Claypole, último campeón de la Primera D, quinta y última categoría del fútbol argentino, sorprendió días atrás con el 1-0 parcial ante Boca por los 32avos de final de la Copa Argentina. Más aún cuando, antes del gol de Leonel Landaburu a los 29 minutos, había hecho una gran jugada preparada de tiro de esquina, que casi termina adentro del arco. La derrota 2-1 ante Boca no opacó el esfuerzo de Claypole, cuyo fútbol es gerenciado por la empresa Soccer Lawyers desde 2018. El próximo torneo de la Primera D, que podría empezar entre el 10 y el 17 de abril, puede que tenga cuatro nuevos clubes, ya que 11 de los actuales 12 clubes de la D firmaron una carta de intención a favor del ingreso. La desorganización, la suspensión de los descensos hasta 2022 y la creación sobre la marcha de ascensos llevó a que la Primera Nacional, la segunda división, tenga 35 equipos, y la D, sin desafiliaciones desde 2017, apenas 12. La idea es que el número suba a 16. Ya hay un listado de más de 30 clubes que pujan por sumarse a la D, la última división directamente afiliada a la AFA.
¡¡¡CLAYPOLE Y UN GOL HISTÓRICO!!!
— TyC Sports (@TyCSports) March 4, 2021
A los 29 del PT, Landaburu puso el 1-0 ante Boca y el equipo de la Primera C SUEÑA. #CopaArgentinaEnTyCSports. pic.twitter.com/0lyLTFiXFm
Algunos de los requisitos en la preinscripción para entrar a la D fueron que el club tuviese como mínimo 800 socios y cancha propia o alquilada. Aunque, por lo bajo, también se repite una cifra: 300 mil dólares. “No hay ninguna notificación oficial, ni de la cantidad ni de los clubes. Sí existe un runrún, que hay clubes que están operando, y que me llaman de todos lados”, dice Dante Majori, presidente de la Primera D y de Yupanqui. Entre los clubes interesados, que podrían tener vetado por un tiempo el ascenso, como estudia una comisión de la AFA, hay casos diferentes. Everton de La Plata cuenta con el apoyo de Gimnasia y Estudiantes y lobby mediático; Douglas Haig de Pergamino, que juega en el Federal A y que, si pasase a la D, bajaría dos categorías a cambio de reducir presupuesto -la última división es “amateur”- y competir con menos rivales; el Satsaid (Moreno), sindicato de la TV, que blande su carta de transmitir los partidos de la D, hoy sin comercializar por la AFA; Villa La Ñata (Tigre), el club de Daniel Scioli, embajador argentino en Brasil; Bolivia Fútbol Club (Villa Lugano), de la comunidad boliviana en la Argentina; y hasta un “clásico” en puerta: Real Metalúrgico (Tres de Febrero) y Deportivo Metalúrgico (Vicente López).
La AFA que preside Claudio Tapia ya le había abierto la puerta después de 40 años a un club: Real Pilar se afilió en 2017, logró el ascenso a la C y hasta eliminó a Vélez en la Copa Argentina 2019. Gerenciado por César Mansilla, exasesor de Mauricio Macri y exadministrador del club Fénix, Real Pilar tiene un estadio para 10 mil personas, más de mil socios y jugadores de los intercountry. Y, sobre todo, contacto directo con clubes-sociedad anónima de Chile a través de los hermanos Ricardo y Sebastián Pini y Christian Bragarnik. Luca Marcogiuseppe dirige a Unión La Calera, propiedad de Bragarnik y los Pini. Y Tomás Arrotea dirige a Unión San Felipe, administrado por el argentino Raúl Delgado, exsecretario de medios de Carlos Menem. Marcogiuseppe y Arrotea comparten un pasado en común: fueron técnicos de Real Pilar. El 25 de febrero, en el sorteo de la Primera Nacional, Tapia dijo: “Alguna vez nos quisieron confundir con el tema de los gerenciamientos encubiertos y las sociedades anónimas. No lo lograron, no somos de ese palo. Es importante que los dirigentes pongan a los clubes al servicio de los socios”.
Marcelo Achile, presidente de Defensores de Belgrano y vice de la AFA por el Ascenso Metropolitano, está en contra de sumar nuevos equipos a la D. “Y menos -dice Achile- si existe algún gerenciamiento. No es el espíritu de las categorías menores. Cualquier club puede entrar por su liga y hacer su recorrido. Cuando vuelvan los descensos y empiecen a bajar los clubes, todo iba a ir decantando para abajo. Me conflictuó bastante la incorporación de Real Pilar”. Como fuere, en la D hay “gerenciamientos encubiertos”.
Jonathan David Alcoha era el gerenciador de Deportivo Paraguayo desde 2019 con la empresa Nivel 1 Sports. Había prometido la construcción de la cancha propia en Villa Scasso, González Catán. Exfutbolista y representante, antes de llegar al club, Alcoha traía a cambio de dólares a juveniles extranjeros a vivir a una casa de Lanús y les prometía pruebas. Hoy tiene denuncias por estafa y abandono de persona. “En 2019 estafó a cinco colombianos y dos mexicanos, y hoy salen a la luz nuevos casos de chicos argentinos y extranjeros de entre 16 y 19 años”, se lee en un pedido de cárcel en la plataforma change.org. A Alcoha, además, le reclaman deudas los jugadores de Paraguayo y el exentrenador Fabián Cabello. Por compra y venta de autos, por trabajos “extra” como vender alcohol en gel. También le debe dinero al corralón cercano a la cancha, que nunca se terminó de construir. En el último torneo, Paraguayo perdió el segundo ascenso a la C ante Atlas.
Hay otros equipos en la D con apoyos externos, como Sportivo Barracas, presidido desde 2012 por Víctor Santa María, secretario del sindicato de porteros (Suterh), empresario de medios y presidente del Partido Justicialista porteño. Aquel año, el abogado y empresario Víctor Stinfale tomó el control de Deportivo Riestra en la última categoría del fútbol argentino. En cuatro años, arbitrajes escandalosos mediante, subió hasta la segunda. Stinfale, implicado en causas judiciales (AMIA, Time Warp, muerte de Maradona), es llamado “El Jefe” en el Ascenso.
En la D, cuyo reglamento permite sólo seis mayores de 23 años en cada plantel, hay jugadores que pagan por jugar. Y apuestas ilegales que, en ocasiones, sirven para hacer caja. Pero también es el origen de futbolistas que juegan ahora en la Liga Profesional, como Jonathan Herrera y Ramiro Luna. Herrera debutó en Centro Español y juega en Independiente. Luna salió de Leandro N. Alem y juega en Arsenal. “La categoría se niveló para arriba. Cada vez hay más jugadores menores que quedan libres de la A y la B y no la desprecian. Ya no está tan lejos de la Primera C, porque todos los equipos entrenamos todos los días”, dice Matías Modolo, entrenador junto a Sergio Orsini de Centro Español, el más joven del fútbol argentino con 34 años. “Hubo proyectos serios que demostraron que apostando a una metodología de trabajo y buenas condiciones para entrenar, más que a nombres, se van logrando resultados. No es sólo poner dinero”. Cuando se entrenaba en el polideportivo municipal de Morón, el plantel de Centro Español visitó el ex centro clandestino durante la dictadura Mansión Seré, dentro de las instalaciones. También los jugadores pintaron las líneas de cal de la cancha minutos antes de un partido. Son escenas que representan más a otro fútbol de la D, aunque ahora aparezcan otras.