Neymar brinca sin cesar de la tribuna a la arena y de la arena a la tribuna, mientras su padre juega un torneo de fútbol en la playa de São Vicente, São Paulo. Es el Fin de Año de 1998. Neymar “Júnior” ya cumplió los seis años. Roberto Antonio dos Santos, Betinho, técnico en el futsal del Clube de Regatas Tumiaru, mira preocupado hacia la tribuna: teme que su hijo se tropiece. Hasta que lo encandila Neymar. “Corría como si fuera un lugar llano -recordó Betinho-. Vi que tenía habilidad, agilidad y gran coordinación motora. A eso alié la genética, porque vi que su madre era delgada y alta, y su padre, que había sido futbolista, tenía un buen biotipo. Pensé que si lo juntaba todo iba a dar un buen futbolista. Y lo invité a jugar”.
El lunes pasado, a 370 días de su último partido oficial -cuando se rompió el ligamento cruzado anterior y el menisco externo de la rodilla izquierda-, Neymar volvió a jugar en el triunfo 5-4 del Al-Hilal, su club de Arabia Saudita, ante el Al-Ain emiratí, por la Champions de Asia. A la sombra de Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, Neymar, rey sin Balón de Oro a los 32 años pero con el Mundial 2026 en el horizonte, “formó” a una generación de futbolistas.
Este lunes, en el Théâtre du Châtelet de París, en la primera entrega del Balón de Oro de la revista France Football sin Messi ni Cristiano entre los candidatos desde 2003, Brasil puede volver a tener un ganador después de 17 años (Kaká, 2007), con Vinícius Júnior. Brasil, pero no Neymar, más talentoso que Vinícius y, sobre todo, más influyente en el juego, en los compañeros, en los rivales y en los niños del mundo que, impactados, crecieron admirándolo. “Nadie merece más el Balón de Oro que Vinícius -expuso, sin embargo, Neymar-. Es un luchador. Sufrió muchísimo en su vida. Superó todas las críticas y hoy se convirtió en un gran ídolo. Es un héroe para nosotros y, para mí, no hay nadie mejor”. Neymar se reencontrará con Vinícius (24 años) y Rodrygo (23) en la doble fecha de Eliminatorias de noviembre, en la que Brasil jugará, de visitante, ante Venezuela, y de local, frente a Uruguay. Los delanteros del Real Madrid, para Neymar, son “meus meninos”, sus chicos. Rodrygo compartió una foto de 2011: él, cuando jugaba en las inferiores del Santos, junto a su ídolo Neymar, campeón de la Copa Libertadores en aquel año con el club paulista.
Aquejado por las lesiones desde el rodillazo del colombiano Camilo Zúñiga en la columna durante Brasil 2014, que por dos centímetros no lo dejó en silla de ruedas de por vida (“No podía mover las piernas”), Neymar jugará su cuarto Mundial en Estados Unidos-México-Canadá 2026. “Ahora es lo que llamamos un arco y flecha: es capaz de construir y de rematar. Ha aumentado su arsenal”, había dicho en 2021 Tite, DT de Brasil en Rusia 2018 y Qatar 2022. En la Copa del Mundo 2026, Neymar -si las lesiones se lo permiten y si alcanza un estado de forma óptimo a pesar de competir en Arabia Saudita- puede liberar como “arco”, desde la posición de mediocampista -siempre creativo, imaginativo, impresionista- a Vinícius y a Rodrygo (y a Raphinha), más “flechas” que “arco”, un talento reservado para los elegidos.
“¿Con qué futbolista te gustaría jugar algún día?”, le preguntaron a Lamine Yamal en plena Eurocopa de Alemania 2024, antes de que se consagrara campeón con España. “Neymar”, respondió el crack de 17 años del Barcelona. El 41% de los hinchas de entre 25 y 34 años, según Story Baker, asegura estar más interesado en jugadores individuales que en clubes, el doble en comparación a la franja etaria de entre 55 y 64 años. Y cuanto más jóvenes son los hinchas, la tendencia crece a favor del futbolista y en detrimento del equipo. En el argot de la mercadotecnia lo llaman fluid fandom (“fanatismo fluido”). Neymar jugó en su país en el Santos y, antes de emigrar a Arabia, en el Barcelona de España y en el París Saint-Germain de Francia. Los hinchas del “Fútbol Club Neymar” lo acompañaron siempre, más allá de la camiseta. Al margen de su salario anual (entre 119 y 170 millones de dólares, a partir de primas), lo patrocinan 14 marcas (43 millones de dólares). ¿Neymar comprará en 2025 el Santos y se retirará luego en su club formador, hoy en la B de Brasil y endeudado en 140 millones de dólares, pero el segundo máximo ganador del Brasileirão, como sugirieron medios brasileños? Es una posibilidad. Otra: que se reencuentre con Messi y Luis Suárez en el Inter Miami.
