El 1º de abril de 2000 Quilmes le abrió las puertas al sector privado para que se hiciera cargo del fútbol. En una asamblea de socios, una mayoría votó a favor de que el Grupo Exxel inaugurara la etapa de los gerenciamientos. La primera medida que tomaremos será la de saldar la deuda que hay con el plantel profesional, declaró Gerardo León, empresario encargado del Desarrollo Futbolístico del Grupo. Con un argumento similar, el club decano del fútbol argentino parece ser otra vez el elegido para experimentar cómo lucrar con la pasión.
El martes pasado, Mauricio Macri recibió a Miguel Ángel Gil Marín, consejero delegado del Atlético de Madrid e hijo del mítico Jesús Gil y Gil. Allí, según cuentan desde España y en el Sur del Conurbano bonaerense, le sugirió que en caso de que junto con la Superliga se apruebe la figura de las Sociedades Anónimas Deportivas, Quilmes sería el club ideal para que invierta como accionista, una práctica que el Aleti ya desarrolla con el Lens, de Francia, y con el Atlético de Kolkata, de la India.
El plantel de Quilmes jugó todo el torneo sin cobrar sus sueldos. Cinco jugadores inhibieron al club y quedaron libres. A más de diez se les vence el contrato a fin de mes. Sólo cuenta con 14 futbolistas y un dirigente, Luis Andreuchi, ex futbolista, que según declaró está poniendo plata de su bolsillo para armar el plantel que jugará el próximo campeonato. Nadie más pone la cara en un club que tendrá elecciones en agosto.
El ejemplo más claro de cuál es la situación lo dio esta semana Sergio Hipperdinger, un futbolista chaqueño que llegó al club a los 15 años con el sueño de debutar en Primera. Y lo logró. Pero ahora protagoniza una historia que no la hubiera podido inventar ni la pluma genial y futbolera del Negro Fontanarrosa: desalojado porque los dirigentes no pagaban el alquiler, terminó como invitado en la casa un socio del club. Es el ejemplo más nítido del padecimiento de un plantel que a lo largo del semestre aprendió a no creer en promesas de pago, a jugar partidos sin concentrarse la noche previa, y que para las dos últimas fechas ni siquiera se entrenó. Y ahora, en este mercado de pases, suman una enseñanza más: la mayoría de los futbolistas prefieren no contar lo que sufrieron estos meses por temor a que eso le cierre la puerta de otros clubes.
Mientras en la AFA se discute sobre televisaciones, superligas, cargos, millones y sociedades anónimas, nadie se acuerda del plantel de Quilmes. Ni siquiera del artículo 5 del Estatuto de la propia AFA, que también figura en el borrador de la Superliga. La única referencia parece haber sido la que le dio el presidente a un amigo empresario que, como el Exxel hace 16 años, quiere desembarcar en el sur del Gran Buenos Aires para hacer negocios con Quilmes.