Hola, ¿cómo están?
Son días difíciles. El resultado de las PASO seguro nos dejó a todes parecido. Entre las cosas que se me pasaron por la cabeza antes de escribirles estuvo la inquietud sobre la mirada de Javier Milei sobre el deporte, el deporte en la rama femenina, el fútbol femenino y los debates sobre las identidades trans en el deporte. Nada de esto aparece por supuesto en el programa del candidato presidencial con mejor resultado, un tipo que fue arquero de Chacarita en su preadolescencia. Imagínense que si prometió eliminar los Ministerios de las Mujeres, Géneros y Diversidad, el de Turismo y Deporte y el de Cultura, qué le espera a todos los juegos que nos hacen felices.
Mientras tanto, el Mundial todavía no llegó a su fin, pero sí marcó el cierre en la carrera de un grupo de jugadoras diferente del resto: las futbolistas ícono. En esta Copa se retiraron de su selección la estadounidense Megan Rapinoe, la brasileña Marta, nuestra Estefanía Banini y la canadiense Christine Sinclair, cada una con distinta influencia, claro. Sus salidas dejan un vacío existencial.
Banderas de luchas que trascendieron el juego, inspiradoras de al menos dos generaciones de futbolistas, disruptivas, marcan un punto de quiebre: ¿quiénes serán ahora las que alzarán las banderas? En el horizonte, por ahora, ese lugar se ve vacante.
Marta fue muy clara en su discurso de despedida. Ya en el Mundial pasado les había dejado un mensaje a las jóvenes de su país: “El fútbol femenino depende de ustedes para sobrevivir, ya no habrá más Martas, más Cristianes, más Formigas”. La brasileña fue parte de la generación que “mordía el hueso” en el fútbol femenino de su país, como alguna vez describió Grazi, que con 42 años sigue jugando. Contemporánea de Marta, expresó que esa generación preparó el terreno para que “hoy muchas jugadoras brasileñas puedan comer carne”.
A Megan Rapinoe una vez le pidieron que se definiera y eligió apenas cuatro palabras. “Soy una protesta andante”, dijo. Se va como símbolo global. Además de sus logros como jugadora (dos títulos mundiales, una medalla de oro olímpica), fue la cara de la defensa de los derechos de la comunidad LGBTQ+ y enfrentó hasta a un presidente en ejercicio.
En nuestro país, Estefanía Banini fue la voz de los reclamos. Ya con Argentina afuera, Florencia Bonsegundo, que también anunció que dejaba de vestir la celeste y blanca, la elogió en un posteo en Instagram: “Te vas pero dejás un legado inmenso, por todo lo que has ganado y todo lo que hiciste por el fútbol femenino (…). Sos la jugadora más importante e influyente que tuvo y tendrá esta disciplina”.
Bonsegundo no lo escribió pero aparece en su discurso también la metáfora de pelar el hueso para dejar que otras puedan comer carne. “Hemos dejado la vara alta. Alta de luchar contra todos, de pedir respeto e igualdad, de pedir ayuda y ser ignoradas”, tipeó.
Brasil y Argentina se quedaron afuera en la primera ronda y Estados Unidos, en los octavos de final.
¿Y ahora quiénes vienen detrás para enfrentar las trabas que la disciplina sigue teniendo? ¿Quién ocupará el lugar de liderazgo? ¿Surgirán nuevas referencias? ¿Será posible con un fútbol que a medida que crece se va corporativizando? ¿Moldeará el mercado también los discursos de las jugadoras?
Charlé sobre esto con Julia Hang, que es licenciada en Sociología y Doctora en Ciencias Sociales y además dirige el Proyecto de Extensión de la UNLP «Hacia clubes inclusivos: jugar, gestionar, entrenar y dirigir con perspectiva de género para erradicar las violencias».
A Juli la admiro mucho y me parece una persona muy lúcida, que siempre me hace pensar mejor. Primero me pidió que separáramos a Marta y Banini de Rapinoe, por las particularidades geográficas y qué implica el fútbol en cada lugar. En Argentina y Brasil, en tanto espacio donde se construyen masculinidades y poderes, el legado de estas 10 toma otro valor. Después, siguió: “Creo que son referentas de un fútbol en transición que pasó de la nada, de la invisibilización total, a un fútbol que está en la agenda de los Estados, los medios, las federaciones, la industria”.
Para Julia, Marta y Banini ayudaron a poner al fútbol femenino en la agenda de los feminismos, con los reclamos de igualdad, del derecho a jugar y a ser escuchadas. “Por eso creo que la lucha por el fútbol femenino es la lucha que tienen que dar los feminismos hacia la igualdad. Es en ese ámbito donde se evidencia con mucha más fuerza cómo la desigualdad opera con tanta fuerza y es tan brutal”.
Algo está claro: sobran los motivos para seguir conquistando derechos. Más todavía en este contexto post PASO.
La dejamos acá y les invito a ver las instancias finales de la Copa del Mundo. No sé por quién van a alentar, pero en España Alexia Putellas es una buena excusa para seguir por la senda del buen juego y la lucha.
La birra del tercer tiempo
Se viene el documental del Mundial 1971 y no lo podemos creer. Producido por Serena y Venus Willians, y Alex Morgan, se estrenará en el Festival Internacional de Cine de Toronto, en septiembre. El trailer ya te deja manija:
Les recomiendo esta saga de textos de investigadorxs sobre la Selección y el fútbol femenino en Argentina
Arrancó el primer Mundial de fútbol para ciegas y tenemos a Las Murciélagas, que arrancaron con un triunfo contra Alemania. Gol? Golazo.
Un abrazo,
Aye