Como sea, la savia de Neymar es su futebol arte, su caudal imprevisible de ingenio, de control y trato de la pelota para ser efectivo y decisivo. Rodrigo de Paul afirmó que Neymar fue el rival más intrincado y difícil de marcar. “En la final de la Copa América -precisó De Paul-. Ney es un animal. A él también le dije cosas, y no. En el segundo tiempo, en una jugada, le digo: ‘La verdad, loco, sos un fenómeno, porque no es sólo cómo jugás, sino que mentalmente nadie te corre de tu eje’. Me dio un abrazo y ya no le dije nada. Fue un espectáculo”. Ángel Di María sostuvo que Neymar es uno de los mejores jugadores brasileños en la línea de tiempo después de Kaká y Ronaldinho. “Parado y todo, sin jugar, sigue siendo el mejor”, destacó Di María. Los propios futbolistas, los que más “saben” del juego, celebraron en coro su vuelta. Hay, también, una redención. “Lo que más amo en la vida es jugar al fútbol. Sufro cada día en el que no lo puedo hacer. Esto es lo que más me duele”, había dicho Neymar, entre lágrimas, ante la cámara de NR Sports. “Las personas más importantes en mi vida, mis amigos, mi familia y el fútbol. Me levanto cada vez que me lesiono”.
Máximo goleador histórico de la selección de Brasil y oro olímpico en Río de Janeiro 2016, Neymar ya está por encima del bien y del mal. Cada partido que juega es la experiencia de poder ver su funk en la cancha. Es cierto: en sus seis temporadas en el PSG, de la 2017/18 a la 2022/23, se perdió 92 de los 204 partidos de la Ligue 1. Suma 33 lesiones en su carrera. Nunca había pasado tanto tiempo sin jugar desde la última lesión, el 17 de octubre de 2023 en la derrota de Brasil ante Uruguay en el Centenario por las Eliminatorias. La Copa del Mundo 2026 la jugará a los 34 años, más maduro, experimentado y líder. Es, acaso, su último baile, la última chance de calzarse la corona y de alzarse con el cetro. Ronaldo Nazário, O Fenômeno, sufrió dos lesiones graves de rodilla entre 1999 y 2000 que casi lo sacan del fútbol. Se recuperó y, como goleador -ocho goles en siete partidos-, ganó el Mundial de Corea del Sur-Japón 2002, el pentacampeonato. Neymar entonces tenía diez años. Hoy, cuentan en Brasil, se inspira en Ronaldo. Otros, en cambio, lo tildan de “estrella imaginaria”. El tiempo volcará la historia hacia algún lado.
En 2017, su transferencia del Barcelona al PSG (club-Estado de Qatar) a cambio de 222 millones de euros se convirtió -y aún lo es- en la más cara de la historia. Se habla demasiado de dinero en el fútbol. Y los millones no dimensionan el talento de un futbolista. De los 17 a los 21 años, Neymar había sido O Ney en el Santos, el club de Pelé, O Rei: 136 goles y 69 pases gol en 225 partidos, un juego seductor, cálido y esperanzador. Con “su” PSG se quedó al borde de darle la primera Champions: 0-1 en la final ante el Bayern Munich en la 2019/20, sin público en Lisboa por el Covid. En aquel minitorneo de cuartos, semi y final, Neymar se lució más cerca del centro de la acción, más libre para tejer su red. Acaso haya sido una de sus últimas grandes funciones. Pausa y aceleración para estrechar y ampliar el espacio de juego. Fue la forma única en que hizo lo suyo. ¿Será capaz de volver a imponer su autonomía en la cancha? “Pensamos como si el talento de un deportista nos perteneciera, pero no es así; el talento sólo pertenece a su esencia”, apunta el colega Alfredo Giacobbe en el sitio Ultimo Uomo. ¿Lo liberará jugar en Arabia, sin cadenas, casi sin presión, para regresar a la fuente de la alegría de jugar? ¿O será el escenario de su final en fade out, de la disminución gradual del futbolista?
El 12 de octubre de 2023, en el partido anterior a su rotura del ligamento cruzado anterior y del menisco externo de la rodilla izquierda, jugó en el 1-1 ante Venezuela en el Arena Pantanal de Cuiabá. El día anterior, cuando se entrenaron en la cancha, Neymar se había topado con una camiseta en su locker del vestuario: la de Deyverson, entonces en el Cuiabá, el miércoles autor de dos goles y un pase gol en el 3-0 de Atlético Mineiro a River por la semi de ida de la Libertadores. “Neymar, eres un referente para todo aquel que ama el fútbol”, reposteó Deyverson después de que Neymar compartiera una foto del regalo en Instagram. Deyverson tiene 33 años: es contemporáneo a Neymar (32). Estêvão Willian, delantero del Palmeiras, “superó” en cambio a Neymar como el Sub 17 con más goles y asistencias (18) en una edición del Brasileirão (Neymar sumó 16 en el de 2009). Lo logró el domingo, en el 3-5 de Palmeiras de visitante ante Juventude. Festejó su gol sacando la lengua, con las manos abiertas a los costados de sus sienes: como Neymar. “Sueño con jugar con él -dijo Estêvão, ya adquirido por el Chelsea-. Es un gran referente para mí. Me dijo que me apoya y yo también lo apoyo a él”.
“La cinta en la nariz, la cresta de mohicano, los eslálones diabólicos, lo poco que parecía pesarle el balón en el pie, como si por dentro estuviera vacío. Su talento explotó como una granada cuando le quitas la anilla. Todos enloquecieron. Todos enloquecimos. Tampoco hay que irse muy atrás. Tenía 19 años. Tumbaba rivales como si fueran bolos –escribió Marcel Beltrán en Panenka-. Y ahora, al darnos cuenta de que fue un sueño, y de que los sueños se acaban, pensamos en aquel flechazo del principio, en lo rápido que sucede siempre todo lo que merece la pena”.
Pase, Neymar, lo estábamos esperando. El fútbol continúa.