Hace diez años, cuando todavía no había pisado la NBA para el tramo final de su carrera, cada noche Pablo Prigioni recolectaba y sistematizaba anotaciones en un cuaderno. Eran situaciones del partido, jugadas, pensamientos y decisiones de los técnicos que lo dirigían. Era el comienzo de una nueva etapa. «Es como si las notas fueran mis principios como entrenador. Muchas veces voy a esas páginas y las leo de vuelta», cuenta el riocuartense que este año se convirtió en el primer argentino en formar parte de un cuerpo técnico de la NBA. A los 41 años, atraviesa la primera temporada como asistente del entrenador Kenny Atkinson en Brooklyn Nets.
–¿Cuál es tu función como asistente?
–Es un aprendizaje y una forma de vivir otra experiencia. Como jugador uno piensa que ha vivido todo, pero no es así. Es como si estuviera haciendo un máster en ser entrenador. Cuando estás de este lado ves que hay mucho por pensar y controlar. Tengo jugadores a cargo para ayudar y entrenar, y estar pendiente de su juego y su desarrollo. Lo que más me gusta es que el entrenador tiene una forma de llevar el staff que es buenísima: siempre quiere que demos la opinión de todo. Estoy muy cómodo, aprendiendo muchísimo, los staff son muy grandes y al haber tanta gente dentro del equipo se puede llegar muy profundo. Es como les digo a mis amigos: se me está agrandando la cabeza con todo lo nuevo y diferente que estoy viendo. Mi plan es aprender, desarrollarme y adquirir toda la experiencia que pueda para mezclarlo con mis ideas. Quizás algún día tengo la suerte de convertirme en un buen entrenador. Pero eso no incluye tiempo plazos ni nada. Intento evolucionar y ser útil en el día a día.
–¿Qué entrenador imaginás que vas a ser?
–Ahora mismo no sé qué clase de entrenador puedo llegar a ser el día de mañana. Trabajo con el staff, aprendo e intento tomarlo como una formación para adquirir conocimientos. Tengo mis ideas y cosas claras, pero también hay que tener la capacidad de hacer ajustes y poder modernizarse. El juego y los jugadores van cambiando constantemente. No sé qué puedo hacer en diez años, sería hablar por hablar. En lugar de mirar lejos, prefiero centrarme en el día a día. Siempre tendrá mi carácter y convicciones pero se definirán cuando tenga la chance de liderar un equipo.
–¿Qué puertas se pueden abrir para otras compatriotas en la NBA?
–No sé qué otras puertas se pueden abrir. No sé hasta qué lugar se les puede abrir. No porque no lo merezcan sino porque es difícil de controlar. Corro con la ventaja de que he jugado acá. Si Manu quisiera entrenar no tengo dudas de que tendría un lugar. Para todos los que jugaron acá sería más fácil entrar y desarrollarse. Injustamente para otros entrenadores argentinos que son mejores y tienen mucha experiencia, es más complicado por el idioma, porque no los conocen o por otros factores. Hay muchos mejores entrenadores que nosotros que podrían estar acá. A los que jugamos en la NBA se nos abre una chance, pero a las oportunidades hay que aprovecharlas y demostrar que sos capaz en el rol.
–¿Cómo viviste el retiro de Manu Ginóbili y qué impacto generó?
–En los últimos años ya nos íbamos preparando para que llegara el día. Era cuestión de tiempo y contra eso no se puede hacer nada. Dejar el baloncesto como lo ha dejado él, con el nivel que mostró y con semejante legado, es un orgullo y una satisfacción como compañero y amigo. Intento no ponerme triste y pensar que lo ha disfrutado y nos ha hecho disfrutar a muchos. Espero que el postbásquet sea lo más placentero posible y que encuentre lo que le gusta. Ha dejado un respeto absoluto: las estrellas actuales y del pasado, los entrenadores, todos se rindieron ante su trayectoria. Espero el día del retiro de su camiseta para que pueda recibir todo el cariño de la gente que lo siguió todo este tiempo.
–Después de 16 temporadas no hay jugadores argentinos en la NBA, ¿falta mucho para que llegue el próximo?
–Me encantaría tener la respuesta. Hay buenos jugadores con chances. Pero honestamente no puedo estar seguro de que se sumen. Tenemos que pensar por qué no tenemos argentinos ahora.
–¿Qué idea tenés?
–No sé si tengo la respuesta o una visión clara. No sé si tengo algo que realmente aporte. Es para sentarse en una mesa con entrenadores de todas las categorías, incluir mucha gente como dirigentes y algunos periodistas para poder reflexionar. Quizás se llega a alguna conclusión que nos dé una respuesta. Yo no la tengo y estaría bueno lograrla para tener una hoja de ruta. «