La selección argentina Sub 15 debutará este lunes, desde las 18, en el Sudamericano de Bolivia, en Santa Cruz de la Sierra. A diferencia de los Sub 17 y 20, el Sudamericano Sub 15 no clasifica a un Mundial: no existe una Copa del Mundo de la FIFA para menores de hasta 15 años, acaso un exceso competitivo. Entre los 22 juveniles citados por el entrenador Diego Placente, sin embargo, hay tres que no sólo no juegan en clubes argentinos, sino que pertenecen a potencias de Europa: el arquero José Alberto Castelau de Roa (Real Madrid), el defensor central Nicolás Marcipar (Barcelona) y el mediocampista ofensivo Francisco Baridó (Juventus). A Castelau de Roa -nacido en Getafe, de padre argentino- y a Marcipar -nacido en Barcelona, de madre y padre argentinos- les cabe la etiqueta de “europibes”. Baridó -nacido en Adrogué-, en cambio, abandonó en 2023 las inferiores de Boca por “responsabilidad parental”, antes conocida como “patria potestad”. Sus padres, profesores de Educación Física, adujeron que habían “conseguido un trabajo” en Turín, la ciudad de la Juventus. Por ser menor de 16 años, Boca, al que había llegado a los cinco, se vio imposibilitado de ofrecerle un contrato. Como fuere, no sólo son chicos futbolistas ya convertidos en mercancías por la industria del fútbol y sus adyacentes: son chicos futbolistas que juegan en la élite.
Baridó y Marcipar (2008) ya cumplieron los 16 años. Pero como el año pasado se suspendió el Sudamericano Sub 15, la Conmebol mantuvo las categorías 2008 y 2009, ya parte de la Sub 17. Castelau de Roa (2009) -o “Alber”, como lo llaman en La Fábrica, el “fútbol base” del Real Madrid- aún tiene 15. El arquero del Madrid jugó dos amistosos ante Italia con la selección española Sub 15 antes de la convocatoria argentina. “Nico” Marcipar -cuyos padres son santafesinos, hinchas de Unión, como él- integra las selecciones argentinas desde 2022, cuando fue citado por primera vez por Pablo Aimar. Zurdo, técnico, con conducción y pegada, el defensor fue capitán en el Juvenil B de La Masía. Castelau de Roa y Marcipar, de algún modo, son los continuadores de Alejandro Garnacho y de Nico Paz, quienes nacieron en Madrid y en Tenerife pero que, por la herencia de sangre argentina, representan a la selección. El delantero del Manchester United y el mediocampista del Como -a préstamo desde el Real Madrid- fueron convocados por Lionel Scaloni para la próxima doble fecha de las Eliminatorias al Mundial 2026, frente a Venezuela, de visitante, y ante Bolivia, de local.
Castelau de Roa, Marcipar y Baridó, antes de ser chicos futbolistas, fueron niños (futbolistas). En especial, Baridó, quien se crió en el fútbol argentino. En la mayoría de los clubes de Primera División, sobre todo en los grandes, el paso de infantiles (hasta 13 años) a inferiores (desde 13) se complejizó en lo que va del siglo XXI. A los 13, en el salto de un chico de la Pre-Novena a la Novena, el día comienza a las siete de la mañana -o antes-; a las 8.15 se entrena; a las 11 come en el club; y, al mediodía, entra a la escuela. Así de lunes a viernes. Y el fin de semana, el partido. “Trabajan” y estudian. Si son del interior y viven en la pensión del club, sufren el desarraigo. A principios del siglo, los juveniles de Novena, Octava y Séptima, las llamadas categorías “chicas”, se entrenaban por la tarde. “¿Cuál es el objetivo humano, pedagógico, didáctico, de que un niño entre a estudiar a las 6 am?”, preguntó @jennygiraldo en X. “Prepararlo para la fábrica. No irónicamente”, le respondió @Luprimha. Para el niño-chico, el fútbol es lo primero: la fábrica.
“Es bravo el cambio, la rutina. En Novena cambia todo. Y los chicos siguen siendo muy chicos. La primera energía se la sacás vos entrenando. ¿Cómo hacés después con el estudio? Ese chico no duerme, pero está así planteado en el fútbol -cuenta el DT de la Novena de uno de los clubes grandes-. Se le empieza a dar de comer muy temprano. A veces, cuanto antes, no es mejor. Es la cultura de la inmediatez. Hay padres que los llevan al gimnasio, al psicólogo, al nutricionista. El fútbol de abajo empezó a contaminarse con lo de arriba. Y cuando todo eso que ponen en el chico no se ve reflejado en citaciones, se les cae todo el peso encima. Es rendir, rendir”.
Con frecuencia, en países con economías castigadas, como en la Argentina, aunque no sólo, porque los entrenadores lo observan también en familias de mejor pasar, hay juveniles que, más que pibes que juegan al fútbol, son “pibes-Pymes”, pequeñas y medianas empresas. El periodismo, en ese sentido, contribuye al presentarlos como “el nuevo Messi”. O “el pequeño Riquelme”, como a Baridó.
De Baridó, a Boca -el club que lo formó durante diez años, desde los 5 hasta los 15- le quedarán los “derechos formativos”. No es la primera vez que la Juventus “tienta” a un chico y a su familia: Matías Soulé, hoy en la Roma, se marchó en 2020 de Vélez a la Juventus por “patria potestad”. Ese año, un video de Baridó se había viralizado: él, pisándola con la zurda, apilando rivales antes de meter un gol con el arco vacío en el baby del club Cultural Mármol. El video lo viralizó, con la consecuencia “noticia”, el canal TyC Sports, y luego fue replicado por portales digitales: “La joyita de las inferiores de Boca que quiere el Barcelona”. Detrás de los “pibes-Pymes” operan representantes y agencias que tejen en los medios de comunicación. “Fue medio así, por un representante; fue todo medio raro”, aceptó el chico en 2022 en relación al supuesto interés del Barcelona. Baridó comenzó a jugar a los tres años, dos menos que la edad de sus compañeros en Progreso de Adrogué. Y, a los 12, además de en cancha de once en Boca, los fines de semana jugaba al baby en Cultural Mármol y en el club Sakura de Burzaco.
Si nos ceñimos a Boca, no es la primera vez que un chico se va por la “patria potestad”: de un extremo a otro, Martín Acevedo partió a los 12 años hacia el Atlético Madrid en 2007, y Sebastián Nayar arribó al Recreativo de Huelva antes de cumplir los 21, en 2008.
“El camino a ser estrella de fútbol está plagado de chatarra de otros niños que no lo lograron. Son la mayoría. Lo más extremo que hay hoy en el fútbol son las grandes maquinarias que trituran piernas de niños futbolistas, como las del Madrid y el Barcelona, que están yendo a buscar a Latinoamérica para traerlos al Primer Mundo. En Italia también se compran chicos, sobre todo africanos”, dice el cronista chileno Juan Pablo Meneses, autor del libro Niños futbolistas. “¿Puede un niño de diez años decirle a su padre que no quiere ser futbolista? ¿No es acaso un menor secuestrado? ¿Qué pasará con él cuando sepa que no será Messi? Al inicio de mi investigación, me aterrorizaba preguntarles a los padres: ‘¿A cuánto me venderían a su hijo?’. Pero cuando lo pregunté, en lugar de denunciarme a la policía, me vieron como una bendición y me invitaron a su casa para mostrarme álbumes de fotos y videos de sus hijos”. Niños futbolistas se publicó por primera vez en 2013. Más de una década después, en las “reediciones” subyacen todavía más crueldades.