Cada vez que se habla de la ciudad de Buenos Aires como la capital mundial de los estadios de fútbol –con 18 canchas de diferentes equipos que participan en torneos de AFA, cifra que aumentaría a 66 si se suman los del Gran Buenos Aires y La Plata-, suele cometerse una omisión histórica. En el Bajo Belgrano, a sólo 900 metros del Monumental, desde 1951 se levanta otro magnífico escenario que cumple con las medidas reglamentarias -100 metros de largo y 66 de ancho- y ofrece una buena capacidad de aforo –caben cerca de 10.000 espectadores entre sus dos tribunas laterales-, características suficientes para que en el pasado haya albergado a cerca de 40 partidos de las categorías del Ascenso: entre 1968 y 1971, Español, Excursionistas e Italiano lo utilizaron como local, una continuidad de lo que había hecho Deportivo Francesa en la Primera División de rugby a comienzos de los 60. Por su proximidad con River, además, el plantel profesional del club de Núñez lo usó para practicar en los años 70, mientras que sus divisiones inferiores lo visitaban asiduamente –en esa década- para jugar sus encuentros como local.
Perteneciente a la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS), un organismo estatal dependiente de Presidencia, el 19º estadio porteño es rescatado cada tanto por algún memorioso que habla de la cancha “oculta y olvidada”. En estado de deterioro muy avanzado en los últimos años, ni siquiera lo ayudaba su nombre, algo confuso y con poco gancho, “estadio ACIR”, en referencia a la Asociación Comunitaria Integral de Rehabilitación, pero que además se trataba de una referencia coloquial:porque la cancha nunca había tenido una denominación oficial. Hasta que ayer, y tras un trabajo de reacondicionamiento de seis meses, el templo desconocido tuvo su renacer. Fue reinaugurado y pasó a llamarse Eva Duarte, toda una excepción para los nombres masculinos con los que suelen ser denominados los estadios en nuestro país –y no sólo el nuestro-.
La fiesta de este sábado constó de partidos de exhibición de Los Murciélagos y Las Murciélagas –recientes campeonas del mundo en fútbol para personas ciegas- y de una nueva fecha del 3er torneo de Fútbol Inclusivo que organiza ANDIS. “Las obras constaron del cambio de césped, tanto en su resembrado como nivelación del suelo, lavado e impermeabilización de las tribunas, para que puedan ser pintadas, colocación del sistema de riego y la renovación del alambrado perimetral, sin contar el cambio de nombre”, dice Pedro Di Fabio Rocca, trabajador de la Unidad de Deportes, Recreación y Cultura de ANDIS.
Para el regreso del fútbol de AFA todavía falta. Aunque Defensores de Belgrano y Excursionistas -vecinos de la zona- solicitan el predio todos los años para que jueguen sus equipos femeninos de Primera División o masculinos de inferiores, por ahora el flamante –por su denominación- Eva Duarte seguirá siendo usado para deportes adaptados. La última vez que clubes afiliados a la AFA lo utilizaron fue en 2015, cuando se entrenaron los chicos de Sportivo Barracas, de Primera D. La reminiscencia futbolera, sin embargo, todavía late: aún puede verse debajo del mástil una pintada con el escudo de Español, el club que de 1968 a 1971 alquiló sus instalaciones en más de 30 partidos de la Primera B en los que, jugando para Quilmes, visitaron el estadio dos futuros campeones del mundo como Ubaldo Fillol y Julio Villa.
Que el estadio pase a denominarse Eva Duarte es, además de un acto de justicia hacia los orígenes peronistas del predio, una reivindicación femenina. Muy pocos escenarios tienen nombres de mujeres. El único en Primera es el Eva Perón de Sarmiento de Junín, inaugurado en 1951 –como éste del Bajo Belgrano-, aunque el nombre original fue prohibido en 1956 y recién volvió en 2009. Más allá del flamante Madre de Ciudades de Santiago del Estero, en el resto del fútbol es difícil encontrar otras excepciones. Una de ellas es el de Agropecuario de Carlos Casares, del torneo Nacional, denominado Ofelia Rosenzuaig en honor a la abuela de Bernardo Grobocopatel, fundador del club. Los de Colón y San Martín de Tucumán también se llamaban Eva Perón pero con el tiempo se reconvirtieron en Brigadier López y La Ciudadela, respectivamente.
El estadio forma parte de un predio de cuatro manzanas, entre Ramsay, Echeverría, Dragones y Blanco Encalada, que fue inaugurado por el gobierno peronista como una Ciudad Estudiantil de la Fundación Eva Perón. El objetivo era recibir a chicos –sólo hombres- del Interior que llegaban a Buenos Aires para cursar sus estudios secundarios: en ese contexto, el estadio era una de las tantas instalaciones del lugar, que primero fue usado como sede de los Juegos Evita y en 1955 fue cerrado a la fuerza tras el golpe de Estado.
Su reconversión a lo que es hoy comenzó a finales de los 50 cuando fue reabierto para la rehabilitación de los enfermos de poliomielitis, en uno de sus últimos brotes en Buenos Aires. Desde entonces, el lugar comenzó a recibir a personas con discapacidades motrices –en 1969 fue sede de los ParaPanamericanos- y terminaría convirtiéndose en el Servicio Nacional de Rehabilitación, hoy conocido como ANDIS.
Ya en 2023, el lugar recibe diariamente a 200 personas que acuden a talleres y actividades -son gratuitas-, mientras que el Eva Duarte será sede del torneo de fútbol inclusivo, en especial para personas con discapacidades cognitivas y mentales. Al fin, el estadio más desconocido tiene quien lo juegue. Y nombre propio.