Tenemos que hablar para ver lo que vamos hacer en el futuro…
No hay futuro. Ya no hay más nada. Ya pasó todo lo mejor. Nunca más vamos a poder hacer lo que hicimos.
Ehhh Nostradamus.
Lo mejor ya pasó. Todo lo que pase ahora en tu vida va a ser a través de tus hijas.
Y bueno, siempre todas las cosas deben evolucionar hacia delante. Eso es un poco lo que tenemos que hacer. Siempre para que la cosa siga rondando.
Like a Rolling Stone.
Guillermo Vilas contraataca al fatalismo casi natural de Gastón Gaudio. El diálogo forma parte del documental Perfect Day, que se filmó en París hace unos años y que reunió a los dos campeones de Roland Garros. Vilas y Gaudio se encuentran todos los años en el polvo de ladrillo que les cambió la vida. Este año el encuentro tuvo un contexto especial: se cumplieron 40 años desde aquel domingo 5 de junio de 1977 en el que Vilas derrotó al norteamericano Brian Gottfried por 6-0, 6-3 y 6-0 y conquistó el torneo que soñó ganar desde chico en Mar del Plata.
A los 64 años, el mejor tenista argentino camina con su hija mayor Andanin por los pasillos de Roland Garros. Ella, como él, juega al tenis. Casado con la tailandesa Phiangphathu Khumueang, Vilas es padre de cuatro hijos: tres nenas (le siguen Intila y Lalindao) y de un varón (Guillermito, de tres meses). El clan Vilas vive en Mónaco por decisión familiar para acompañar a su hija mayor en su carrera como tenista: radicados en Europa todos los torneos les quedan cerca.
Vilas siempre vivió por el mundo No solo cuando jugaba. Ya retirado, de hecho, pasó mucho tiempo en París en su departamento de la Avenue Foch a metros del Arco de Triunfo. Porque de alguna manera a París siempre le quedará Vilas, a Vilas la gloria de su título imborrable de Roland Garros y a todos los argentinos el tenis gracias a él.
A 40 años de su conquista, esta semana se cruzó con Ion Tiriac, su entrenador, con quien ganó 4 Grand Slam, 16 títulos en un año y 46 partidos al hilo. Tiriac tiene 78 años. «Vilas fue un libro, el mejor jugador de todos los tiempos. Porque con un talento muy limitado, con un trabajo enorme, llegó a ganar Grand Slams, un Masters. Un gran jugador, una gran personalidad», lo definió.
El juego de Vilas, que ningún argentino pudo disfrutar en vivo porque eran tiempos en los que el deporte no era televisado y solo podían verlo cuando jugaba por la Copa Davis en el país, tiene un poder simbólico incalculable. La Asociación Argentina de Tenis asegura que entre 1.300.000 y 1.700.000 personas juegan al tenis en el país. Vilas sigue disfrutando de Roland Garros y su historia, like a Rolling Stone.