Roberto Ayala, uno de los ayudantes de Lionel Scaloni en el cuerpo técnico de la selección, es el tallo del racimo de abrazos. Festejan la Copa América 2021 en pleno Maracaná. “¡El camino lo marcaron ustedes!”, les dice Ayala a Lionel Messi, Ángel Di María y Nicolás Otamendi, sobrevivientes de la vieja generación. Di María es el autor del 1-0 en la final ante Brasil, la emboquillada que le dio un título a Argentina después de 28 años y siete finales perdidas. Había tenido a su Ángel. Correa, compañero del lateral izquierdo brasileño Renan Lodi en Atlético de Madrid, fue el autor intelectual del gol: le había dicho a Rodrigo De Paul que pusiera la pelota a la espalda de Renan Lodi, que “se le complicaba un poco”. Es una pequeña gran historia detrás de lo que vimos todos. En el tsunami de series y documentales deportivos en cada vez más plataformas, Selección Argentina, la serie. Camino a Qatar es correcta y elemental en términos narrativos. Pero sirve para comprender cómo se conformó un grupo -la Scaloneta- que ya se metió en la historia. También para vivir los meses previos al Mundial. Y a la AFA para exponer hacia afuera a la selección, el mayor capital de Claudio “Chiqui” Tapia.
La selección siempre fue prioridad en la atención de Tapia, desde que era el dirigente a cargo de la delegación en la Copa América Centenario de Estados Unidos 2016, en el descalabro de la AFA post Julio Grondona. La selección -y la femenina y las juveniles- como símbolo de la gestión de Tapia, mientras los torneos locales se desintegran con escándalos arbitrales y cambios reglamentarios. Tapia creyó en Scaloni cuando casi nadie creía. Fue su pleno en la ruleta del fútbol después del turbulento Mundial de Rusia 2018. Y después de que dijera, durante los primeros meses como presidente de la AFA, que Jorge Sampaoli era el mejor entrenador del mundo. Selección Argentina, la serie (Amazon Prime-Grupo Octubre, este miércoles a las 22 se estrena por Canal 9) arranca con la génesis, el recambio. Antes de que el capítulo uno se cierre con la Copa América, Tapia dice acerca de Scaloni, desligándose de la elección de Sampaoli: “Nunca se puso por encima de los chicos”. Que se haya jugado tras 29 años el título entre el campeón de América y el de Europa, la Finalissima ante Italia en Wembley, también fue parte de una jugada política que aceitó la alianza Conmebol-UEFA contra la FIFA y que le entró como anillo al dedo a la AFA de Tapia.
Pero la serie además es un ojo fisgón de la intimidad de los futbolistas y el cuerpo técnico. De las horas de química en el predio de Ezeiza entre los vuelos a Brasil durante la Copa América y de las horas en Lezama, la ciudad deportiva de Athletic Bilbao en la que el equipo se concentró antes del baile a Italia en la Finalissima. Y son las historias de los jugadores. El 4 de junio pasado se cumplió apenas un año del debut de Emiliano Martínez como arquero de la selección (11 vallas en cero en 16 partidos, ninguna derrota). Hoy los chicos que atajan quieren ser el Dibu. Y el Dibu fue un chico que sabía lo que quería: ser arquero de Argentina. “No me iba a pesar el arco de la selección -dice-, lo sabía desde el día uno”. Nacido en Mar del Plata, rechazado por River y Boca, vivió de los 12 a los 17 en la pensión de Independiente. Emigró al Arsenal de Inglaterra en 2011. No atajaba. A los 25 años, después de siete malos partidos en Getafe de España, al que había ido a préstamo por la temporada 2017/2018, estuvo a punto de tirar la toalla: “Mi cabeza estaba destrozada”. En la serie, Mario De Stéfano (“Marito”), el utilero, cuenta que Dibu lo invitó a que fuera a dormir a su habitación y dejara el motorhome de la concentración de la Copa América en Ezeiza. Por aquellos días nació su segunda hija. Y atajó los penales ante Colombia, comiendo rivales: “En el entretiempo, los jugadores colombianos nos habían dicho que éramos pecho frío y perdíamos finales. Yo me lo tomé muy personal”.
En el capítulo dos, Scaloni ya habla de la identificación de los hinchas con la selección y de la importancia de disfrutar: “Se juega como nos gusta”. La AFA había invertido en difusión antes de la serie. Pagó otra serie, una de notas, en los medios grandes: destacaba el apoyo “intacto” de los hinchas a la selección. Lo que sucedió en el tiempo de trabajo con los resultados es genuino. Como el trato de la nueva camada de futbolistas con Messi. El abrazo de los compañeros a Messi apenas terminada la final con Brasil en el Maracaná, dice De Paul, acaso su ladero predilecto, es “el abrazo de un país”. Y agrega que “la gente está loca con la selección”, aunque advierte que le da “miedo”, porque “mientras más grande es la ilusión, el golpe puede ser más duro”. La serie de la selección argentina tendrá, en total, seis capítulos antes del comienzo del Mundial de Qatar 2022, que puede centrifugar un spin-off, una nueva historia, la mejor.