En el segundo partido oficial después de Rusia 2018, Lionel Messi metió un gol con un movimiento de centrodelantero: de falso 9. Luis Suárez tiró el centro, Messi picó al corazón del área, bajó la pelota y definió con un toque a un costado del arco. Fue el 3-0 de Barcelona ante Alavés en el Camp Nou, en el debut por la Liga de España. Sin embargo, en Argentina todavía sobrevive un mito: la Selección quedó eliminada del Mundial ante Francia porque Jorge Sampaoli decidió jugar con Messi en esa no-posición, utilizar esa estrategia de juego que consiste, en resumidas cuentas, en liberar una zona para ahuyentar las marcas de los centrales y el mediocampista defensivo y llegar a ella por sorpresa, con jugadores al vacío, que fue lo que falló en Kazán.
El relator de la TV Pública, Sebastián Vignolo, no paró de preguntar retóricamente en las transmisiones mundialistas si otro equipo había jugado sin 9 en Rusia, como si hubiera sido la madre de todos los males futbolísticos de Argentina. Nadie pudo decirle a tiempo que Bélgica le ganó los cuartos de final a Brasil con Kevin De Bruyne ocupando la posición de falso centrodelantero, con Romelu Lukaku corrido al extremo derecho. Lo había decidido otro entrenador pelado: Roberto Martínez. «El español llevó los preparativos tan en secreto, por miedo a que Tite lo descubriera, que en el cuartel belga aseguran que no hizo ni un solo entrenamiento táctico -contó el periodista Diego Torres en el diario El País-. Los adiestró con el video y la pizarra. A fuerza de labia. Kevin De Bruyne fue el encargado de interpretarlo y ponerlo en práctica».
El falso 9 tampoco es una creación de Pep Guardiola, que sí encontró en Messi a su intérprete en el Barcelona modelo 2009, cuando le ganó 6-2 a Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Guardiola reversionó la posición. Lo detalló Martí Perarnau en el libro Herr Pep, que recorre la intimidad del entrenador. En la historia del fútbol, el húngaro Nándor Hidegkuti es reconocido como el primer falso 9. Jugaba en la Hungría de los 50. Causaba estragos, cuentan, desde su indetectable función. Quedó inscrito en otra goleada, pero en 1953: 6-3 a Inglaterra en Wembley. Ese juego de Hidegkuti fue similar, entre los argentinos de la época, al de Adolfo Pedernera en La Máquina de River y, más adelante, al de Alfredo Di Stéfano. Antes, en el primer Mundial, en 1930, el campeón Uruguay había usado tres centrodelanteros en cuatro partidos: Pedro Petrone, el goleador generoso; Juan Peregrino Anselmo, el goleador habilidoso; y Héctor Castro, el equilibrio entre el asistidor y el gambeteador. Adjetivaciones al margen, Uruguay los usó porque le convenía de acuerdo a los propios futbolistas y a los del rival.
Fuera de forma el uruguayo Suárez, sin suplente de calidad en el puesto, algunos hinchas en Barcelona le piden a Ernesto Valverde que piense en Messi como falso 9, con atacantes veloces detrás y a los costados, con los ingresos de los brasileños Coutinho y Malcom. Julen Lopetegui, entrenador de Real Madrid, sin Cristiano Ronaldo, ya manejó la alternativa de Marco Asensio como falso 9. Lo utilizó en esa posición cuando dirigió a España. Este fin de semana, en Vélez, Gabriel Heinze probó jugar sin referencia de área en el segundo tiempo ante Racing, con Matías Vargas por el centro. Lo propio hizo Cristian Ledesma en Tigre, frente a Colón: terminó con tres enganches en el ataque (Matías Pérez García, Walter Montillo, Juan Ignacio Cavallaro). También experimentó Guillermo Barros Schelotto con Mauro Zárate en Boca. Intentó sacarle el faro, apagarle la luz en el área a Estudiantes de La Plata.
Ninguna estrategia por ser estrategia no es válida. Con la temporada ya iniciada en Argentina y en Europa, muchos también recuerdan ante las críticas a la variante que Didier Deschamps colocó a Olivier Giroud de centrodelantero, y que no sólo no metió goles, sino que ni siquiera registró tiros al arco. Francia, con Giroud como verdadero falso 9, fue igual campeón del mundo.