“Bobek”, le dicen a Robert Lewandowski. Legia de Varsovia, uno de los clubes con más títulos en Polonia, lo deja libre porque es flacucho y débil como un niño, porque se lesiona muy fácil y por actitudes poco profesionales, como devorar chocolates. Está a punto de cumplir los 18. Tres años antes, su padre había muerto después de sufrir un cáncer. Krzysztof había jugado en las categorías más bajas del fútbol polaco. Lo había llamado “Robert”, decía, para que nadie confundiese su nombre cuando se fuera a jugar a las grandes ligas de Europa. Lewandowski llega al Znicz Pruszków, de la tercera división. En dos años, asciende a segunda y pierde el ascenso a primera. Convierte 37 goles en 63 partidos. Pasa al Lech Poznań. El 8 de agosto de 2008 debuta en la Ekstraklasa, primera división de Polonia: a los cuatro minutos de ingresar, mete un gol de taco tras un centro. “Lo que más lamento -dijo una vez Lewandowski, premio FIFA The Best a mejor futbolista de 2020- es que mi padre no haya visto mi primer partido como profesional”.

Lewandowski superó a Lionel Messi y Cristiano Ronaldo con el 52% de los votos. Nunca un polaco había sido elegido mejor futbolista del mundo, ni siquiera en las versiones de los premios de la FIFA y la revista France Football. Desde que existe The Best, Cristiano Ronaldo lo ganó dos veces (2016 y 2017), una vez Messi (2019), y la otra el croata Luka Modrić (2018). Pero 2020 fue el año del poder de fuego de Lewandowski. El delantero del Bayern Munich marcó 71 goles en 63 partidos oficiales en la temporada 2019/20, 20 más que cualquier otro futbolista de las cinco ligas top. Y ganó cinco títulos con el Bayern, entre ellos la Champions, de la que fue el goleador (15). Cancelado el Balón de Oro de France Football por la pandemia (11 de los últimos 12 se lo repartieron entre Messi y Cristiano), Lewandowski se merecía el premio The Best. Este año, a los 32, el jugador además se graduó con otro título en Polonia: es licenciado en Educación Física y Deporte.

“No todos pueden jugar como delantero”, admitió. “Pueden jugar muy bien, hacer buenos pases, tirar grandes centros. Pero si querés marcar goles casi todos los partidos, tenés que cambiar tu mentalidad”. Su primer año en Alemania, con el Borussia Dortmund en la temporada 2010/11, tampoco le fue fácil. Sólo nueve goles en 43 partidos. Ya no le decían “Bobek”, sino “Chancentod” (“Pierde-situaciones”). Cambió la cabeza y, también, el físico. Cinco veces goleador de la Bundesliga, se ubica cuarto en la tabla histórica, con 251 goles entre el Dortmund y el Bayern. “Lewandowski tiene la receta del gol -escribió en agosto el periodista Jordi Quixano en El País-: horas extra en el gimnasio que tiene en casa, sesiones de yoga y, sobre todo, la dieta que le prepara su mujer Anna Stachurska, nutricionista y karateka profesional -dos medallas de bronce (2008 y 2014) y una de plata (2012) en los Mundiales-, que decidió que sus comidas empezaran por el postre”.

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(Foto: FIFA)

Lewandowski, que corría carreras clandestinas con el auto de su padre y hasta le tiró una mesa a una profesora en el colegio después de que lo suspendieran en un examen, cambió los hábitos. Y otra vez le cambiaron el apodo. Le empezaron a decir “Der Körper” (“El Cuerpo”), por su masa muscular. Contrató un especialista del sueño para ver de qué lado (y cómo) le convenía descansar. “Soy diestro y mi pierna de disparo también es la derecha, por eso es mejor que duerma del lado izquierdo”. En la actual temporada, ya suma 18 goles en 17 partidos. Es el capitán y goleador histórico de la selección de Polonia (48 goles en 75 partidos). “No es de técnica excesivamente depurada pero tiene mucha facilidad para el gol y se especializa en eso, ya sea con la cabeza, pecho o pies. Da lo mismo: el fin justifica los medios”, lo describió una vez Johan Cruyff. Lewandowski puede preciarse ahora de que se coló en la era de Messi y Cristiano.