El «operativo desgaste» contra el entrenador de la Selección incluye «carpetazos», «filtraciones» y «operaciones». El objetivo: que renuncie y no sea despedido para que la AFA evite pagar la cláusula de rescisión. Jorge Sampaoli siempre supo cómo emplean esas palabras Claudio Tapia y Daniel Angelici. El sueño de dirigir a Argentina pudo más. Detrás de la continuidad después de Rusia se libran otras batallas en la alianza de desconfianzas entre el presidente Tapia –el hombre de los clubes de Ascenso– y el vice Angelici –el hombre del poder y de Mauricio Macri–.
Angelici ya está en la Argentina. El presidente de Boca fue el último en llegar. Después de que se expida el Comité Ejecutivo de la AFA, donde hay divergencias en relación al futuro de Sampaoli, llegará la reunión entre Tapia y el entrenador, que se siente convencido para seguir. Más allá de que su contrato es hasta Qatar 2022, sabe que está en el lugar que deseaba cuando dejó en mayo de 2017 el Sevilla a partir de la relación amistosa de Angelici con José Castro, presidente del club español.
El empuje para que Sampaoli deje la Selección surgió horas después de la derrota ante Croacia en Nizhni Nóvgorod, con audios viralizados. Fue el tiempo que aprovechó Angelici, con línea directa a la Casa Rosada: si se desgastaba a Sampaoli, se desgastaba a Tapia. «El proyecto de Jorge tiene una primera etapa de cinco años y no depende del resultado del Mundial», había dicho Tapia el 4 de abril.
Angelici, que eligió a Sampaoli, le quiere cargar la cuenta a Tapia. De ahí que cuando el presidente de la AFA llegó el miércoles con Sampaoli a la Argentina, mientras el entrenador dejaba el aeropuerto por un lado, por otro dirigentes de su núcleo duro le dieron una bienvenida con apoyo y foto pública. Nicolás Russo, presidente de Lanús, desvió horas más tarde la responsabilidad de los pifies en Rusia a los jugadores históricos. «Fuimos a Ezeiza a hacer músculo –grafica otro dirigente–. Aunque pongan al Mossad o la CIA, los votos los tenemos nosotros. Todo lo que pasó es culpa también de los jugadores y nuestra, que somos ‘jugadoristas'».
La semana había empezado con otro tema en la agenda: el pase de Mauro Zárate de Vélez a Boca con la promesa de jugar en la Selección. «Le comento textual lo que me dijo el jugador –aclara Sergio Rapisarda, presidente de Vélez–. Si es una picardía para hacer una operación, allá ellos». El miércoles, Zárate dijo en TyC Sports que nunca había hablado con Angelici. «Bragarnik era la persona que hablaba por parte del presidente», precisó. En Fox Sports, otra pantalla de la productora Torneos, una placa puso a Zárate –31 años– como un delantero que podía integrar la nueva Selección. Torneos también jugó el Mundial, con la presencia de Ignacio Galarza, su CEO, junto a Tapia en la concentración de Brónnitsy. Hay acuerdos entre la AFA y Torneos por derechos televisivos que vencen entre 2019 (B Nacional y Metropolitana) y 2020 (amistosos de la Selección). Y hay corrillos de licitación y mejores ofertas en la AFA y reacciones contra Tapia en Torneos.
Angelici tiene a muchos que hablan por él. En Torneos. En la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). En la AFA y la Superliga. Christian Bragarnik, el representante más poderoso del fútbol argentino que operó en el pase de Zárate, se había sentado en la mesa durante la ruptura del contrato de Sampaoli con Sevilla. Bragarnik es el representante de Sebastián Beccacece, el ayudante de campo de Sampaoli en el Mundial, que dejó el viernes el cuerpo técnico «de mutuo acuerdo», como explicitó la AFA. La filtración a la prensa del contrato con el entrenador y de las compras que realizó había sido menos sutil. Lo que eran inversiones de la AFA, como la adquisición de tecnología, pasaron a ser gastos personales.
Sampaoli evalúa Rusia y trabaja en el plan «60+6»: el seguimiento de 60 jugadores y seis arqueros con proyección para renovar la Selección con el eje en Qatar 2022. En la AFA no quieren pagar el monto de la indemnización, que se reduce drásticamente después de la Copa América de Brasil 2019. Sea por esa variable económica o porque los entrenadores que gustan tienen trabajo o les responderían que no, puede seguir a pesar de ese «operativo desgaste». Y si no continúa, se sabe, será «de mutuo acuerdo».