Antes de las PASO, Sebastián Vidal -ex futbolista de Boca, Unión y Excursionistas, estudiante de Economía- percibía que desde distintos espacios (intelectuales y artistas, por caso) había pronunciamientos políticos de cara a las elecciones. Vidal tenía claro su apoyo a la fórmula de los Fernández, Alberto y Cristina. Sabía que Leonardo Di Lorenzo -jugador de Temperley, ex San Lorenzo y escritor ocasional- podía sumarse. “Hay condiciones para que los futbolistas lancemos algo, ¿no?”, le dijo Vidal a Di Lorenzo. Sus WhatsApp se llenaron de adhesiones y nuevos contactos unas pocas horas después de haber armado la convocatoria. La idea terminó con solicitadas con más de 200 jugadoras, jugadores y entrenadores tanto en las PASO como en las presidenciales. Fue el origen de Futbolistas Unidxs, colectivo comprometido con la realidad social y política que se presentó en Twitter al repudiar el golpe de Estado en Bolivia a principios de noviembre. Después hubo un partido en la Villa 31 junto a La Nuestra, agrupación de fútbol femenino que trasciende lo deportivo. Y las actividades seguirán en 2020.

Las elecciones marcaron el comienzo de un objetivo: poder llevar adelante al menos una acción por mes en merenderos, clubes, escuelitas o debates en los que se ponga en discusión el rol de las y los futbolistas. “Si generamos un espacio nuevo tiene que ser en base al consenso y la horizontalidad,  práctica cotidiana en el feminismo. El fútbol no es suerte, azar o mérito, sino que todo está atravesado por lo político y por este sistema que nos ubica en muchas góndolas con etiquetas de ricos, pobres, hombres, mujeres”, dice Rocío Díaz, jugadora de Racing, como para empezar a definir al colectivo en el que también participa Macarena Sánchez (San Lorenzo), Candela Cejas (Platense), Manuel Brandón (Victoriano Arenas), Lucas Bruera (Chacarita) y Rodrigo Alonso (Almirante Brown), entre otros. Se mantienen comunicados por WhatsApp, se reúnen una vez por semana y también cuentan con representantes en Chaco, Comodoro Rivadavia y Rosario. “Ojalá pueda servir para concientizar y fomentar un fútbol feminista, popular y por los derechos humanos”, apunta Brandón.

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El rol de Maca Sánchez, encargada ahora del Instituto Nacional de la Juventud del Ministerio de Desarrollo Social, fue central para ampliar la convocatoria y construir un lugar con todos y todas adentro. Ella la invitó a Díaz. “Muchos jugadores no se acercan a las jugadoras y esto era mixto. Los varones siempre lo han visto como si fuera de ellos, pero el fútbol es colectivo y está mucho más ligado a tener un posicionamiento que a andar pisándose las cabezas”, afirma Díaz. Cejas es otra de las integrantes de Futbolistas Unidxs como jugadora de Platense y militante de las causas justas heredadas de su mamá peronista: “Esto representa la unión de deportistas que se solidarizan con la gente que más lo necesita. Y los que no también: luchamos por un mundo igualitario”.

La mayoría de los integrantes del colectivo cargan con experiencias militantes en agrupaciones políticas, sociales y/o feministas. Son una muestra de que hay deportistas dispuestos a debatir y tomar partido fuera de las canchas. Expresan la posibilidad de construir -o al menos poner en discusión- su rol. “En una sociedad que no está completamente politizada es muy difícil pedir que el mundo del fútbol sea distinto. El objetivo es romper el paradigma del futbolista sumiso y visto sólo como un cuerpo-máquina”, analiza Brandón. Y Vidal, que a fines de 2019 anunció su retiro para asumir como secretario de Deportes del Municipio de Avellaneda, coincide: “Deberíamos dejar la idea del futbolista apático, alejado, con privilegios, para acercarnos a los sectores más vulnerables y a causas nobles”.

Acaso el fútbol femenino marca un camino posible para intervenir en la realidad desde otros mecanismos y otras formas de decisión. La semiprofesionalización y la conquista de derechos en la Selección Argentina forman parte de un hilo que está lejos de llegar a su final. Y que está presente en Futbolistas Unidxs. “Muchas selecciones han tomado postura con diversidad, género, Derechos Humanos y laborales. Es el ejemplo a seguir. En el masculino no se hace tanto, pero si queremos construir otro fútbol se puede copiar y activar mucho del femenino”, dice Díaz. “Es fundamental su participación para que sea realmente representativo. Tenemos muchas demandas en conjunto y otras que las chicas tendrán que abordar en sus espacios y nosotros acompañando”, refuerza Vidal.

Futbolistas Unidxs se dio a conocer con la wiphala como imagen de perfil de Twitter y con la denuncia al golpe de Estado de Bolivia. La inclusión del símbolo de siete colores indígenas estaba definida antes de que Evo Morales fuera derrocado. Aunque los sucesos en el vecino país terminaron de acelerar la presentación del espacio. “Hablamos y  decidimos no esperar porque era una posibilidad de hacer una aparición pública sentando una posición contundente”, cuenta Vidal. En Bolivia, el fútbol se paró después de los cuestionados resultados electorales y volvió de la mano del gobierno de facto “para contribuir a la pacificación”. En paralelo, distintos jugadores de Chile habían expresado el apoyo a los reclamos que aún continúan al otro lado de la Cordillera. En Uruguay, hace tiempo los jugadores levantaron su voz contra las autoridades del histórico sindicato nucleados en “Más unidos que nunca”. “Esperemos que sea una oleada que llegue para quedarse. Si nos conformamos con dos o tres casos estaríamos en problemas”, reflexiona Brandón. “Tenemos el desafío -sintetiza Vidal- de generar un colectivo que permita perder el miedo de manifestarse en términos individuales”.