Todo lo que les importaba a los hinchas del Athletic cuando tiraron abajo el viejo San Mamés después de cien años era que al nuevo también se pudiera llegar caminando. Y lo hicieron al lado, más moderno pero también al final de la Gran Vía de Bilbao, en el barrio de Indautxu, para mantener los hábitos de la cancha, comer unos pintxos, tomar sus potes, su vino, y llegar al partido. Quedarse en la zona era una forma de que no dejara de escucharse el rugido del león, que no dejara de ser la Catedral, el lugar que ayer recibió con público a la selección argentina y a Lionel Messi, una escala previa al partido con Italia en Wembley, pero sobre todo a Qatar 2022.
El primer equipo argentino que jugó en el San Mamés fue Boca, la gira europea de 1925, también la primera de un club argentino. Perdió 4-0 con Real Unión de Irún y 4-2 con el Athletic. En Boca atajaba Américo Tesorieri. En el Athletic jugaba Sabino, cuyo nombre, como escribió Patxo Unzueta en su bellísimo libro A mí el pelotón, está vinculado al nacimiento de la furia española. “A mí el pelotón, Sabino, que los arrollo”, le gritó su compañero Belauste, también del Athletic, en un partido contra Suecia por los Juegos Olímpicos de Amberes. Sabino lanzó, Belauste corrió con la pelota, arrastró a cuatro suecos, al arquero y todos terminaron adentro del arco.
En 1949 también Newell’s jugó con el Athletic en San Mamés y le ganó 3-1. Racing jugó dos veces, ganó 3-0 en 1950 y cayó 5-4 en 1954. River cayó 5-2 en 1951, el mismo resultado que tres años después se llevó Independiente, que volvió en 1985 para un 0-0. También fue Deportivo Español a celebrar su ascenso a la Primera B y perdió 5-0. Pero el club argentino que más partidos jugó en el viejo San Mamés, inaugurado en 1913, fue San Lorenzo, empate 3-3 en 1947, triunfo 3-2 en 1949 y derrota 5-2 en 1964.
El País Vasco fue mucho más para la historia de San Lorenzo, que tuvo a Ángel Zubieta y Isidro Lángara, uno del Athletic y otro del Real Oviedo, los dos de la selección de Euzkadi que estaba de gira por México cuando los franquistas tomaron Bilbao durante la guerra civil. Primero llegó Zubieta y después llegó Lángara en un exilio futbolístico. Zubieta fue el capitán del equipo campeón de 1946, el de Farro, Pontoni y Martino.
“Siempre hubo mucho cariño a la Argentina por haber acogido a esos jugadores vascos en los años 30. Se dice que en el lugar que más vascos hay no es el País Vasco sino en la Argentina”, cuenta Ricardo Bajo, periodista, hincha y socio del Athletic Club.
“Pero también hay algo de amor y odio”, dice. En esa contradicción habitan dos nombres, Diego Maradona y Diego Simeone. Diego, en Barcelona y con César Luis Menotti de entrenador, tiene dos episodios con el Athletic, la patada de Andoni Goikoetxea que lo rompió, el 24 de septiembre de 1983, y una pelea mitológica en medio del campo del Santiago Bernabeu, un año después, en la final de la Copa del Rey que ganó con el Athletic. Diego perdonó a Goikoetxea cuando volvió a Bilbao con el Sevilla, en 1992. Tomaron un café, charlaron. Y Diego elogió el viejo estadio. “Es precioso, San Mamés es precioso”. Todo quedó en paz.
Con Simeone pasó el pisotón a Julen Guerrero, el 8 de diciembre de 1996, cuando jugaba para el Atlético de Madrid. En su documental Vivir partido a partido, ensaya un pedido de disculpas. «Fue una reacción innecesaria -dice-. Siempre fui fuerte, siempre fui temperamental, pero eso es una agresión. Obviamente está mal». Julen Guerrero le aceptó el perdón. Pero los hinchas del Athletic tienen otras cuentas pendientes con él, que a su equipo le diga “el Bilbao”. “Ya se le ha dicho en Bilbao que nos molesta, que es una falta de respeto, que somos Athletic Club o Athletic”, dice Bajo. Viene de los tiempos de Franco, de cuando el dictador castellanizó el nombre del club, lo obligó a llamarlo Atlético de Bilbao.
Pero también está Marcelo Bielsa, el amor por el fútbol que desplegó su equipo, a pesar de las finales perdidas, un equipo que mantiene la tradición de formar con jugadores vascos o hijos de vascos. Está también Lionel Messi, un rival querible, siete goles en trece partidos en el estadio del Athletic, el viejo y el nuevo. Y alguna masacre. “Cuando a Messi nos ha hecho trizas con el Barsa lo hemos aplaudido en San Mamés”, dice Bajo. Como aplaudieron a Ricardo Bochini semanas atrás cuando le entregaron el premio One Man Club, el hombre que sólo ha jugado en un equipo.
Messi volvió ahora con la Argentina. Lo que pasará este miércoles será Wembley, contra Italia. Luego habrá vuelta al País Vasco, al estadio de la Real Sociedad, para un amistoso con Estonia el próximo domingo. Mamés, según la leyenda cristiana, fue un martir turco, torturado, tirado a la arena del circo romano para que lo devore un león. Pero el león lo cuidó. Los romanos tuvieron que matarlo con un tridente. Los jugadores del Athletic son los leones. Los que rugen y defienden la Catedral. “Ese león existe, al menos en escayola”, escribe Unzueta en su libro. Que ruja también la selección argentina.