Si esta semana, a partir de una declaración de Lionel Messi, se acentuó el debate sobre qué lugar tendría la Scaloneta en un ranking de grandes equipos o selecciones de fútbol, los All Blacks –mucho antes de su 44 a 6 del viernes ante Los Pumas por las semifinales del Mundial de rugby Francia 2023– son los principales candidatos a quedarse con un rótulo que tiene mucho de juego: la mejor selección de la historia de cualquier deporte.

A su excelencia deportiva (de 636 partidos, ganó 489, empató 23 y perdió 124, un 77% de eficacia, que hasta 2017 era del 86%), le suma su habitual protagonismo en los Mundiales (de 10 ediciones, incluyendo la actual, llegó a cinco finales y el próximo sábado irá por su cuarto título), su impactante vestimenta, el tradicional haka y una intimidad que, sin embargo, pocos conocen.

Un libro publicado en 2017, Legado, 15 lecciones sobre liderazgo, Qué nos enseñan los All Blacks sobre la empresa de vivir, es un viaje a ese mundo. Su autor, el escritor James Kerr, acompañó al equipo durante cinco semanas. Además de ver entrenamientos y partidos y de hablar con managers, jugadores y creadores de la marca All Blacks, relató imágenes. Por ejemplo, después de un triunfo por 40 puntos ante Gales, el entrenador llamó a los jugadores para charlar sobre el partido («Jugamos bien, pero no lo suficiente», los felicitó-retó), y antes de irse, dos de los jugadores más veteranos agarraron un escobillón, comenzaron a barrer el vestuario y juntaron el barro y las vendas. O sea, los All Blacks limpiaron su mugre.

El libro arranca en una mala temporada de los All Blacks en 2004, con jugadores vencidos y alcoholizados tras los partidos. Le siguió una reconversión, una búsqueda del «ser del equipo», que comenzó con preguntas: «¿Cómo podemos mejorar esto? ¿Qué piensan?». Se menciona un proverbio maorí: «Deja que sigan las preguntas; la habilidad de una persona está en hacer preguntas«. Y se multiplican los porqué: «¿Qué tengo para ofrecer al equipo?», «¿Qué estoy preparado para sacrificar?». Las respuestas, dice el libro, son el inicio del ser del equipo.

Quedaron afuera jugadores que dificultaban la posibilidad de cambio. «Mejores personas hacen mejores All Blacks», es una frase guía. Los All Blacks tenían un objetivo y los recursos (el entrenador del scrum viajó a perfeccionarse a un campamento de luchadores de sumo en Japón), pero el resto dependía de los jugadores en el campo de juego. Y un tema central fue cómo trabajar el cerebro bajo estrés. Un entrenamiento a la semana se hacía para plantear un exceso de problemas. Técnicas simples, casi meditativas, mapas, mantras, para convertir agobios en la capacidad de mantener la claridad situacional y la buena toma de decisiones. Porque, como dijo, Mike Tyson: «Todo el mundo tiene un plan hasta que le dan una trompada». También se cita a un entrenador de tenis, Nick Bollettieri, que dijo que «hay que ser como el ciempiés. Si tuviera que pensar en mover todas sus patas en el orden correcto, se paralizaría. Lo mismo vale para los humanos. Hay que usar la parte inconsciente del cerebro».

Otro tema central en el mundo All Blacks es cómo hacer para que los jugadores, impulsados por el deseo de gloria individual, se entreguen al esfuerzo grupal. Llega una cita de Rudyard Kipling, escritor inglés: «La fuerza de la manada es el lobo y la fuerza del lobo es la manada». Y también hay buenas frases sueltas que explican el eterno poderío de los All Blacks, como «No es suficiente ser bueno, hay que ser grande», «No es la camiseta, es el hombre en la camiseta», «No es un trabajo, es un honor», «Vas al frente o te vas» o «No dejen que la música se apague dentro nuestro».

Mucho antes de su extraordinario homenaje a Diego Maradona a su muerte, en noviembre de 2020, Los All Blacks habían estado cerca de dejar el haka. Lo odiaban. Es un canto maorí –los primeros habitantes de las islas que hoy se llaman Nueva Zelanda, mucho antes de los europeos– que la mayoría de los jugadores no sentía porque no eran maoríes. Entonces lo cambiaron y le pusieron significados acordes a lo que hoy es la cultura de los 5 millones de habitantes de Nueva Zelanda: descendientes de maoríes (el 14%) pero también europeos (70%), fijianos, tonganos y samoanos.

El nuevo haka, creado en 2005 y que mantiene la intimidación a los rivales y el llamado a los ancestros para que ayuden en la batalla, es más polémico que el anterior porque los jugadores muestran la lengua y llegó a incluir, alguna vez, un gesto de decapitación: de usar el dedo como un cuchillo por el cuello.

El primer haka documentado tiene más de 100 años: fue en una gira por Europa en 1905. En realidad, hasta el Mundial 1987, el primero justamente en Nueva Zelanda, el haka sólo se hacía de visitante, nunca en el país. En 1989, en otra gira por Europa, los irlandeses casi que se infiltraron entre los All Blacks, como un contrahaka. Algunos años después, los galeses, apenas terminó la danza, permanecieron quietos durante dos minutos, congelados, sin hacer nada, y los rugbiers de Nueva Zelanda quedaron descolocados. Pero la reacción que traspasó un límite fue la que tuvieron los jugadores de Francia, en el Mundial 2007, cuando se le pusieron casi nariz a nariz y terminaron recibiendo una multa económica fuerte.

La IRB hizo una doble prohibición: los rivales no podrían cruzar mitad de cancha para acercarse a los All Blacks durante el haka y los All Blacks no podrían avanzar más de 10 metros desde donde habían comenzado. Fue en ese momento en el que los All Blacks presentaron su segundo haka. Hasta entonces tenían uno solo, el de siempre, el Ka Mate, en el que la letra habla de «vivir, de morir», y a partir de entonces lo alternaron con uno más ofensivo, el Kapa O Pango, con una letra que se refiere a la «supremacía» y muestra la lengua y el degüello.

Legado termina con una intimidad: cada jugador que se suma a los All Blacks recibe un libro. Que empieza por la primera camiseta, de 1905, y sigue con héroes, pautas, códigos y, sobre el final, varias páginas en blanco. Porque el futuro está por venir y lo tienen que escribir los nuevos, los que el viernes arrasaron a Los Pumas y el sábado irán por otro título para ratificarse, otra vez, como la mejor selección de la historia de cualquier deporte.