El comienzo del partido fue el imaginado en cualquier análisis previo. En los primeros tres minutos Argentina tuvo tres chances claras y en la última de ellas, como consecuencia de un grosero error de la defensa qatarí, Lautaro Martínez pegó su primer grito con la camiseta de la Selección.
¿Era el escenario ideal para que el equipo de Scaloni desplegara al menos algún aspecto futbolístico que invitara a soñar? Claro que sí. ¿Algo se eso sucedió? Definitivamente no. No por mucho madrugar el gol, el fútbol amanece más temprano. Argentina transitó esa primera etapa sin ideas claras, apenas marcando una superioridad lógica ante el rival mediocre, fruto de la marcada diferencia de supuesta jerarquía entre los jugadores de una camiseta y la otra. Con eso, le alcanzó a la Selección para haber podido estirar la diferencia en el resultado.
A falta de talento, la voluntad de los asiáticos alcanzó para generar algún que otro susto, como el tiro libre que pego en el palo derecho de Armani.
Poco y nada de Messi en la primera mitad del partido. Nada de sus compañeros -donde apenas se destacó Rodrigo De Paul en sus intentos vanos de construir algún ataque-, y nada de funcionamiento colectivo.
El segundo tiempo era un interrogante, atenuado porque a esa altura Paraguay perdía 1 a 0 ante Colombia, y Argentina clasificaba segunda en el grupo. Volvía a estar todo dado para que de una buena vez la Selección dibujara una sonrisa futbolera, abriera al menos un atajo a la esperanza de jugar mejor a la pelota.
Pero no. Nada nuevo al comienzo de la etapa final. Entró Acuña y salió Lo Celso, buscando quizá más profundidad por el lado izquierdo del ataque, donde ni Agüero ni Lautaro Martínez se recostaron con comodidad y donde las subidas de Tagliafico no fueron efectivas.
Lo tuvo Agüero dos veces: una la tiró por arriba y la otra se la sacó el arquero abajo. Argentina fue y fue, con pelotazos y centros la mayoría de las veces, con arranques veloces y verticales de Messi que no terminaron nunca bien. Volvió a tener una chance el Kun, mucho más activo y peligroso. Había que hacer el segundo gol para sacarse de encima el partido de una vez por todas. Qatar no tenía las armas necesarias para acercarse a Armani, ni siquiera ante un par de errores groseros en la salida defensiva de la Selección, pero el 1 a 0 no alcanzaba para estar tranquilos.
A 15 minutos del final, entró Dybala por Lautaro Martínez, buscando algo más de precisión en la construcción de los ataques. Y llegó el alivio: el 10 de la Juventus limpió un avance y se la dio al Kun, que encaró con espacio a dos rivales y definió cruzado. Golazo y 2 a 0. El gol número 40 de Agüero en 89 partidos con la Selección.
Quedaban un puñado de minutos para que celebren los miles de argentinos que colmaron las tribunas del estadio de Porto Alegre. El cierre fue a puro toque corto, con la gente gritando “ooolllleeee”, como forzando la ilusión que no transmitió el equipo en ninguno de los tres partidos jugados en esta Copa América.
Hubo abrazos al final y promesa de borrón y cuenta nueva. “Ahora empieza la verdadera Copa”, se escuchó en declaraciones de ocasión. Ojalá se encuentre el rendimiento que hasta ahora no se vio. El fixture entrega una buena chance: el rival en cuartos de final será Venezuela, en Río de Janeiro. Así y todo, cuesta bastante subirse a la esperanza.