Nacho Fernández llegó a Salta concentrado en la nueva función que le pide Marcelo Gallardo ser el doble cinco que secunde tanto Leonardo Ponzio como Andrés DAlessandro- pero un rato antes del partido le cambió el panorama. No así, la semblanza. Una gastroenterocolitis dejó al Cabezón fuera del partido con Estudiantes de San Luis y el zurdo nacido hace 26 años en Nueve de Julio no tuvo ningún problema en hacerse cargo tanto de la conducción del equipo, como de marcar el 1-0 en Salta y de ser la figura, tal como había pasado la semana anterior, ante Sportivo Rivadavia de Venado Tuerto.
Sin dejar su nueva posición, Fernández no se ató al círculo central y rompió líneas por las tres bandas del ataque para general sociedades. Por un lado conectó a Driussi con el Pity Martínez y con Milton Casco, por el otro, a Jorge Moreira con Lucas Alario y con el juvenil Tomás Andrade, y se guardó el centro para llegar él mismo a posición de gol.
Atinado con los pases de primera, e inteligente para descargar y ocupar un espacio vacío para recibir, el exvolante de Gimnasia La Plata fue el vértice de los triángulos que espera Gallardo genere su equipo en equipo contrario. Y el Muñeco en ese sentido se fue conforme de Salta, sobre todo por lo hecho en la primera mitad y en el arranque del complemento. Generó al menos media docena de situaciones claras de gol, en las que se repitieron dos constantes: 1) la pelota siempre pasó por la zurda de Fernández; 2) los que quedaron frente al arquero de Estudiantes fallaron en la estocada final, en especial Casco, Andrade y Alario, quienes podrían haberle facilitado la victoria a River mucho antes de ese gol salvador del Pity Martínez sobre la hora.
Nacho Fernández ya estaba en el banco de suplentes cuando el equipo de San Luis puso el 1-1 a los 43 del complemento, pero su injerencia en el partido se había ido en fade unos cuantos minutos antes de ser reemplazado por Camilo Mayada. Para terminar de convertirse, como promete, como intenta, en el eje del equipo -aún cuando D’Alessandro se recupere y se puedan asociar en un mediocampo minado de zurdas habilidosas- a Fernández le faltó no desinflarse, no ir cediendo protagonismo a sus compañeros y a sus rivales, y no ir justificando el pedido del cambio.
Este River en construcción encontró en la victoria por 2-1 algunas certezas de cuál debería ser el camino para recobrar la fortaleza ganadora de hace no tanto y Nacho Fernández fue el nombre propio más destacado, a pesar de que recién pueda volver a jugar por Copa Argentina en una eventual final (arrastre tres fechas de suspensión y jugó los dos primero partidos porque Joaquín Arzura está en los Juegos Olímpicos). Sus compañeros deberán llevarlo hasta la misma para que el que lleva el 26 en la espalda pueda volver a lucirse en la única vía que le queda a River para jugar la Libertadores del año que viene.