Años más tarde, el barón Pierre de Coubertin tomó la idea de la Maratón obsesionado con la leyenda griega y la incluyó en los primeros JJOO de la modernidad en Atenas 1896, que vio como ganador al vendedor de agua local Spiridon Louis.

Y la Argentina supo tener su etapa de gloria en la maratón olímpica. Fue en Los Ángeles 1932 cuando Juan Carlos Zabala, con apenas 20 años, marcó un tiempo de 2:31:36 s para quedarse con la medalla dorada. Fernando Ciccarelli fue 17º y José Ribas tuvo que abandonar. El Ñandú criollo, huérfano, eligió correr de pequeño alrededor del reformatorio de Marcos Paz para convertirse en uno de los fondistas para importantes de la historia.

El oro de Zabala hizo eco en varios jóvenes, quienes tiempo más tarde repetirían la gesta en Londres 1948. Delfo Cabrera tomó la posta luego de que terminara el servicio militar y también se subió a lo más alto del podio con una marca de 2:34:51 s. Eusebio Guiñez fue 5º y Armando Sensini arribó 9º.

La carrera de Cabrera llegó a su fin cuando fue prohibido en todo evento durante la dictadura de Pedro Aramburu debido al apoyo que recibió del peronismo para fomentar el deporte. Cuatro años más tarde, el correntino Reinaldo Gorno fue plata en Helsinki dos minutos detrás de la leyenda checa Emil Zatopeck.

Y el presente vuelve a sonreír para los maratonistas argentinos, quienes pese a las complicaciones y las trabas de la Confederación Argentina de Atletismo, CADA, hicieron historia al lograr seis corredores, tres hombres y tres mujeres, que estarán en las calles de Río de Janeiro dentro de cuatro meses en busca de acercarse a las hazañas de Zabala, Cabrera y Gorno.

Uno de los primeros en lograr la clasificación fue Mariano Mastromarino, el marplatense que se hizo conocido en el país al ser confundido con un infiltrado por un auto de la organización de la Maratón de Buenos Aires de hace dos años. Pese a eso, logró cortar con diez años de sequías de atletas locales en esa competencia. Es una revancha para él luego de haber quedado fuera de Londres 2012 por apenas seis segundos.

Su máximo logro fue hace un año al lograr la medalla de bronce en los Juegos Panamericanos de Toronto, mientras que en noviembre pasado obtuvo la marca mínima (2h15m39s contra los 2h 16 que había impuesto CADA. La Federación internacional había establecido un minuto más como mínima) para ganarse su lugar en Río.

Luis Molina fue el primero en ganarse su lugar y lo hizo en el Maratón de Buenos Aires, con un cuarto puesto (2 h, 15 m, 23s) detrás de los tres keniatas que dominaron la competencia. Los entrenamientos y el sacrificio en la altura de Cachi, Salta, dieron sus frutos. Allí se entrenan todos los fonditas nacionales, sobre todo para trabajar la resistencia. El último en lograr el pasaje fue Federico Bruno, la máxima promesa del atletismo nacional.

Con 22 años, el entrerriano sufrió mucho para cumplir el sueño de estar en Río y recién lo consiguió el fin de semana pasado en Hamburgo. No sólo tuvo que dejar de correr en los 1500 metros, su especialidad y donde es bicampeón sudamericano, sino que debió pagarse él la estadía y el viaje a Alemania. No lo dudó, era la última chance: 2h 15m 40s.

Será la tercera vez en la historia que la Argentina irá con tres hombres a la maratón. Las otras dos fueron con medallas.

En cambio, entre las mujeres será la primera vez con la participación de tres competidoras.

Ellas son María de los Ángeles Peralta, Viviana Chávez y Rosa Godoy. La IAAF había impuesto una marca de 2.42 como mínima, mientras que la CADA la bajó a 2.38. La marplatense Peralta fue la primera en bajar el cronómetro a 2 horas, 37 minutos y 57 s en el prestigioso maratón de Berlín.

Las otras dos chicas apostaron a Rotterdam: realizaron la preparación juntas, planearon la carrera juntas y llegaron casi juntas a la meta. La sanjuanina Chávez hizo 2h38m20s, mientras que la cordobesa Godoy llegó 20 segundos atrás. Será la primera experiencia olímpica para ambas.