”, canta Canario Luna en “Al Villa con amor”. Canario se crió en ese barrio que hoy sufre por el Villa, un club social que tiene parado al fútbol uruguayo.