Ludmila Martínez se pasa el pelo por detrás de la oreja, y se descubre el perfil derecho, que queda firme y libre. Tiene 18 años, estudia Comunicación Social en la UBA, juega al fútbol en Platense, al futsal en River -en diciembre fue citada a la Selección argentina- y, desde el día siguiente al testimonio de la actriz Thelma Fardín, repite una demanda: que Eduardo Micheli deje de ser el entrenador de chicas y chicos en el Club Los Andes, de Vicente López.
Porque Ludmila contó por primera vez que, cuando tenía nueve años, en 2009, fue abusada por Micheli. Primero se lo dijo a los padres, luego lo hizo público en Instagram y, más tarde, lo denunció en la justicia. “Ya no tenemos miedo de contarlo -dice, y se vuelve a acomodar el pelo-. Cada vez somos más las mujeres que nos apoyamos y nos damos fuerza”.
–¿Qué contaste?
–Conté que a los 9 años, Eduardo Micheli, mi entrenador de Los Andes, había abusado de mí porque me llevaba a su oficina, cerraba la puerta y me tocaba repetidas veces. Lo hizo durante meses. Él siempre daba premios como chupetines y a mí siempre me decía que me iba a dar otro en secreto o me hacía comentarios. Nunca lo conté porque era chica y no era muy consciente de lo que significaba. Sabía que estaba mal y no me gustaba, pero la verdad es que nunca me animé a hablarlo. Quizá por vergüenza, aunque no tendría que tener vergüenza, pero sí me daba y me dio vergüenza contarlo. Hace unos años, una chica había contado lo mismo que me hizo a mí, y nadie le creyó. En vez de irse el profesor del club, se fue la chica. Eso también te reprime. Y después no escuché a nadie más y pensé que habíamos sido esa chica y yo.
–¿Qué te motivó nueve años después?
–Con el video que subió Thelma a las redes sociales, bastantes chicas salieron a contar cosas. Venía pensando que tal vez era el momento porque la sociedad está en plena evolución y tal vez era necesario contarlo. En el medio de este pensamiento, una compañera que era de Los Andes lo acusó y así empezaron a saltar muchas chicas, incluso mi hermana menor, también. Entonces dije que era el momento y tenía que dar testimonio. Cuantos más testimonios haya, más creíble, aunque no debería de ser así porque con que haya uno, suficiente. Decidí contarlo porque el profesor sigue dando clases a nenas y nenes y puede volver a pasar en cualquier momento. Después de mi denuncia, me hablaron también dos chicas, otras compañeras mías también. Empezaron a aparecer un montón de personas que decían que me entendían porque también les había pasado con él. Es increíble a la cantidad de personas que les pasó, acá en el barrio. Muchas no quieren o no se animan a hablar, y hay que respetar.
La causa judicial recayó en la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) especializada en Violencia de Género de Vicente López, a cargo de la fiscal Verónica Di Tomasso. Rodolfo Micheli es el presidente del Club Los Andes, ubicado en Agüero y Malaver, una coqueta esquina de Florida Oeste. Tiene 88 años. Figura de Independiente, en el que jugó entre 1952 y 1957, y goleador de la Selección argentina en el Sudamericano de Chile 1955, es además el hermano de Eduardo Micheli. «La tomo con gracia, la verdad –dice acerca de la denuncia de Ludmila–. Es como si me hubiesen denunciado a mí. Curiosamente no es una de las chicas más rebeldes, por así decirlo. Incluso la familia siempre ha estado en el club. Por ahora no llegó nada, pero no me preocupa que haya una denuncia en la Justicia. Me gustaría que me dijera lo que dijo delante de las cámaras de la televisión. Mi hermano está hace años en el club, trabaja con las chicas y los chicos, siempre los trata bien, les regala caramelos después de los partidos».
