La historia de los Juegos Deportivos Universitarios se remonta a 1959, en Turín, Italia. La Argentina recién presentó su primera delegación en Shenzen 2011: «Éramos cinco y nos reíamos entre nosotros. Fuimos a ver qué onda, no teníamos dimensión de lo que nos íbamos a encontrar. Y vimos que se trataba de unos Juegos Olímpicos. Esto nos llevó a fundar la Federación de Deportes Universitarios en 2012», recuerda Emiliano Ojea, quien hoy es el presidente de FEDUA, desde Taipéi, donde se desarrolla la 29ª edición de un evento nuevo para la Argentina, pero de constante crecimiento e importancia. De esos cinco que desfilaron por primera vez en la ceremonia inaugural se pasó a 258 estudiantes y atletas argentinos hasta 28 años que compiten hoy en casi todas las disciplinas. Antes fueron 31 en Kazan, Rusia, y 120 Gwangju, Corea del Sur.
¿A qué se debe ese crecimiento? «La aparición de FEDUA en 2012 fue fundamental, con un grupo de universidades nacionales y otras privadas. A partir de allí pensamos el deporte con una perspectiva federal creando los Juegos Universitarios y firmando convenios con las distintas federaciones deportivas para hacer selectivos en todo el país. Casi todas las potencias del mundo lo tienen como parte de la planificación estratégica de su desarrollo de alto rendimiento: el 80% de los medallistas de Londres 2012 y Río 2016 pasaron alguna vez por una Universiada», dice Ojea a Tiempo desde la lejana Taipéi.
Para que esto suceda es importante el apoyo económico de la Secretaría de Políticas Universitarias y del Ministerio de Educación de la Nación, algo que se viene haciendo desde el gobierno anterior. El titular de FEDUA aclara que aún hay mucho trabajo por hacer: «Nuestro objetivo es que el Enard y la Secretaría de Deporte de La Nación lo empiecen a tener en cuenta, a otorgar financiamiento y a ponerlo como parte de su planificación, como lo hace la mayoría de las federaciones locales».
En 2013 se hizo una planificación seria para representar al país con los primeros selectivos y con la presentación de seleccionado de vóley, bajo el mando de Waldo Kantor y con la tutela en el armado de Julio Velasco. El resultado: la primera medalla de bronce para la Argentina en la historia de las universiadas que llegó con ese deporte.
Hoy las expectativas son otras con más selectivos en todo el país y con la aparición de más deportes de conjunto como el básquet y el waterpolo: en la primera semana de competencia, el taekwondo ya entregó las primeras buenas noticias para la delegación con la medalla plateada de Lucas Guzmán (estudia la tecnicatura en Deportes de combate en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora gracias al programa Doble Carrera) y el diploma olímpico de Luciana Angiolillo (5° puesto, estudiante de Educación Física en la Universidad de La Plata).
Todavía falta lo mejor, ya que Belén Casetta (estudiante de Medicina en la Universidad FASTA de Mar del Plata), abanderada y finalista mundial de los 3000 metros con obstáculos y también en los 1500 metros.
Además, los seleccionados de básquet y vóley masculino ya están en etapas de definición. El fútbol ya quedó eliminado de la pelea por las medallas.
Sin embargo, en esta etapa del deporte universitario de la Argentina, se apunta a algo más importante que un resultado: «Estamos más armados y organizados, existe un sistema de selectivos, tenemos el programa Doble Carrera para fomentar el estudio en el alto rendimiento. Esto es algo que recién lo estamos implementando, lo tenían todas las potencias y también Brasil y México. Apostamos al crecimiento de estos jóvenes y a su evolución en atletas de elite, apoyados con el estudio. Queremos organizar el deporte universitario en la Argentina. Estamos creciendo muy rápido», agregó Ojea.
¿Se puede pensar a la Argentina como sede de una Universiada?
Mmm, no creo. En Taipéi hay una villa olímpica para 12 mil personas de 17 países, un estadio tiene más pistas de atletismo que en toda la Argentina. En infraestructura deportiva estamos muy atrás. Lo bueno es que los juegos universitarios son cada dos años (los próximos son en Nápoles 2019). Es el triple de la estructura necesaria por los Juegos Olímpicos de la Juventud. Hay que ver los resultados de Buenos Aires 2018, tal vez se pueda planificar de acá a diez años. Estamos hablando de una magnitud de Juego Olímpico.