Mauricio Arboleda y Reinaldo Lenis se sientan uno frente a otro en el pulmón verde de la concentración de Banfield en Luis Guillón. Es un mediodía de febrero. Cantan las cotorras. Arboleda es arquero, hincha de Deportivo Cali, extrovertido, y su ídolo es el exarquero brasileño Dida. Lenis es delantero, hincha de América de Cali, introvertido, y su ídolo es el exdelantero brasileño Ronaldo. “Mira cómo estamos, mira…”, dice Arboleda cuando se le pregunta cómo se llevan, ya que son colombianos, compañeros en Banfield y, en ese primer vistazo, tan distintos.
Pero no. En el fútbol argentino, a Arboleda y a Lenis, otros jugadores les dijeron “negro de mierda” adentro de una cancha. En 2015, Nicolás Lodeiro a Lenis, en Argentinos-Boca; en 2018, Fabián Rinaudo a Arboleda en Banfield-Gimnasia.
Arboleda nació hace 22 años en Tumaco, que el 16 de enero fue noticia. “Tumaco, epicentro de lucha por coca, completa 28 días sin homicidios”, tituló el diario El Tiempo. Creció en el barrio La Ciudadela, con el Océano Pacífico a sus pies. Lenis se crío en el barrio Marroquín y salió rápido del país para dedicarse al fútbol. Nació hace 26 años en Cali, la ciudad colombiana con la tasa más alta de homicidios.
Y entonces no: Arboleda y Lenis no son tan distintos.
-¿Por qué hay 29 colombianos en el fútbol argentino?
Mauricio Arboleda: -Qué locura, ¿no? Nunca pasó. Lo bueno es que son todos jugadores de campo, ningún arquero…
Reinaldo Lenis: -Argentina es una ventana. En Colombia podés hacer un campeonato bueno, pero no lo ve nadie. Los programas deportivos argentinos los ven en todo el mundo. Hacés cuatro, cinco goles, atajás una pelota, una buena…
MA: -(Interrumpe) ¡Haga un penal para eso…!
RL: -Y se enteran en Sudamérica, en Europa. Al pibe de Boca, con sólo cinco partidos en Primera, lo compra el Borussia Dortmund. Imposible que eso pase en Colombia. El fútbol argentino es más competitivo, y mi deseo es irme a Europa o a México, mejorar económicamente.
-La decisión de venir a Argentina es para dar ese salto profesional.
MA: -Si de los 29 jugadores que somos, 28 son jugadores de campo y yo el único arquero, es también una ventaja para mí: quiere decir que el técnico de la selección o cualquier técnico se pone un poquito a pensar. Es una motivación para seguir trabajando. Esperemos a ver qué pasa con la selección, yo quiero estar ahí.
-¿Influyó que James Rodríguez haya debutado en Banfield?
MA: -Del fútbol argentino conocía a Boca, a River, nomás. No era mi debilidad venir acá. Mi sueño era jugar en Deportivo Pasto, de donde salí, y ya. Y cuando me nombraron de venir a Banfield, me dijeron que James había salido campeón. Influyó un poquito. Ya llevo cinco años acá, estoy desde muy chico, desde los 18. Mi tío me decía que si algún día aspiraba a jugar en Europa tenía que pasar por Argentina.
RL: -Sabía que James había jugado, y por eso volví de Brasil. El profe (Hernán Crespo) además me estaba llamando para que viniera, me decía que ya me conocía porque me había visto jugar en Argentinos, así que decidí venir acá por lo que era el profe, una persona tranquila que labura bien.
-¿De chicos veían a algún equipo o jugador argentino?
MA: -Te soy sincero: no miraba. Lo mío no era el fútbol. Era más que todo la calle. No era como acá, que llegás a Argentina y los chicos de seis años están en la escuela jugando al fútbol. Por mala suerte, no había ese don donde yo vivía, que es el campo. Mi barrio era un poquito picante. En enero no hubo muertos. Pero es muy caliente.