Ludmila recibió apoyo de Platense, River y la AFA. Le ofrecieron asesoramiento de psicólogos y abogados. Empezó a jugar al fútbol en Los Andes a los 6 años. Sus hermanos mayores jugaban en el club y siempre veía un cartel: «Fútbol femenino». Le llamó la atención, recuerda, y les dijo a los padres que quería empezar. Jugó en Los Andes hasta los 16. Camila Gómez Ares, jugadora de Boca y la Selección argentina de fútbol, apoyó públicamente a Ludmila. «Viajé ocho años con ellos (los hermanos Micheli) a los Juegos Bonaerenses y Evita. Fue mi entrenador en el club desde los siete. Me parte al medio que una persona que me enseñó tanto y apreciaba así haya hecho todo lo que hizo. Entiendo que es shockeante, pero siempre del lado de la mujer –marca Gómez Ares–. Me duele en el corazón no haberme dado cuenta, no haber podido acompañar a todas ellas que tuvieron que pasar por ese desagradable momento solas y tan pequeñas. Me sentí en la obligación de hacerlo, no puedo quedarme callada, es como si avalara lo que pasó».
Lula, como la llaman, dice que toda mujer fue discriminada por jugar al fútbol. Que en el colegio le prohibían patear la pelota con los compañeros en las horas de Educación Física. Que las mujeres debían practicar handball, y los varones, fútbol. «Yo le pedía y la profesora me decía: ‘Es un deporte de hombres’. Siempre hay algún tipo de discriminación. Conozco chicas que hasta la familia no la dejaba jugar y que por eso arrancaron ya de grandes».
–¿Cómo vivís la revolución feminista?
–Cuando más fuerte se hizo esta lucha fue este año. O yo la sentí o me empecé a interesar mucho más en todo lo que conlleva el feminismo y una de esas cosas es el abuso a las mujeres, que es constante, y pasa todos los días y a cualquier hora. Hay diferentes abusos, que pueden llegar a ser muy grandes, como una violación, que la maten, o lo que me pasó a mí, que te toquen sin tu consentimiento. Fue este año que empecé a interiorizarme mucho más, y en estos últimos meses muchas mujeres empezaron a no tener miedo y a animarse a contar lo que les haya pasado. Eso es lo que me ayudó. Ver que realmente hay un apoyo te ayuda, porque años anteriores capaz lo contabas y primero no te creían y segundo te decían que ya pasó, que no importa, y es lo que le pasó a mi compañera. Y ahora lo cuento, y creo que me creen y eso ayuda mucho, saber que estás respaldada.
–¿El fútbol es más machista que la sociedad?
–El fútbol es totalmente machista y el fútbol femenino lo sufre aunque haya habido muchos cambios. Es todo para el masculino; al femenino le dan lo que sobra, o lo de menor calidad y categoría. Estamos mejorando, pero hay mayoría de gente que no lo apoya, o dice que sí pero en verdad no. Te das cuenta cuando alguien trabaja por interés o porque de verdad quiere ayudar. En Platense los dirigentes nos consiguieron ropa de mujer, y nunca pero nunca me había pasado, y jugamos en el estadio y entrenamos en el mismo gimnasio que los hombres. Son detalles que motivan.
–¿Qué querés que pase después de contarlo?
–Quería contarlo porque más allá de lo judicial, quiero difundirlo lo más que se pueda. En el barrio, el Club Los Andes es muy conocido. No quiero que el profesor siga dando más clases. Sé lo que es y cómo es, y ahora que sé que le pasó a muchas personas, le puede pasar a cualquiera. También ayuda a que muchas chicas y varones en el fútbol se animen a hablar si es que les pasó algo porque no está bueno guardárselo y porque también sirve para prevenir situaciones semejantes, que no son ninguna pavada.
CON LA DE ARGENTINA
En diciembre fue citada por primera vez a la Selección argentina de futsal. Antes, con el seleccionado de fútbol, jugó el Sudamericano Sub 17 de Barquisimeto 2016, en Venezuela, e integró la Sub 20.
CON LA DE RIVER
A los 14 empezó en el futsal de River. En noviembre, con la Tercera División, se consagró tricampeona. Fue la capitana. «La mayoría de las mujeres juega futsal. En once no hay inferiores», cuenta.
CON LA DE PLATENSE
Comenzó a jugar a los 6 en el Club Los Andes, de Vicente López. A los 13 arrancó en fútbol en Platense. Juega de mediocampista. «Platense tiene hasta Sub 12. Es un semillero muy grande», dice.