La carta le llegó a Alejandro Domínguez el viernes a la medianoche. Está firmada por Rodolfo D’Onofrio, presidente de River, y por Ignacio Villarroel, secretario del club. En las primeras líneas, se rechaza el cambio de sede. O se ratifica el rechazo, según las palabras que se utilizan. En River saben que la movida difícilmente tenga efectos. Y es curioso porque tanto el club de Núñez como su rival, Boca, coinciden en rechazar la decisión de la Conmebol. River porque no quiere que le saquen la localía, Boca porque considera que River tiene que ser descalificado. Son las secuelas de los piedrazos del sábado pasado, los que terminaron por llevar la final de la Copa Libertadores de América a España.
Una de las primeras razones que expone River para rechazar la decisión de Alejandro Domínguez, presidente de la Conmebol, son los «graves y severos perjuicios a los socios e hinchas de River, quienes adquirieron su entrada con un enorme esfuerzo económico, para el partido programado para el día 24 de noviembre en el estadio de River y que se ven seriamente perjudicados y discriminados por esta decisión». Y agrega: «A su vez, tal decisión provocó y provoca un severo perjuicio a River, que gastó millones de pesos en la organización y operativos para los días 24 y 25 de noviembre, sumas que, desde ya, son irrecuperables».
En el escrito, River plantea que con el cambio de sede se genera una «desnaturalización de la competencia», lo que «atenta contra la igualdad de condiciones». Mientras sostiene que «la responsabilidad por la falla del operativo de seguridad del día sábado 24 del corriente mes, ocurrió fuera del anillo perimetral dispuesto para el evento, es decir, fuera del área cuya responsabilidad objetiva corresponde a River, tal como lo subrayo el fallo del Tribunal de Disciplina», el club asegura que «es incomprensible que el clásico más importante del fútbol argentino no pueda desarrollarse con normalidad en su propio país. ¿Acaso no se volverá a jugar otra vez un clásico en la Argentina? Adviértase que se está llevando a cabo en la Argentina, en este mismo momento, el encuentro del G20. Si puede organizarse un encuentro de semejante envergadura, con la presencia de los principales presidente del mundo, ¿cómo no podría llevarse a cabo un superclásico?»
En paralelo en que se conocía el documento que River le envió a la Conmebol, Gianni Infantino tomaba el micrófono en una conferencia de prensa en el marco del G20. «Lo que ocurrió tiene que ser condenado y todos tenemos que aprender lecciones de estas acciones y asegurarnos que esto genera un antes y un después y que no vuelva a ocurrir nunca más», dijo el presidente de la FIFA. Y confirmó que el organismo que conduce también dio el visto bueno para que la final se juegue en el Santiago Bernabeu. «Me enteré ahora –dijo sobre la presentación realizada por River–. La Conmebol va a tener que tomar una decisión. Para mí, siempre se tiene que jugar. En el fútbol no se puede parar la pelota. Tenemos que ver cómo poner las condiciones para que se juegue».
Boca también se interpone en la decisión de la Conmebol. De hecho, ya contrató a un estudio de abogados para litigar ante el Tribunal Arbitral del Deporte. Se trata del bufete Pintó Ruiz & Del Valle, que destinó a los abogados Lucas Ferrer y Jordi López, que realizarán tanto las presentaciones de Boca en el tribunal de apelaciones de la Conmebol como eventualmente en el TAS. Daniel Angelici, el presidente del club, entiende que el partido no debe jugarse, que River tiene que ser descalificado y, por lo tanto, Boca tiene que ser considerado el campeón. Y es curioso, porque lo que River discute es que la saquen la localía. Y eso no fue una decisión de la Unidad Disciplinaria, por lo que no puede apelar formalmente. Es una decisión del Comité Ejecutivo, una decisión política.
Para la Conmebol todo esto no frenará el partido. Por eso sigue adelante con la organización. Y ya apareció una web que vende los tickets para ir al Bernabeu. La entrada más barata cuesta 480 dólares. Pero se puede comprar dos como mínimo. Y luego van ascendiendo en precios hasta llegar a las más caras, en 2700 dólares. A eso, para los hinchas que vivan en Argentina, hay que agregarle los pasajes en avión y el hotel. Son precios que a la mayoría directamente la saca de la cancha. «