Japón se convirtió en el protagonista de la segunda gran sorpresa del Mundial. Con paciencia y reponiéndose a una desventaja, la selección asiática logró acaso su mayor victoria en su historia: le ganó a Alemania en el comienzo del Grupo E del Mundial de Qatar.
En un partido entretenido en el estadio Khalifa International, el equipo europeo se puso arriba con un gol de penal de Ilkay Gündogan a los 33 minutos del primer tiempo. Hasta ahí y hasta el final de la primera etapa, Alemania gobernó el partido al calor de sus pases, del juego asociado y de atacar en bloque a un rival que solo podía contener los avances constantes.
Todo parecía encaminarse a una goleada, a un estreno sereno y con su estilo para los conducidos por Hans-Dieter Flick. Pero todo cambió desde los 15 minutos del segundo tiempo. Jamal Musiala pudo liquidar la historia con un golazo pero su derechazo se fue por arriba del travesaño.
Entonces llegó el momento de Japón, de empezar a concretar el golpe, la otra piña del Mundial además de la de Arabia Saudita a la Argentina. Ritsu Doan marcó el empate después de un rebote de Manuel Neuer y Takuma dio vuelta a la historia con una definición que entró por el uno lugar que le concedió el arquero europeo.
Alemania pudo igualarlo, mostró rebeldía para ir a buscar el partido y se chocó otra vez el arquero Hiroki Sakai, una de las figuras. «La Selección arranca como en 2018», ya escribe la prensa teutona con el antecedente de Rusia, donde cayó en el debut ante México y se despidió en la última fecha con un 0-2 ante Corea del Sur.
En el Grupo E ahora lo esperan España y Costa Rica. Necesitará ganar los dos partidos para evitar ese desenlace fatal, quedarse afuera de un Mundial en primera ronda por segunda vez consecutiva. Parece imposible. Pero es probable. Como todo – o casi- cuando se trata de fútbol.