No veo fútbol en serio hace casi 20 años. Fui a la cancha de joven, grité miles de goles, lloré como un gil y juegué –mal– otras miles de veces más. Vi el Mundial de Brasil (casi pongo Río, me lo confundo con los Juegos Olímpicos). Esos sí los viví en serio. Pero con el fútbol es otra cosa: ya no me sé de memoria los once de River, desconozco los rostros de la mayoría de ellos (el Muñeco Gallardo, ese sí sé quién es), no sé ni a qué hora juega mi equipo favorito, ya ni tengo equipo favorito. Tampoco sé cómo es el nombre del torneo local y en la Selección hay uno que se llama Guido Pizarro. Una novedad para mí. Dejé de ver fútbol no porque no me guste ese deporte sino porque no tolero la frase «ganar o morir», «es a todo o nada», «hoy hay que ganar sí o sí», «hoy más que nunca». ¿A quién no le gusta ganar? No creo que a nadie le guste perder o juegue a perder. Tal vez suene cursi, pero creo que en el deporte solo se aprende de las derrotas. No hay vuelta atrás. Y creo, además, que el deporte en general es hermoso, y que hay que disfrutarlo más. ¿O acaso no disfrutamos de estos 15 años de emoción basquetbolística, gane o pierda la Selección, los Spurs o Laprovíttola? ¿No disfrutamos de la medalla plateada del Delpo en Río? ¿O no saltamos con los pibes del vóley en los Panamericanos? ¿Y te diste cuenta que Messi y sus compañeros te hicieron jugar tres finales en cuatro años? ¿No las ganaron? Bueno, ya la van a ganar. No siempre sirve ganar, no solo sirve ganar. En la edición pasada de Tiempo se publicó una entrevista a Orsanic. Fue una grata sorpresa porque piensa igual. El tipo está sentado al lado de una bestia como Del Potro, lo ve ahí, habla con él en medio de la competencia. Sabe lo que piensa, lo ve esforzarse, hacer, jugar, ganar o perder. Y lo disfruta. Pase lo que pase hoy nada va a cambiar, nada debería cambiar con proyectos como los que plantean entrenadores como Orsanic. Y no está solo: tipos como Julio Velasco, Julio Lamas, Sergio Hernández y otros son entrenadores que resaltan esos valores y son útiles para el deporte nacional. Y lo más importante es que son formadores de atletas, de hombres. Mal no les va. «