“Boca-River, un relámpago largo de impaciencias”, escribe el poeta Héctor Negro, hincha de Independiente, en un mundo que aún desconoce de coronavirus y Covid-19. “No hay neutrales, no hay sordos y no hay siesta -sigue Negro-. Boca-River, se trenzan. La cuestión no es de once contra once, ni de hinchadas leales y violentas. Van a subir estruendos inminentes, al gol ya le anda el fuego por la mecha. Unánimes gargantas tendrán alas, unánimes silencios serán piedra. River-Boca, la vuelta de la batalla siempre renovada, la que enciende y alegra, una vieja leyenda”. El retorno de los hinchas a las canchas en el fútbol argentino después de 18 meses de vacíos no hubiera tenido un escenario más propicio que el Superclásico que se jugará desde las 17 en el Monumental por la fecha 14 de la Liga Profesional. Aun en el contexto de un juego devaluado en una Liga un tanto venida a menos, River-Boca es el partido de partidos. Y no será en un domingo cualquiera: será con la mitad del estadio con hinchas reencontrados -seguramente, más de 36 mil-, en una “vuelta a la normalidad” en código futbolero.
Todo un signo: los cuatro que se jugaron sin hinchas, todos en 2021 -en 2020 no hubo Superclásicos- terminaron empatados. Nunca antes en la historia habían hilvanado cuatro empates. El último, el 4 de agosto por los octavos de final de la Copa Argentina en La Plata, fue 0-0 y Boca se impuso en la definición por penales. En los anteriores, River terminó el primer tiempo abajo en el marcador. En concreto, sólo fue ganando durante nueve minutos, en el 2-2 del 2 de enero en la Bombonera. “Sumamos una buena cantidad de puntos que nos pone en una situación expectante. Viene el clásico en nuestra cancha, gracias a Dios con nuestra gente, y va a ser muy lindo y emotivo vivir eso. Hace mucho tiempo que no lo vivimos”, dijo Marcelo Gallardo, con contrato hasta diciembre, en la previa de lo que podría ser su último Superclásico, enfocado en lograr la liga local que no pudo ganar en sus siete años como entrenador de River, ahora a dos del líder Talleres (29 puntos). “Las sensaciones -dijo Sebastián Battaglia, DT de Boca, que se estrena en un Superclásico- son para disfrutar. Es algo muy lindo y encima se da la oportunidad de que vuelve el público”.
Una llave para abrir el Superclásico de esta tarde en el Monumental puede estar en los pies de los colombianos Jorge Carrascal y Edwin Cardona. Lo une otra cosa: que tienen una nueva oportunidad para mostrarse. En los últimos tres partidos, Carrascal marcó dos goles y metió una asistencia. A los 23 años, lleva la N° 10 de River. Cardona sabe lo que es meter un golazo en el Monumental y ganarle a River, pero en el último tiempo los hinchas -y la dirigencia- le perdieron la paciencia por el bajo rendimiento y por el faltazo en los octavos de final de la Copa Libertadores ante Atlético Mineiro.
“Más allá de que son simbólicamente los 10, sus roles no son similares”, tercia Diego Latorre, exfutbolista, actual comentarista de fútbol, y los analiza en contexto: “River promueve más la creatividad y, de pronto, Carrascal no necesita tanto jugar en la zona de gestación, sino que muchas veces lo encuentran las jugadas en la zona de definición. Eso es bueno si se encuentra en posición favorable y malo si queda ‘atrapado’ como delantero y no puede expresar sus mejores virtudes, el engaño y la gambeta en tres cuartos. Cardona, en cambio, no tiene mucha movilidad pero sí más ingenio y talento. Necesita que lo encuentren en la circulación y Boca todavía no ofrece ese manejo de pelota desde atrás de la mitad para que, sin grandes desplazamientos, pueda tener más cantidad y calidad de intervenciones. Si no saca una genialidad, un pase gol desde su posición, Cardona parece que no genera grandes efectos en el equipo, aún en construcción. Después, tiene la pegada y toda su inspiración”.
Hay otra diferencia entre Carrascal y Cardona: el primero no sabe lo que es jugar un Superclásico con hinchas en la cancha. El último con las tribunas llenas se disputó el 22 de octubre de 2019, triunfo 1-0 de Boca en la Bombonera en la semi de la Libertadores, pero clasificación a la final de River. Entre los titulares de River, volverán a estar presentes Milton Casco, Paulo Díaz, Enzo Pérez y Nicolás De La Cruz. En Boca, Carlos Izquierdoz y Agustín Almendra. El resto, la enorme mayoría, jugará por primera vez un River-Boca con hinchas, toda una novedad en sus vidas futbolísticas.
“Es un símbolo de la superación parcial de la pesadilla. Va a quedar eso en la historia: la fecha y el Superclásico en el que volvió la gente a la cancha”, dice Diego Estévez, periodista e historiador, autor del libro 344 Superclásicos. No es la primera vez que un factor externo se guarda en la memoria. En 1931, el primer Superclásico del profesionalismo no termina: quieren agredir a Francisco “Pancho” Varallo porque consideran que había hecho falta en el gol de Boca. En 1968, la Puerta 12: mueren 71 hinchas de Boca aplastados y asfixiados a la salida del Monumental, la mayor tragedia del fútbol argentino. En 1976, en plena dictadura, Boca y River juegan su primera final, en Racing ante 90 mil personas, un registro irrepetible. En 1983, matan a un hincha de River en un tiroteo entre la barra y la policía. En 1994, la barra de Boca mata a dos hinchas de River. En 2001 y 2002, dos amistosos no finalizan por incidentes en las tribunas. En 2004, semifinales de la Libertadores, los primeros Superclásicos sin hinchas visitantes. En 2015, el gas pimienta en la Bombonera. En 2018, la final de la Libertadores mudada a Madrid. El repaso aleatorio desemboca en el River-Boca de este domingo 3 de octubre de 2021, cuando los hinchas volvieron a las canchas después del fin de la distopía pandémica. Suena a cierre ideal, a comienzo soñado. Ojalá lo sea.
PROTOCOLOS
Después de días de incertidumbre, el gobierno confirmó el jueves las medidas en el regreso del público: se permitirá un aforo del 50% y se deberá completar un permiso en www.argentina.gob.ar/volvemos, que requerirá al menos una dosis de la vacuna.