RL: -El mío igual. De por sí Cali ya es peligrosa. Hay que estar viviendo en algunos barrios, en el Estrato 6, pero igual también es peligroso porque van los ladrones. Pero desde la infancia te conoce todo el barrio, así que cada vez que yo llego me conocen. La idea es salir de ahí, más por seguridad de la familia.
-¿Y si no hubiese sido por el fútbol?
RL: -Diga la verdad…
MA: -Para mí el fútbol fue una obligación; mi abuela me llevaba a jugar. Entonces eso me inspiró, me llevó a sentirme presionado a cumplir las metas que me ponían en casa, porque me gustaba mucho la calle, andar con mis amigos. De diez amigos, me quedan tres, lastimosamente. Los otros han fallecido. No me considero un marginado, pero veo cómo están mis amigos y se me parte el corazón. Tenía un compañero del colegio que era uno de los sicarios más importantes y me decía: “¡El que te haga algo lo mato!” No quiero decir que por ahí hubiera sido uno de ellos, pero uno nunca sabe. Hoy la agradezco mucho al fútbol.
RL: -Yo por ahí siempre fui tranquilo. Si no fuera por el fútbol, tengo un grupo de amigos de la infancia que todavía son sanos, trabajadores, nunca se meten en problemas. Por eso no hemos perdido la amistad, porque si alguno se va por el mal camino, me tocaría alejarme.
-¿Sabían que, en diferentes momentos, vivieron situaciones racistas en el fútbol argentino?
MA: -¿Vos también?
RL: -Sí.
MA: -Ja, no sabía… Creo que siempre quedan en la cancha, aunque son cosas que salen de lo futbolístico, que te ofenden mucho. Hoy no tiene sentido darle al caso. En la cancha de Rosario Central me pegaron con una moneda en el ojo, en el partido. Traté de no darle importancia, aunque me abrió un poquito la ceja. Después también fuimos a la cancha de Patronato de Paraná, la peor cancha para Arboleda, porque se expresaron muy feo. Lo que dijo Rinaudo te afecta más porque son jugadores, no un hincha que va a la cancha a putearte. No es el caso.
-Pero no lo naturalizaron: lo contaron.
RL: -Sí, porque es difícil. Hay veces que se malinterpretan las cosas o las formas de decirlas. Acá de cariño te pueden decir «negro», pero si te dicen «negro de mierda», ahí sí ya no. Nosotros somos orgullosos de la raza que somos (sic). Aparte acá, a alguien de pelo negro ya le dicen “negro”, aunque sea de piel blanca. Varios me han preguntado: “¿Te molesta que te diga negro?” No, pero depende de la forma. Hay que saber decir las cosas. Yo te puedo decir “blanco de mierda”, y también voy a ser racista.
MA: -Nosotros somos una clase de persona muy diferente, nos da todo igual en el sentido de que nos digas «negro» de cariño. A veces en el fútbol, por calentura, te dicen “negro”, y pienso: “¿Me lo dicen bien o mal?”. Entonces ya te la tenés que aguantar. A mis amigos les digo: “Al que no conozco, no me puede decir negro”. Negro es un color. Queda abierto eso.
-¿Y fuera de la cancha?
MA: -Al contrario, cuando voy a comer con mi mujer, la paso muy bien. Es más, después de ese partido con Patronato, la gente de afuera, cerca de la platea, me pedía una foto. Yo estaba recaliente, te juro. Fueron unos gritos… La cancha estaba media vacía, se escuchaba todo. El árbitro tuvo que parar un minuto el partido. El árbitro me dice: “¿Querés seguir?”. “Sigamos”, le digo. Fue algo incómodo. Pero no me puedo quejar. Si es uno, es uno. No puedo ir a Colombia y decir: “Los argentinos son esto o aquello”. En las hinchadas es normal.
RL: -Hay veces que los hinchas te lo dicen para sacarte del partido, para que te preocupes por otra cosa, no porque sean racistas. No hay que darle bola, hay que seguir enfocado.
MA: -Pero hay diferentes insultos para hacer calentar a una persona, ¿no?