«Con el tema refuerzos, nosotros tenemos a Langoni, que juega bárbaro, que lo ha hecho muy bien. Venimos de ser campeones del fútbol argentino y por ahí es el momento para que los chicos tengan chances de crecer. Estamos muy contentos con el plantel». Es 11 de septiembre, y el día anterior Boca había empatado sin goles ante Racing en el Cilindro por la fecha 13 de la Liga. La nota: Darío Benedetto y Carlos Zambrano se trompearon en el entretiempo. Juan Román Riquelme pone paños fríos. Y ante la urgencia ajena de la posibilidad de sumar a un futbolista por la lesión de Exequiel Zeballos, Riquelme habla de Langoni. Un mes más tarde, Langoni acumula seis goles en ocho partidos como titular: le sirvieron a Boca para empatar o pasar a ganar (12 puntos). Y cada vez que sale a la cancha demuestra sus ganas: el miércoles, en el 1-0 ante Sarmiento en Junín con su gol, jugó con unas líneas de fiebre por una gripe. Si Boca está cerca de ganar la Liga, en buena medida es gracias a Langoni.
Su aparición responde a un contexto: en poco más de dos años y medio de la gestión Riquelme debutaron 32 juveniles de las inferiores (contra 39 en los ocho años de la presidencia de Daniel Angelici). La de Langoni fue «inesperada»: apareció tras las lesiones de Zeballos y de Sebastián Villa. Pero esta tarde, ante Newell’s en Rosario, en la anteúltima fecha de la Liga (el miércoles se completará el partido suspendido ante Gimnasia en La Plata), también jugará Alan Varela. El 5 de Boca suma 71 partidos. Rodrigo Bentancur fue el juvenil de las inferiores durante el angelicismo con más partidos: 66. Cristian Medina, con 75, es el récord en la gestión Riquelme. «Ahora el paso de la promoción a la consolidación es más fácil. Antes, en la época de Angelici, el objetivo era monetizar», apuntó el Mono Navarro Montoya, quien trabajó en las inferiores durante en la dirigencia anterior y la actual. En la plataforma electoral de 1995, Mauricio Macri había prometido un Boca con «9 de 11» futbolistas de inferiores. Nunca llegó a cumplirlo. El Boca de Riquelme dirigente terminó más de un partido con ese «9 de 11».
Menos de un año atrás, el 11 de diciembre de 2021, Langoni había jugado su primer partido en la Bombonera: la Reserva –dirigida por Hugo Ibarra– goleó 7-0 a Central Córdoba de Santiago del Estero. Metió tres goles y se llevó la pelota. Seis días más tarde, marcó un gol –y asistió en otro a Gonzalo Morales– en el 3-0 con el que la Reserva le ganó el Trofeo de Campeones a Sarmiento en la cancha de Argentinos, ante 12 mil personas (el gol restante fue de Gabriel Aranda). En enero firmó contrato hasta 2026. Y en junio debutó con Sebastián Battaglia como DT. Cambio de ritmo con quiebres de cintura y, a diferencia de Villa, con gambeta corta. De postura encorvada, veloz y explosivo con la pelota al pie. Escurridizo, insistente y optimista del gol: a Langoni le suelen «caer» los rebotes. Intuición y olfato. «Todos quieren jugar. Trato de mejorar día a día, ayudar al equipo», dijo Langoni, que en la Reserva compartía la delantera con Zeballos (y hasta era a veces suplente).
Langoni –su nombre por Luca Prodan, el líder de Sumo– llegó a los siete años a Boca, cuando los chicos se entrenaban en La Candela. Criado en el barrio La Liga de Laferrere, 20 años, 1,70 m, hijo de padre camionero y madre peluquera, cuando jugaba en la Octava fue de alcanzapelotas a la Bombonera: guarda una selfie de aquel día con Benedetto, hoy su compañero de ataque. En inferiores jugó de mediocampista por derecha. Y en infantiles, de lateral. Los GPS arrojan hoy que alcanza una velocidad parecida a la de Villa, todavía con mejor aceleración.
En los diez años entre infantiles, inferiores y Reserva, antes de que fuera dirigido por Ibarra, detalló el periodista Luciano Torres Toranzo, habitué de las juveniles de Boca, Langoni marcó 11 goles. Con el Negro como DT, entre Reserva y Primera, lleva 16 goles. Ibarra acabó con el wing estancado en la raya: ante todo, son delanteros. «Luca tiene que estar tranquilo. Tiene condiciones, él lo sabe, y lo tenemos que cuidar. Como entrenador tengo que hacerlo y saber cuándo debe estar en la cancha», dijo Ibarra. «Me hace acordar a Carlitos Tevez, por la manera en que le pega a la pelota, por el juego parecido. Tiene pase corto, sale ligero en las jugadas, mete los brazos cuando gira. Pero sobre todo por el shot», precisó Ramón Maddoni, el técnico que lo detectó en Central Norte de Laferrere.
En Mendoza, en la fecha 21 ante Godoy Cruz, Boca ganó 1-0 con otro gol de Langoni: un tiro de afuera del área que pateó con una lesión en el tobillo. «¡Qué huevos nene, seguir jugando con ese golpazo!», escribió el doctor Jorge Batista cuando subió a Instagram la foto del tobillo con la marca de los tapones. «¡Sólo porque dentro de su ADN tiene el azul y oro!», comentó @juancarlospaganti. «Y encima –agregó @pepicayetano– no quería salir». «Antes se contrataban muchos jugadores y los juveniles no jugaban y se iban –decía hace un año el Patrón Bermúdez, integrante del Consejo de Fútbol–. Nuestra ilusión es que se fortalezcan. Tenemos que conseguir un equipo campeón que acompañe el crecimiento de los chicos». Langoni jugó 726 minutos en 16 partidos en Boca (un gol cada 121 minutos). En la noche del domingo que marcó el doblete de la remontada ante Atlético Tucumán en la Bombonera, sus primeros goles en Primera, comió unas pizzas con su familia en Laferrere. Tranquilo, serio y responsable –también eso se evalúa en Boca Predio–, al día siguiente llegó en remis a la práctica en Ezeiza.