La teoría del elefante en la habitación invita a reflexionar sobre una presencia obvia que nadie puede ni quiere ver. Es una metáfora muy utilizada en Estados Unidos («elephant in the room») y que bien puede ser aplicada en el presente de ese país. El elefante sería Donald Trump y la habitación, en este caso, sería la NFL (National Football League), la liga más poderosa del mundo, que en su conjunto genera más dinero que las mejores ligas del mundo del «soccer».
Esta noche (desde las 20:30), la 51ª edición del SuperBowl enfrentará a New England Patriots y Atlanta Falcons, dos franquicias ligadas con diferentes posturas al flamante habitante de la Casa Blanca. De hecho, Trump es fanático de los Patriots, amigo personal del dueño, Robert Kraft, del entrenador, Bill Belichick, y de la figura y mariscal de campo, Tom Brady.
La relación con Kraft viene de muchos años atrás cuando el empresario perdió a su esposa: «Cada semana me llamaba Donald a casa para levantarme el ánimo. Lo hizo durante un año».
Más estrecha es la relación con Belichick, una eminencia en el área de Boston (sacó campeón a los Patriots cuatro veces en los últimos 15 años) y famoso en la NFL por espiar a sus rivales. Apoyó en todo momento la campaña del magnate, mientras que Brady, una celebridad y también famoso por desinflar balones para sentirse más cómodo, fue uno de los que hizo pública su admiración por Trump al colgar en su locker del vestuario la gorrita roja con la leyenda «Make America Great Again» («Hagamos nuevamente grande a América»), lema de la campaña del por entonces candidato republicano. Un año antes, tras el campeonato, Brady no estuvo en la visita a Barack Obama a la Casa Blanca.
Hay más condimentos que involucran al Elefante Invisible con el encuentro más esperado en la galaxia estadounidense: el dueño de los Falcons, Arthur Blanck, uno de los judíos más influyentes del estado de Georgia, lo criticó por sus dichos sobre el Holocausto y también a Kraft por su relación con el magnate de 70 años. En tanto, el receptor Mohamed Sanu, musulmán, adelantó que, de ganar, no participará de la recepción en Washington, tal como hizo Brady en 2015.
Hay más: el glamoroso espectáculo del medio tiempo será protagonizado por Lady Gaga, quien se manifestó en contra del actual presidente en repetidas oportunidades. Se especula con que hoy vuelva a decir algo.
Momentos antes del encuentro, Fox News (cadena que hizo campaña por Trump) realizará como cada año una entrevista con el presidente que, además, será la primera a nivel nacional desde que asumió.
Los medios locales ya hablan del SuperBowl como un Donald Trump vs. la Ciudad de Atlanta, que salió a las calles con 60 mil mujeres en contra de las políticas homofóbicas de Donald un día después de la asunción. También allí se encuentra la sede central de CNN, cadena a la que el presidente calificó como «fake news» (noticias falsas). Pero la intrusión parece atravesar los 50 estados: frente a la tele, se calcula que los estadounidenses consumen 35 mil toneladas de guacamole para ver el SuperBowl, y como el 80% de las paltas son de origen mexicano, las restricciones comerciales y amenazas de nuevos impuestos para construir el muro tocan la fibra gastronómica del mayor evento deportivo del país, ese que no se puede mover sin toparse con un nuevo elefante en la sala.