En el mismo edificio en el que Alberto Fernández tomó examen este miércoles, un rato antes de sellar con Sergio Massa la alianza política que lidera las encuestas de cara a las elecciones nacionales, hay una charla con Diego Armando Maradona como eje. En el aula 217 de la Facultad de Derecho se piensa a Maradona para pensar a la Argentina. El sociólogo Pablo Alabarces cuenta que la primera vez que el Diez desembarcó como tema de estudio fue en Italia, en mayo de 1991. A aquella jornada se la llamó “Te Diegum”. La academia argentina esperó 27 años más para intentar abarcar al ídolo: en octubre pasado la Universidad Nacional de San Martín organizó las primeras jornadas maradoneanas. Este jueves tuvo su segunda parte en la sede de Derecho de la Universidad de Buenos Aires.
Entre el público hay un ecuatoriano que tiene tatuado a Diego y es miembro de la Iglesia Maradoniana; está el periodista Daniel Arcucci, uno de los biógrafos del Diez; y también un chileno que despliega una bandera enorme con la imagen del ídolo. Escuchan al historiador Daniel Sazbón, que expone su trabajo sobre “Maradona, la dictadura y el mito de la Nación”. Es el relato de que Maradona fue una cuestión de Estado para la última dictadura cívico-militar. En mayo de 1980, Argentinos Juniors había firmado la venta de aquel Pelusa a Barcelona a cambio de 6 millones de dólares, una cifra que en ese momento era tres veces superior al pase más caro de la historia.
Pero Maradona figuraba entre los 40 nombres que los militares habían blindado para que estuvieran cerca de la Selección que preparaba César Luis Menotti para el Mundial de España 1982. Hasta el genocida Jorge Rafael Videla se refirió en los medios al imposibilitado pase del Bicho al Barcelona durante esas semanas. En plena dictadura, en los medios se hablaba de libertades individuales y se citaba a la Constitución Nacional para hablar sobre Diego. Pero sólo sobre eso. La exposición de Sazbón lleva a Alberto Pérez, ex secretario del Bicho en esos años y presente en este aula de la Facultad de Derecho, a recordar un nombre: el del general Guillermo Suárez Mason. Pérez cuenta que el represor citó en su despacho a Alberto J. Armando, presidente de Boca, y le pidió que le hiciera un favor a Argentinos: que comprara a Carlos Álvarez, goleador del Nacional 1976. Armando, que antes de visitar a Suárez Mason se había despedido “por las dudas” de su familia, aceptó. Álvarez no dejó un gran recuerdo en Boca. “Del miedo que tenía Armando, le tendría que haber vendido a todo el equipo”, confiaría luego Suárez Mason, en una reunión de comisión directiva de Argentinos.
Alabarces, considerado como uno de los fundadores de la sociología en el deporte, expone sobre una teoría general del maradonismo. Cómo Maradona se volvió mito de una Nación no sólo se explica porque hay un cuerpo en movimiento que es capaz de dejar en el camino a tanto inglés durante los cuartos de final del Mundial de México, dice Alabarces. También hay un contexto. Pasaron sólo cuatro años de la Guerra de Malvinas. La sociedad argentina empieza a tener una imagen clara de lo que sucedió entre 1976 y 1983. El peronismo pierde su primera elección desde que emergió como movimiento en octubre de 1945, lo que genera que sea resimbolizado. Es ese cóctel el que asciende a Diego a la categoría de mito.
A partir de ahí, Maradona ya deja de ser sólo Maradona. Por eso la noticia que llega desde Sinaloa -que dejó de ser el entrenador de los Dorados por motivos de salud- no cambia el ritmo de la charla, que dura dos tiempos de 45 minutos como si fuera un partido de fútbol. El profesor Tomás González Messina, organizador de la charla a través del Departamento de Historia de Argentinos junto con el centro de estudiantes de Derecho, se pregunta por qué Diego estuvo tan lejos de las aulas durante estos años: “A través de él explicamos muchas cosas que nos interpelan más allá de su figura. Si no estudiamos a Maradona, ¿qué estudiamos?”.
Pensar a Maradona es pensar a la Argentina.