El fin del programa Fútbol para Todos, que desde 2009 aseguró los partidos de fútbol de la Primera División por los canales de aire, trajo como respuestas, además de las transmisiones en Internet, boicots a las empresas dueñas de los derechos de televisación y proyectos legislativos para poner la pelota y la pantalla en lugares públicos. La Coordinadora de Hinchas (CdH) rechazó la privatización e impulsó la campaña en contra de Fox y Turner. «El fútbol es un negocio gracias a que nosotros somos hinchas que amamos este deporte y a nuestros clubes», dijo Hernán Aisenberg, integrante de la CdH. La agrupación Más Cerca del Fútbol, del Instituto para la Producción Popular (IPP) y el sistema de distribución de alimentos del productor al consumidor Más Cerca es Más Justo, instó a los «clubes, centros culturales, asambleas de vecinos, locales de partidos políticos y cualquier otra organización social a ofrecer sus espacios para que la comunidad pueda reunirse y compartir la transmisión de los partidos de fútbol de manera gratuita».
Desde la dirigencia política opositora, surgieron iniciativas en diferentes puntos del país. Joaquín Noya, concejal kirchnerista de Vicente López, presentó un proyecto en el Concejo Deliberante para garantizar «que todas y todos puedan ver los partidos de fútbol gratis en clubes, centros culturales y espacios públicos». El concejal justicialista Eduardo Toniolli propuso en el Concejo Municipal de Rosario «promover la democratización en el acceso a eventos deportivos televisados de interés para los rosarinos, organizando proyecciones gratuitas de partidos de los torneos de AFA o de la Selección Nacional de fútbol, en espacios públicos». En Lomas de Zamora, el concejal Julio Rivero, representante de Patria Para Todos, presentó un proyecto para «que los partidos de fútbol de Primera División sean exhibidos en forma gratuita en teatros, salas y plazas». Todos buscan, de algún modo, paliar lo que ofrecía el Fútbol para Todos: los goles para más ojos.