Sergio Rondina no será The Special One, como se hacía llamar el portugués José Mourinho cuando era un entrenador exitoso en la Premier League. Pero es un entrenador especial en un par de sentidos: dirigió en todas las categorías del fútbol argentino (Midland en la D; Cañuelas, Luján y Excursionistas en la C; Colegiales, Flandria, Atlanta, Platense y Villa Dálmine en la B Metropolitana; y Nueva Chicago y Los Andes en la B Nacional) y se mantuvo la última temporada en el mismo equipo. Con Arsenal, Rondina volvió a la élite después del descenso de Primera División, el primero en la historia del club de Sarandí, ya sin el aura protectora de Julio Grondona.
-¿Qué es el fútbol de Ascenso?
-La palabra que lo define es pasión. Ha crecido a lo largo de los años, de la D a la B Nacional, aunque cambian las realidades de los clubes. Cuando más abajo estás, la gente que está ligada a los clubes más lo hace por pasión, porque no tiene grandes ingresos y hay que competir. Es la pasión por el club de barrio, por el fútbol.
-¿Se le llega diferente a un jugador de la D y a otro de Primera?
-No te creas. El fútbol se vive con la misma exigencia. Ahora, si vos sabés que un pibe viene de laburar, no le vas a exigir como a uno que vive exclusivamente del fútbol. Y hasta cambian las exigencias por el campo de juego. Pero desde lo táctico, es lo mismo que tratar con un jugador hiperprofesional de Primera División. Sin pasión, no podés jugar al fútbol. Si perdiste el fuego sagrado que te llevó a la élite, perdiste.
–¿Qué le exigís al futbolista que tiene otro trabajo?
–Cuando fui a Cañuelas, Mario Alegre trabajaba de sereno y venía a entrenar. Otros no habían desayunado nada porque no tenían. Hay que tratar de regularle las cargas, equipar desde lo físico. Mario Alegre fue el capitán y jugó todos los partidos. No es lo ideal. ¿Le iba a decir que no trabajara? No, no le daba de comer a la familia. Hasta en la C, todos los jugadores trabajan, y más con la actual situación del país. Pero esas cosas te dan un plus, te curten.
–¿Te dan bola los jugadores?
–El jugador te saca la ficha enseguida, apenas te parás frente al grupo a hablar. Si sabés, si no sabés, si le estás mintiendo, si le estás diciendo la verdad. No importa la categoría. Después, tenés que conocer las personalidades: saber a quién tenés que mimar y a quién apretarle los huevos.
–»La Superliga está decantando en una liga de poderosos», dijiste el 1 de abril de 2018, cuando Arsenal descendió a la B Nacional. ¿A qué Superliga vuelven?
–A una de más poderosos. Las condiciones económicas en que competimos no son las ideales. No puedo renegar de que un club tenga 100 mil socios y los ingresos en cuanto a publicidad. Pero sí en relación a si el dinero de la torta se reparte más equitativamente. La porción de la torta no es igual para todos. Volvemos a una Superliga más poderosa de la que no fuimos, porque encima hay menos equipos.
–¿Qué es Arsenal?
–La clase obrera, y hay que arremangarse para llegar a fin de mes.
–¿Cómo era con y sin Julio Grondona?
–Con Grondona era un club que levantaba el teléfono y se le abrían un montón de puertas. Al no estar, esas puertas se cerraron. Un poco este ascenso es el campeonato de la gente, de la dirigencia, para responder al «¿Qué van a decir ahora que no está Grondona en AFA?». Arsenal ascendió en un año y jugando bien. Antes se decía que ganaba por Grondona. Y yo digo que un árbitro se puede equivocar a favor o en contra, pero que ese árbitro no te hace ascender. Todo es una consecuencia de un trabajo. Cuando Arsenal ganó todo, tenía una camada de jugadores de inferiores en el plantel, como Marcone, Lisandro López, Papu Gómez, Benedetto.
–Barracas Central, el club de Claudio Tapia, presidente de la AFA, ascendió a la B Nacional. ¿Cuánto ayuda el poder en el Ascenso?
–No voy a defender a nadie. Barracas tiene un equipazo. Jugamos amistosos con los suplentes y eran mejores que los titulares. Después, si tienen más poder económico o no, no estoy para decirlo. Como Deportivo Riestra, que también accedió a la B Nacional, pero que tiene casi el 60% del plantel desde hace cinco años. Hay mucha gente cholula que, para estar, para querer figurar, ayuda a un club. Seguramente, a esos clubes se arrima más gente para ayudar. Yo creo en los planteles, en los futbolistas.
–En la Superliga se fueron 27 entrenadores de los 26 equipos. Vos te mantuviste después del descenso y Arsenal ascendió. ¿El proyecto da beneficios?
–Los resultados te mantienen. Era muy complicado mantenerse en Primera. No se pudo y desde la dirigencia pensaron en lo que venía. No era fácil. Apostaron a uno que ya había estado en el club y conocíamos la B Nacional por haberla dirigido. El miedo en el club era pasar derecho, como le pasó a Olimpo, que bajó dos categorías seguidas. A uno lo dejaron para no agarrar el tobogán, y salieron las cosas a la perfección: estamos acá de nuevo.
–¿Cómo lo lograron?
–Acertamos con los refuerzos, armamos un gran grupo de trabajo, hubo química. Ahora Arsenal, desde la austeridad, está ordenado. El objetivo es mantener la categoría, y sobre todo porque la Superliga mantiene los promedios. Seguro debamos atravesar tormentas, pero con trabajo se puede. La esperanza nunca se pierde.