Tal vez como ningún otro partido en la historia del fútbol argentino, el Superclásico que define la Copa Libertadores se juega dentro de la cancha, pero también en muy alto grado, fuera de los límites del césped. Por ejemplo, la inspección al vestuario de River, en la Bombonera, un rato antes de que llegara el plantel visitante al estadio, insólita por que la realizó la Policía de la Ciudad y no personal de la Conmebol, por la intensidad con que los efectivos revisaron los equipajes de la utilería y porque no queda nada del todo claro qué se estaba buscando y, en definitiva, cuál fue el motivo de semejante requisa.
¿Productos para plotear el vestuario? ¿Elementos que impidieran la comunicación entre Marcelo Gallardo, suspendido e impedido de ir a la Bombonera, con algún integrante de su cuerpo técnico? ¿Algún otro elemento? La forma en que los agentes hurgaron en los valijones y en todos los rincones llevaron hasta a bromear que al que realmente buscaban era a Gallardo y que salida del entrenador, luego del partido, a uno de los balcones del Monumental fue para “certificar” que no había ido al estadio de Boca.
Y los protagonistas lejos de aclarar la situación con sus declaraciones posteriores, llevan confusión.
En horas de la mañana, al día siguiente al partido, el Ministro de Seguridad y Justicia de la CABA, Martín Ocampo, intentó explicar que se trató de un operativo para evitar que la utilería de River llevara banderas y otros elementos al vestuario que motivaran a los jugadores, que esa «requisa fue consensuada entre los clubes y se repetirá en el vestuario de Boca». El funcionario realizó sus declaraciones a Radio La Red. Pero pocos minutos después, fue Ignacio Villarroel, en su carácter de es el Secretario General de River, quien lo contradijo, ya en TNT Sport: «En ningún momento se acordó semejante decisión». Aseguró el directivo, por otra parte, que «no pedirán que eso se haga en el vestuario de Boca». No se puso establecer si el requerimiento original salió de la Conmebol, extremadamente celosa de ciertos aspectos organizativos, o fue el club xeneize el que pidió impedir un ritual habitual en el vestuario del equipo Millonario, cuando juega como visitante.
Otro de los aspectos difusos que arrojó el episodio fue si hubo o no inhibidores tecnológicos para bloquear señales que permitieran una comunicación entre el exterior y el cuerpo técnico que estaba con el plantel. Un periodista que no ingresó al recinto, pero estuvo muy cerca, tuvo problemas con su celular en esa zona, inconvenientes que no sufrió en los demás sectores del estadio. Advirtió que a los dirigentes también les pasó, aunque ellos no hicieron declaraciones al respecto. Sólo hubo una referencia irónica del técnico alterno de River, Matías Biscay, cuando luego del encuentro, señaló que el “FBI había pasado por el vestuario visitante”.
En definitiva, continúa esta historia extrafutbolística que se originó con aquella suspensión a Marcelo Gallardo (porque su equipo había ingresado con demora a jugar el segundo tiempo contra Gremio, en el partido de ida de semifinales) que el entrenador de River burló en la revancha en Brasil, lo que generó una nueva sanción. Habrá que ver cómo sigue en el desquite ante Boca, de menos de dos semanas en el Monumental, cuando se defina la Copa Libertadores 2018.
Justamente, el ministro Ocampo, comentó, también este lunes, pero a la Radio 710 que “estamos tratando de acordar con los clubes que dispongan algún festejo oficial”. La intención del gobierno porteño es evitar los desmanes que una multitud de uno o de otro equipo pueda causar, por caso, en el Obelisco.