Fueron seis semanas, entre julio y septiembre de 2016. «Para cualquier información adicional –decía el aviso– dirigiros a nuestro director técnico al teléfono…». El encargado del campus de tecnificación en Son Caliu, un barrio humilde de Calvià, a media hora del centro de Palma de Mallorca, era el entrenador del Cadete A del CF Son Caliu. Recuerdan que memorizó el nombre de los 50 chicos, que llevó como invitado al tenista Carlos Moyá, que compartió comidas y chapuzones en el mar, que aceptó las salidas de fin de semana. Fueron los primeros días de Lionel Scaloni como DT, casi un profesor de Educación Física en una colonia de vacaciones.
Dos años más tarde, y después de que lo sumara Jorge Sampaoli como ayudante de campo, Scaloni entregó la primera lista de convocados a la Selección.
Argentina jugará el 7 de septiembre ante Guatemala en Los Ángeles y, cuatro días más tarde, frente a Colombia en Nueva Jersey. Adiós a Rusia 2018. Scaloni no es el entrenador de la Selección ni Pablo Aimar es su ayudante. Lo saben. Aceptaron la desprolijidad y se pusieron un objetivo. «Lo importante –dice Scaloni– es dejar sentada una base, sean dos partidos, cuatro o seis, para que el que venga tenga las cosas claras. Estamos quedando muy atrás, pero hay materia prima». La Conmebol confirmó el martes la vuelta del torneo Preolímpico, clasificatorio a los Juegos de Tokio. Se jugará en enero de 2020 en Colombia. Scaloni apunta a un Sub 23 fuerte.
Citados o no para los amistosos, en la lista de casi medio centenar de futbolistas que manejan Scaloni-Aimar hay un puñado que llegará a 2020 con 23 años o menos. Son, a la vez, las caras nuevas de la Selección. Lautaro Martínez (20 años) es el que la encabeza, el distinto. También aparece Facundo Colidio (18), atacante de Inter de Milán como Lautaro, elegido mejor jugador del torneo amistoso de L’Alcúdia que ganó la Sub 20 en Valencia. Se suman, de la L’Alcúdia, el arquero Manuel Roffo (18) y el zaguero Leonardo Balerdi (19), ambos de Boca, y el volante defensivo Andrés Ayala, de Estudiantes de La Plata. Del exterior, Juan Marcos Foyth (20, Tottenham) es visto como el central del futuro. Era parte de la citación, pero está lesionado. El mediocampo es de Santiago Cáseres (21) y Santiago Ascacibar (21). Cáseres pasó de Vélez a Villarreal. Ascacibar jugó 31 partidos la temporada pasada en Stuttgart, a donde jugará Nicolás González (20), el delantero zurdo que salió de Argentinos. Los que quedaron en el fútbol argentino son Nehuén Pérez (18), que seguirá en Argentinos pero ya fue comprado por Atlético de Madrid; Alan Franco (21), el central que fue campeón con Independiente; Matías Vargas (21), el mediocampista versátil de Vélez; y Exequiel Palacios, el fino volante de River. Hay otros en las carpetas de análisis: Matías Zaracho (20, Racing), Ezequiel Barco (19, Atlanta United) y Maximiliano Romero (19, PSV Eindhoven).
En este poco tiempo en las juveniles, Aimar estuvo en el título de L’Alcudia y, en noviembre del año pasado en San Juan, en el Sudamericano Sub 15, que nunca había ganado Argentina. Acompañó primero a Scaloni y luego a Diego Placente, entrenador de la categoría. Los resultados en juveniles, se sabe, son relativos. Cuentan más los jugadores que, años más tarde, llegan a la Selección. Pero se complementan. Y, a veces, son puntos de partida. Scaloni-Aimar-Placente piensan Tokio 2020 como un trampolín al Mundial de Qatar 2022. No personal. Son los hijos del trabajo de José Pekerman en las juveniles, pero también parte de una generación que desarrolló su vida útil de futbolista en la Europa con la que el fútbol argentino trata de espejarse. Entonces, planifican, aprovechan su pasaje por la Selección. Porque cuando la AFA elija a un entrenador, es más que probable que Scaloni sea oficializado como DT de la Sub 20 y se acople con Aimar en la Sub 17 y Placente en la Sub 15. Que ellos sean los reconstructores de las juveniles, los que aprieten el botón reset en modo Pekerman. «Es verdad que si ganás todo es más fácil –admitió Scaloni en L’Alcúdia–. Pero la idea es buscar una identidad. Nosotros les hicimos entender que arriba de la Selección no hay nada. No existe el Real Madrid, ni nada. Nosotros tenemos la cultura futbolística. Si a eso le agregamos el comportamiento y respeto, seguramente Argentina va a luchar y estar arriba a futuro».
Scaloni, coinciden en el grupo de compañeros del Mundial Sub 20 de Malasia 1997, era el jodón que les levantaba el ánimo a los que extrañaban y lloraban por las noches en las habitaciones de hotel. Pero también el que se dejaba ayudar, sin ser recio ni cerrado. Con Leandro Cufré, además de haber jugado el Mundial de Alemania 2006, compartieron viajes como juveniles de La Plata al predio de Ezeiza. Scaloni jugaba en Estudiantes. Cufré, en Gimnasia. Se sumaba Bernardo Romeo, también de Estudiantes. Después de ganar el Mundial de Malasia 97, integraron la Sub 23 en el Preolímpico de Brasil 2000, clasificatorio a Sydney. Era el Dream Team de Pekerman, con Juan Román Riquelme, Javier Saviola, Aimar y Placente. Pero hubo lesionados y jugadores fatigados por la competencia y no clasificaron a los Juegos. «Nos gustaba más estar en la Selección que en nuestras casas –dice Cufré desde México, donde es entrenador–. Tarde o temprano les iba a tocar esta posibilidad. Aman la Selección y están preparados para generar ese contagio que heredaron a partir de la experiencia. Lionel sabía a quién le tocaba marcar y quién lo marcaba, y era una época donde no se accedía fácil a la información. Conoce hasta a los jugadores de China, y por el nombre».