Mickey Mantle es un nombre que, a oídos futboleros, no dice nada, y sin embargo hace menos de un mes rompió un récord mundial en un hábito que por estas horas -ya en la cuenta regresiva para Qatar 2022– moviliza a decenas de miles de argentinos. Una imagen de 1952 del beisbolista que fue figura de los New York Yankees entre 1951 y 1968 se vendió a fines de agosto en 12.600.000 dólares, el mayor pago en la historia por una figurita deportiva (de hecho, por encima de la camiseta que Diego Maradona usó contra Inglaterra en 1986).
Aunque las figuritas en Argentina siguen tratándose de un entretenimiento infantil o de adultos, el tema también empieza a virar hacia un mercado que hasta hace poco no existía. La colección del Mundial es más un pasatiempo popular que populoso: con el paquete a 150 pesos, para llenar el álbum se necesitan entre 40.000 y 50.000 pesos, dependiendo del intercambio. En las últimas horas hasta intervino la secretaría de Comercio para tratar el faltante. Mientras tanto, las figuritas en otros países ya se han convertido en un activo de inversión.
La imagen de Mantle subastada hace un mes por Heritage Auctions pertenece a una colección de hace 70 años, de 1952. Su último dueño la había comprado por 50.000 dólares en 1991. En realidad, no se trata de un sticker para pegar en un álbum (como el del Mundial 2022 de Panini que se vende en Argentina desde agosto y generó una sorpresiva falta de stock) sino de una tarjeta o carta, una especie de hermana melliza de las figuritas, una variedad menos conocida en Argentina pero de mayor aceptación en Estados Unidos y Europa. De hecho, a diferencia de nuestro país, donde la tradición es «llenar el album», las subastas estadounidenses valoran más la carta individual: pegar el objeto pulveriza el precio.
Al igual que las figuritas, sin embargo, se trata de una industria económica y sentimental que conjuga héroes deportivos, recuerdos de la infancia y herencia familiar. Hasta ahora, el récord pertenecía a un cromo de 1909 de otro beisbolista, Honus Wagner, comprada hace poco en 7.250.000 dólares. Pero también se pagan fortunas por cartas de este siglo. Una imagen de LeBron James en Cleveland, de la temporada 2003/04, se vendió en 2021 por 5.200.000 dólares. Otra de Lionel Messi, del Mundial 2014 (una colección de Panini, Gold Prizm, con sólo cinco ejemplares), se pagó 522.000 dólares a finales de junio.
El mayor coleccionista de figuritas/tarjetas/cartones/cromos/cartas de Messi en el mundo es un argentino de Morón, Damián Olivera, que hace 10 años se mudó a Estados Unidos y vislumbró el negocio. Hoy tiene más de 2000 imágenes (certificadas) diferentes del capitán argentino, reúne la mayor colección de Emanuel Ginóbili, acumula decenas de miles de figuritas e hizo del tema su forma de vida: cerró contratos con futbolistas como Pelé y Ronaldinho para que le firmen tarjetas.
Conocedor del mercado como pocos, Olivera le explica a Tiempo desde Costa Rica, donde vive: «Que sea autografiada le sube el precio. También, que el estado sea perfecto: ajustarla con una banda elástica la arruina. Una empresa de Estados Unidos las califica: de 9 puntos para arriba, significa que está excelente. Otro punto es la exclusividad: cuanta menos cantidad haya en el mercado, más valen. Y también que sean las primeras imágenes de ese deportista: de este Mundial, me fijaría más en el brasileño Vinicius, así como la que más cotizan de Messi son las primeras suyas».
Con 73 años, el rosarino Julio Rayón tal vez sea el argentino con la mayor colección de figuritas. Tiene tantas, no sólo deportivas, que no puede contabilizarlas. «Deben ser 450.000 de 1600 colecciones diferentes, con y sin álbumes. La primera es de 1880. Igual, en Argentina no valen lo que se paga en Estados Unidos, aunque es cierto que el mercado es cada vez más amplio, refinado y con mayor valor», asegura a Tiempo desde su ciudad.
Rayón recuerda otra época: cuando había difíciles. «Ahora los álbumes se pueden llenar porque, cuando te faltan 40, las comprás a la editorial. Es famoso el caso de Mukombo (jugador de Zaire del Mundial 74) o, más atrás, sin relación con el fútbol, ‘la araña con cola’ del álbum de Nestlé de 1932. Si los chicos tenían una dificultad, decían ‘es más difícil que araña con cola’».
El combo sentimental-infancia es tan atrapante que hasta Messi se rindió ante Olivera. «Tengo su primer cromo, uno del Barcelona en 2004. Pegué buena relación con Rodrigo, uno de sus hermanos, le conté mi historia y llegué a la casa de Leo en París. De Maradona haypocas porque las tarjetas en el fútbol son relativamente nuevas, aunque ahora en Estados Unidos salen 10 colecciones por año, no sólo de Panini. Pero por eso las de mayor valor son las de básquet, fútbol americano y béisbol, como la de Mantle», explica Olivera.
El mercado global de cromos/figuritas/tarjetas movió 13.800 millones de dólares en 2019 y crece al 23% anual, por lo que llegaría a 98.750 millones en 2027. La fórmula es imbatible. Y también costosa, incluso en la flamante colección para Qatar 2022. Comparado con Rusia 2018, Panini subió un 1200% el álbum y un 900% cada paquete. Aún así, los coleccionistas están dispuestos a pagar sobreprecios: hay denuncias de álbumes a 3.000 pesos y paquetes a 300. Es el costo de una industria sentimental.