El fútbol argentino tiene un nuevo director técnico del que hablar: Martín Anselmi. Con sólo 37 años, se consagró campeón de la Copa Sudamericana tras la sorpresiva victoria del equipo que dirige, Independiente del Valle de Ecuador, ante el Sao Paulo, una proeza en épocas de dominio continental de clubes brasileños. Porteño de nacimiento, hincha de Newell’s y admirador de Marcelo Bielsa, nunca jugó profesionalmente al fútbol, cursó periodismo deportivo en Deportea -profesión que ejerció pocos meses- y a los 25 años inició el curso de entrenador. En 2015 tuvo su primera experiencia como entrenador en las inferiores de Excursionistas, en la Primera C, y un año después Gabriel Milito lo incorporó como asistente técnico en Independiente. En 2019 viajó a Ecuador para sumarse al cuerpo técnico de Independiente del Valle. Ahora, ya como entrenador principal y flamante campeón, su nombre se convertirá en candidato natural para dirigir en la Primera División de Argentina.
-¿Cuál es el primer recuerdo que tenés sobre el fútbol?
-A los 4 años, aprendiendo a leer con la revista El Gráfico. Me seducía ver las fotos de los partidos. Ver las columnas, donde estaban las formaciones. Después de las alineaciones había una breve descripción de cómo había sido el partido y, más abajo, la foto con la figura. Eran épocas donde sólo se podían ver los resúmenes de los partidos. También me gustaba coleccionar el álbum de figuritas del fútbol argentino y saber qué jugadores pertenecían a cada plantel. Ahí empezó a surgir mi pasión el fútbol.
-Tu currículum no es el habitual. No fuiste jugador, y arrancaste ya como director técnico.
-En los torneos de barrio con mis amigos. Ellos estaban enojados conmigo y yo con ellos. Les decía que los iba a dirigir para enseñarles a jugar al fútbol (risas). Entonces, en mutuo acuerdo, me dediqué a entrenarlos y a no jugar más. Me lo tomé muy seriamente. Yo estaba en el primer año del curso de entrenador y me servía mucho. El motor que tenía entonces era el que llevo hoy: lograr que mi idea se vea ejecutada en el terreno de juego. Y lo mejor: que el jugador haga parte de sí mismo esa idea.
-¿Cómo fue tu primera vivencia en las divisiones inferiores de Excursionistas?
-Fue mi primera experiencia real como entrenador. Es la que más disfruté en mi vida. Ahí sentí el amor que yo tenía por la tarea, la manera en que creía en los chicos y que ellos creían en mí, porque nadie les había dedicado tanto tiempo. Se encontraron con el primer Martín. Un Martín mucho más enérgico, con mucho menos conocimiento, pero con la misma pasión de hoy. Esos chicos aún me siguen escribiendo.
-¿En qué momento tu carrera tuvo una bisagra?
-Con Gabriel Milito. Él venía de jugar en el Barcelona, con Pep Guardiola, quien para mí es el que reinventó el juego de posición. El hecho de haber trabajado con Milito en Independiente y de tener en primera mano a alguien que vivenció los conceptos del juego de posición, me generó un antes y un después. Había muchas cosas que creía y sentía en cuanto al juego de posición que con Milito terminé de comprender mejor.
-¿Qué comprendiste?
-Que la táctica no limita. Delimita. Nosotros delimitamos a la hora de construir, de iniciar el juego, de posicionarnos en lugares para crear ventajas y así llevarle la pelota a los que tienen que definir. Le digo a un jugador que reciba en tal posición, porque ahí es donde va a tener ventajas y diferentes posibilidades de pase. Pero al final el que recibe es el que decide qué hacer con la pelota.
-¿Qué rol juega la gambeta?
-Si el jugador decide esquivar al rival, mucho mejor para nosotros. No hay nada mejor en el fútbol que sacarse de encima al contrario esquivándolo, más allá de las opciones de pase que tenga. El jugador tiene toda la libertad de esquivar a su marca y valorar el riesgo de la acción. Luego está saber qué es lo que pide la jugada en cada momento y tomar decisiones.
-¿Tu modelo de juego, el que ahora muestra Independiente del Valle, es la mejor receta para ganarle a los equipos brasileños? Pocos esperaban una derrota del Sao Paulo.
-Nuestra idea de equipo le ganó al Sao Pablo. Por eso buscamos la idea colectiva para mejorar al individuo, para construir un objetivo en común, para trabajar en conjunto en la cancha. Esto es lo que equipara, hace competir y logra ganarle a estos equipos de mayor jerarquía individual. Empatar fuerzas de manera individual hace dificil la competencia con ellos.
-¿Qué seduce de Independiente del Valle? Es un equipo que ya en 2019, cuando eras asistente técnico, le ganó a Colón y levantó su primera Sudamericana.
-El modelo de juego, que permite que los jóvenes lleguen arropados al primer equipo. Se los arropa a partir de roles que deben cumplir. Estamos en problemas si el joven tiene que entrar y ser el salvador de lo colectivo. Lo que arropa es la esencia del modelo: tratar de tener la pelota, controlar los partidos, que todas las posiciones sientan y armen el juego. Después están los matices, que es más amplio, donde jugar bien es interpretar las diferentes acciones del partido. Teniendo en cuenta que hay un rival que te condiciona. No atacaremos igual si el contrario está presionando por fuera o por dentro o si está defendiendo con uno o dos delanteros.
-¿Qué importancia tiene las formativas en Independiente del Valle?
-Hay diferentes factores. Primero el trabajo de los formadores, donde se prepara a los chicos antes de convertirse en profesionales. Después están los estudios, donde se debe acudir a clase. Los chicos son alguien en la vida a través de la educación. Y por último estamos nosotros, el último eslabón, que trata de unir toda la cadena. Se le enseña al chico conceptos de juego ya relacionados a la competencia profesional y a que entiendan que, para ser bueno en esto, tienen que vivir por y para esto.
-¿El scouting también favorece al modelo?
-El scouting es fundamental para ser proactivos en el mercado. Por ejemplo, Lautaro Díaz es un jugador scouteado por el club (delantero proveniente de Villa Dálmine). Mi asistente me armó una lista de posibles jugadores que podían encajar en el equipo. Yo la observé y Lautaro me llamo la atención. Lo escalé al departamento de Scouting del club para que lo supervisen. Después lo vi en vivo contra Flandria, porque no es lo mismo ver el desarrollo de un jugador en vivo, que no. Fue una decisión arriesgada porque era un jugador que venía de una categoría inferior. Nadie tiene la bola de cristal. Al final, lo importante fue su adaptación a nuestro modelo.
-¿Cómo te llevás con la derrota?
-No me gusta desde dónde se inicia la crítica. No se trata de intentar entender los motivos. Muchos no saben la elección de un entrenador de por qué se pone a un jugador y por qué no. En el medio hay mil factores. El chico tiene un problema familiar, lo necesito descansado para el siguiente partido, está con una molestia. Nosotros tomamos decisiones. Pero las tomamos antes del partido. Opinar con el resultado puesto, sin intentar interpretar o preguntar los porqués, nos hace estar solos y con mucho ruido.
-Así como ahora estás en las buenas, a comienzos de año tuviste una experiencia sin resultados en Chile, en Unión La Calera. ¿Aprendés de la derrota?
-Siempre. Puedo aprender de un planteamiento del rival, de un mal planteamiento mío, de una charla que di y que no me gustó, de una imagen que mostré y no estaba bien. O puedo decir «hice todo bien e igual perdí». Pero el análisis nunca parte del resultado. «