«Se terminó todo». Tres veces dijo Javier Mascherano esa frase en la breve entrevista que le brindó a la TV Pública minutos después de la eliminación argenitna de Rusia 2018. Tres veces lo dijo y así se despidió de la Selección el jugador que más veces vistió la camiseta celesta y blanca en la historia.
«En lo personal, a partir de ahora me toca ser un hincha más», agregó, por si quedaban dudas de que en Rusia dejó la última oportunidad de ganar un Mundial, después de cuatro Copas del Mundo, más una como sparring. En 2002, con 18 años recién cumplidos vivió en carne propia uno de los vestuarios más tristes de la historia de la Selección. Vio como emblemas de la talla de Diego Simeone y Gabriel Batistuta se despedían de los mundiales sin poder repetir lo que sólo habían lograron Mario Kempes y Diego Maradona.
Jugador de Selección desde la adolescencia, y después de vivir como la generación anterior a la suya no podía tocar el cielo con las manos, fue inamovible en la mitad de la cancha durante 15 años, cinco Copa América y cuatro Mundiales. Nunca pudo levantar una copa, sólo dos medallas de oro en los Juegos Olímpicos y cuatro finales perdidas. La primera como la joven aparición, en la Copa América de Perú 2004; las últimas tres como socio de Lionel Messi en la capitanía de una generación que tan cerca estuvo de alcanzar la gloria en Brasil 2014 y que después chocó con dos definiciones por penales ante Chile.
«Cuando te vaciás hay que reconocer que el rival es mejor y listo», dijo en Kazán sobre el partido contra Francia. Dijo haber dejado todo en este encuentro sin que eso alcanzara y tranquilamente se podría extrapolar a su década y media en la Selección. Mascherano dejó todo y no le alcanzó. Por eso, se terminó todo.